Ivanna llegó a casa aquel día tras su jornada en el instituto. El centro no estaba lejos, apenas a veinte minutos caminando, así que había desarrollado la costumbre de ir y venir sola.
En realidad, eso también era parte del acuerdo que tenía con Logan: demostrar responsabilidad para poder disfrutar de pequeñas libertades como esa.
Al entrar, el aroma de la comida recién hecha llenó sus sentidos, y un sonido metálico proveniente de la cocina le indicó que Wade estaba allí.
—¡Hola, Wade! —saludó con su voz habitual, aunque algo contenida.
Él asomó la cabeza desde la cocina con una sonrisa amplia y su característica energía. Dejó lo que estaba haciendo y se dirigió hacia ella, extendiendo los brazos para darle el abrazo de siempre.
—¡Ivanna! —saludó, acercándose—. Deja que te ahogue con un abrazo.
Sin embargo, la chica no se movió hacia él. En cambio, bajó la mirada y su gesto se volvió distante. Wade frunció el ceño, confundido.
—Oye, ¿qué pasa? —preguntó, inclinándose ligeramente para observar mejor su expresión—. ¿Todo bien en el instituto?
Ivanna desvió la mirada, claramente incómoda, mientras jugueteaba nerviosa con el borde de la sudadera que tenía atada alrededor de la cintura.
—No sé cómo decirte... —murmuró, mordiéndose el labio—... Es complicado...
Wade la miró con los ojos entrecerrados, intentando descifrar qué podía estar ocurriendo. Sabía que algo no estaba bien, y su instinto protector se activó de inmediato.
—Vamos, vamos, ven, siéntate conmigo en el sofá y me lo cuentas —le dijo, señalando el salón y empujando suavemente su espalda para guiarla.
Pero Ivanna negó rápidamente, con las mejillas encendidas.
—No puedo sentarme.
Wade ladeó la cabeza, desconcertado.
Observó más detenidamente a la chica, sus ojos grises ahora opacados, llenos de algo que parecía vergüenza. Su largo cabello y negro estaba recogido en una coleta algo deshecha, y su postura era claramente incómoda.
Wade notó cómo ella se sonrojaba aún más y señalaba tímidamente la sudadera que tenía atada a la cintura.—¿Ivanna? —la llamó, su tono cambiando a uno más serio—. Dime qué te pasa, por favor. Seguro que, sea lo que sea, puedo ayudarte.
Ella resopló, se giró para darle la espalda y comenzó a desabrochar la sudadera, con los hombros tensos por la incomodidad. Cuando finalmente la soltó, Wade pudo ver lo que escondía: el pantalón estaba lleno de sangre.
—¡¿Qué?! —gritó, entrando automáticamente en pánico—. ¿Quién ha sido? ¿Qué te han hecho? ¡Oh, dios, pienso arrancarle la cabeza! —seguía diciendo, su mente imaginando los peores escenarios posibles.
Pensaba que alguien la había acuchillado, o peor aún, violado. Lo último que necesitaba Ivanna, después de haber sobrevivido a la trata infantil, era volver a pasar por ese infierno.
—¡Wade, espera! —le cortó ella, pero sus intentos de calmarlo fueron inútiles.
En ese momento, se abrió la puerta de la casa. Peter y Logan entraron a la vez, aún con sus chaquetas puestas y el cansancio del trabajo reflejado en sus rostros.
—¡Han hecho daño a Ivanna! —gritó Wade, llamándolos desde el salón con la desesperación patente en su voz.
—¿Qué? —rugió Logan, dejando caer las llaves al suelo y dirigiéndose de inmediato hacia su hija, con el rostro completamente tenso.
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TRES PADRES PARA UNA HIJA (Spideypoolverine)
FanfictionImportante: Esta historia es una secuela del fanfiction "ENTRE ZARPAS Y TELARAÑAS", y es imprescindible leerlo para poder entenderla. Han pasado tres años desde que Logan y Wade restauraron los recuerdos de las personas más importantes en la vida de...