LIAM MILLER

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Esa tarde, después de que Ivanna se fuera a la biblioteca, Wade y Peter decidieron que era momento de hablar con Logan.
Encontraron al mutante sentado en el sofá, con la cabeza gacha, como si ya supiera lo que venía. Wade y Peter, de brazos cruzados, permanecieron de pie frente a él.

—Mira, Zarpitas —comenzó Wade, con su tono despreocupado pero serio—, no voy a negar que tu faceta de padre ultraprotector me pone más caliente que el infierno en hora punta, pero a efectos prácticos puede suponer un problema.

—Sí —añadió Peter, sin apartar la mirada de Logan—. Si alguien te ha visto hacer eso, o si Stacy se lo cuenta a alguien... Puedes no sólo ir a la cárcel, sino perder la custodia de Ivanna. Y han fueron muchos meses de papeleo, entrevistas y esfuerzos para conseguirla como para perderla de la noche a la mañana.

Logan permaneció en el sofá, la cabeza aún más baja, con el ceño fruncido. No le gustaba estar en esa posición, recibiendo reprimendas, pero sabía que en el fondo tenían razón.

—Sólo quería lo mejor para mi niña —se defendió, su voz tensa, como si las palabras quemaran.

—Pero lo mejor no pasa por la violencia, Logan —respondió Peter, con suavidad pero firme—. Ya hablé con la directora. Me aseguró que pondrán medidas para evitar que suceda de nuevo.

Esas palabras encendieron una chispa en Logan.

De repente, se levantó del sofá, su expresión endureciéndose mientras la ira se apoderaba de él.

—¿Sabes lo que me paso por los cojones, Parker? —gruñó, mirándolo con furia contenida—. Las soluciones burocráticas para problemas sociales. ¿Recuerdas a ese hijo de puta, dueño del prostíbulo donde abusaron de Ivanna, Alina y Anya? ¿Has leído las noticias últimamente? ¡Está en puta libertad por buena conducta! Llevo semanas intentando encontrarle, a él y a sus socios, y en cuanto lo haga, rodarán cabezas. Y todo por seguir tu puto consejo, hace tres años, de hacer las cosas de forma legal, en lugar de hacer lo que hizo Wade, que fue dar muerte a la mayoría de desgraciados que se aprovecharon de ellas.
—En eso tiene razón el furro —lo apoyó Wade, encogiéndose de hombros—. En cuanto demos con ellos, los pienso destripar.

Peter rodó los ojos, exasperado.

—Está bien, quizás la ley no funcione siempre. Pero esto es un problema de instituto, Logan. Bastaban mis palabras.

—Funcionen o no, ya da igual —dijo este, su voz cargada de desdén—. Stacy se ha hecho caca en los pantalones al ver mis garras, así que no volverá a acercarse a la niña.

Wade negó con la cabeza, dando un paso hacia él.

—Escucha, Zarpitas... Si alguna vez sientes esos deseos animales de matar a alguien, ya sabes que tienes mi culo a tu entera disposición —Sonrió de lado—. Me puedes reventar, literalmente, mientras gritas y gruñes como un orangután. Pero, por favor, no vuelvas a emplear la violencia contra seres que no pueden defenderse.

—¡Me cago en la puta, Wade! —rugió Logan, su frustración haciéndose evidente—. ¡Ivanna tampoco podía defenderse, y esa zorra se ha aprovechado de eso!

Peter se acercó al mayor, con su característico toque de suavidad y comprensión, y le acarició las mejillas.

—Cálmate, cielo. Tranquilo. Lo hecho, hecho está, pero por favor... No vuelvas a tomarte la justicia por tu mano.

Logan resopló, su mirada suavizándose lentamente. Finalmente, asintió con la cabeza, sabiendo que, aunque no le gustaba admitirlo, Peter tenía razón.

Satisfecho, el más joven le dio un beso suave en los labios. Tras él, Wade también se acercó y lo besó con ternura.

—Buen chico, chucho —susurró, sonriendo mientras le daba una ligera nalgada.

TRES PADRES PARA UNA HIJA (Spideypoolverine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora