REVELACIÓN

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El sol comenzaba a asomarse por el horizonte, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosados mientras Wade y Peter regresaban a casa después de una noche entera de patrullaje.

Sus rostros reflejaban el cansancio, pero también la frustración por no haber encontrado ninguna pista sobre Logan.

Habían recorrido calles, preguntado en bares, hablado con algunos contactos de Wade, pero todo había sido en vano. Logan seguía desaparecido.

Cuando entraron por la puerta del apartamento, Wade dejó escapar un largo suspiro y se quitó la máscara, pasándose una mano por la cabeza.

—Seguro que está bien —dijo, intentando sonar más optimista de lo que se sentía.

Las palabras le salieron con un tono forzado, casi como si estuviera intentando convencerse a sí mismo más que a Peter.

Este asintió, aunque su expresión era de preocupación.
Había un nudo en su estómago que no se había aflojado en toda la noche, y la sensación de que algo andaba mal no desaparecía.
Se quitó el traje y lo dejó sobre el respaldo de una silla antes de dirigirse a Wade.

—Voy a pedir permiso en el trabajo —dijo de repente, su voz firme y decidida—. No me quedo tranquilo sin saber dónde está. Si hay algo que podamos hacer para encontrarlo, quiero estar disponible.

Wade lo miró durante un momento, y luego asintió.

Logan era parte de su pequeña familia, y no podían simplemente ignorar su ausencia, especialmente conociendo su carácter impulsivo y el peligro que podía estar corriendo.

—Vale, yo intentaré hacer lo mismo en mi curro —respondió, con una leve sonrisa—. Ya me inventaré algo. Siempre puedo decir que tengo que ir a una conferencia de Defensores del Amor por las Chimichangas o alguna otra chorrada.

Peter sonrió, pero la preocupación seguía reflejada en sus ojos.

Ambos sabían que tenían que seguir buscando, pero también que no podían dejar de lado sus responsabilidades cotidianas. Y, sobre todo, había algo que tenían que manejar con mucho cuidado.

—No le digamos nada a Ivanna —añadió Peter, y su tono se volvió más serio—. No quiero preocuparla sin saber a ciencia cierta si Logan está en problemas.

Wade asintió. Sabía lo mucho que Ivanna se preocupaba por Logan y cómo podía afectarle enterarse de que había desaparecido. Había que manejar la situación con cautela.

—Entonces, nos coordinamos después del trabajo, Pete —le dijo, acercándose a él y apoyando una mano en su hombro—. Logan puede ser un cabezota, pero es fuerte. Lo encontraremos y, con suerte, aún no habrá decapitado a nadie.

Peter asintió y, aunque las palabras de Wade le reconfortaban un poco, no podía sacudirse la sensación de que el tiempo estaba en contra de ellos.
Miró por última vez el amanecer a través de la ventana y se preparó mentalmente para el día que les esperaba.

Sabía que necesitarían darse prisa para dar con Logan antes de que fuera demasiado tarde.





La conciencia de Wolverine volvió de golpe, despertado bruscamente por una descarga eléctrica que le recorrió todo el cuerpo. Un dolor punzante, intenso, lo sacudió y le hizo arquearse en la silla a la que estaba atado. Sus ojos se abrieron de par en par, y parpadeó para tratar de aclarar la visión.

Estaba completamente desnudo, y la piel de su cuello ardía por el collar inhibidor que le impedía usar sus habilidades.
Intentó moverse, pero las cadenas que lo ataban eran demasiado fuertes, y más ahora que había perdido sus poderes.

TRES PADRES PARA UNA HIJA (Spideypoolverine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora