Capítulo 31

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Ralph

Tristeza, respeto.

La cantidad de personas que están aquí de muestra cuánto era un buen hombre. Un gran hombre. Un padre y un esposo amoroso; va a ser el tema de conversación de la ciudad y nadie va a negar la bondad que tenía cuando estaba vivo. No hay una razón mejor por qué... no hay necesidad de ninguna razón en absoluto. Ni siquiera una.

Ignacio merecía algo mejor. No merecía morir de esta manera; nadie merecía morir de esta manera. Su familia no merece sentir este dolor y ciertamente él no tenía que vivir así. De alguna manera, Ignacio... descansa en paz. Fuiste el mejor padre que nunca tuve, vi cuánto amabas a Juliett y Clarissa con todo tu corazón, vi cómo ella creció para ser la mujer más bella y vi cómo cuidabas de tus mujeres. Te merecías más.

Miro alrededor para ver la expresión en sus rostros, ojos hinchados, lagrimas secándose y corazones rotos. No es una vista que valga la pena ver, ya que sigue haciendo que mi corazón duela; especialmente al ver a Juliett inclinarse hacia mí, mi brazo rodeando su cintura, queriendo mantenerla a salvo y darle apoyo.

Mis labios se posan en la parte superior de su cabeza antes de acercarla más, queriendo que sepa que siempre estaré aquí para ella, pase lo que pase. Siempre me tendrá a su lado mientras vive su vida, pase lo que pase. No pasará otro día sin que yo sea parte de ella, pase lo que pase.

"Ya no puedo", murmura en voz baja mientras me mira, sus ojos están enrojecidos por el llanto y su rostro parece más delgado. "No puedo quedarme aquí", añade.

Asiento con la cabeza mientras tomo su mano, "¿Quieres irte?"

"Sí. Quiero estar en cualquier lugar menos aquí", responde, sus ojos muestran desesperación mientras sus dedos tiemblan debido al miedo que brilla en lo profundo de sus ojos. La forma en se apoya en mí y la forma en que sus manos agarran fuertemente mi brazo muestran cómo la ansiedad está tomando el control.

No me lleva mucho tiempo sacarla de allí, lejos de la tumba y lejos de la multitud. No necesita obligarse q quedarse allí en la tristeza porque sus piernas se rinden, su corazón late más rápido de lo habitual y sus labios tiemblan ligeramente, se iba a desmayar, iba a desmoronarse, vi el dolor que quería ocultar.

Entramos a mi coche, cerrando la puerta para bloquear cualquier sonido que venga de afuera.

Inmediatamente acaricio su rostro mientras intento encontrarme con sus ojos, "Mírame... oye, mírame". Mis labios se curvan en una pequeña sonrisa antes de que sus ojos se claven en los míos. "no tienes que forzarte. No tienes que contenerlo. No tienes que esconderlo. Puedes mostrarme todo, Juliett. Puedes mostrarme el dolor y yo todavía estaré aquí contigo", mi voz casi inaudible mientras las lágrimas resbalan de sus ojos, por sus mejillas.

"¿Por qué él? ¿Por qué ahora?", solloza, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello mientras la abrazo rápidamente asegurándola.

Sus sollozos solo se hacen más fuertes mientras froto suavemente su espalda, acercándome más hacia ella y dejándola apoyar su barbilla en mi hombro, dejando que sus lágrimas empapen mi camisa mientras ambos nos abrazamos, vertiendo todo su dolor; algo que ha estado tratando de oculta desde que se enteró de su muerte.

El viaje a casa del apartamento de Clarissa fue tranquilo, ninguno de nosotros dijo una palabra, pero fue un silencio cómodo. Ambos necesitábamos ese tipo de tratamiento, especialmente Juliett porque sabía que el dolor la estaba consumiendo y todo lo que necesitaba era un momento de silencio; algo para despejar su mente de todos esos pensamientos no deseados.

Observo cómo suben las escaleras lentamente, lo cual me preocupa mientras la sigo. Empuja la puerta de su habitación abierta, algunas cosas inalteradas y de alguna manera permaneciendo igual desde que se mudó de esta casa y decidió conseguir su propio apartamento.

Silencio de la PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora