INTIMIDAD

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Había pasado una semana desde la última confrontación en el instituto, y en ese tiempo Stacy había dejado de molestar a Ivanna por completo.
Actuaba como si no existiera, evitando cualquier contacto o provocación. Mientras tanto, Liam se había acercado aún más a Ivanna y Wendy, y aunque iba un curso por delante, aprovechaba el recreo para pasar tiempo con ellas. Incluso habían quedado un par de tardes para estudiar juntos, consolidando su amistad.

Respecto al asunto legal, el día después de la audiencia, Logan recibió una notificación del juzgado.
En ella se le informaba que, como medida cautelar, se había emitido una orden de alejamiento que le obligaba a mantenerse a no menos de 100 metros de Stacy Harrington hasta que se celebrara el juicio, cuya fecha aún estaba por fijar.

Finalmente llegó el viernes, e Ivanna apareció en casa acompañada por Liam. Apenas entraron por la puerta, ella se dirigió a sus tres padres, que estaban en la cocina.

—Papá, Wade, Peter... —empezó, con una pequeña sonrisa traviesa—. Espero que no os importe, pero cuando le dije a Liam que Wade iba a preparar chimichangas para comer, se puso tan pesado que no paró de rogarme que lo invitara, así que... aquí estamos.

El chico, de pie a su lado, levantó la mano y saludó a los tres hombres:

—¡Hola, caballeros y furro adorable! ¿Dónde me apunto para el festival de sabores?

Logan frunció el ceño, mirando a Ivanna.

—Eso se avisa antes, cachorro —le dijo—. No contábamos con una boca más, y no sé si habrá para tod...

Antes de que pudiera continuar, Wade, que cocinaba con una espátula en la mano, se giró hacia ellos con una sonrisa amplia.

—¡Siempre hay sitio para los amantes de las chimichangas! —declaró, levantando la espátula como si fuera un trofeo.

Liam dio un par de saltos de alegría.

—¿Entonces puedo declarar oficialmente este día como el Día Internacional de la Chimichanga? ¿Y qué pasa si me caso con una? ¿Sería legal? Porque me parece que he encontrado el amor verdadero.

Wade soltó una carcajada sonora, claramente encantado con el comentario. Se acercó a Liam y le chocó los cinco con entusiasmo.

—¡Este chico es genial! —exclamó—. Eres bienvenido siempre que quieras, pequeño amante de las chimichangas.
—Liam, si quieres, puedes dejar tus cosas en la habitación de Ivanna y sentarte a la mesa —intervino Peter con suavidad, quien había estado observando la escena con una sonrisa—. Estamos a punto de comer.

El chico asintió, contento, y subió las escaleras con Ivanna para dejar su mochila. Mientras tanto, Wade se aseguró de preparar una tanda adicional de chimichangas para que nadie se quedara con hambre.

Mientras Ivanna y Liam subían las escaleras para dejar sus cosas, Peter esbozó una sonrisa.

—Parece buen chico.

Wade, sin dejar de cocinar, giró la cabeza hacia él con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Parece? De eso nada, Nalgas de Araña. ¡ES buen chico! Nadie que ame las chimichangas puede ser malo. Además, es un fiel lector de nuestras historias. ¡Es casi como de la familia!

Logan, que estaba colocando los cubiertos en la mesa, gruñó, lo que hizo que sus dos novios se giraran hacia él.

—¿Qué pasa, Zarpitas? —le preguntó Wade, alzando una ceja con picardía—. ¿No te cae bien el renacuajo?
—Si no bajan en cinco minutos... —masculló, con el ceño fruncido.

TRES PADRES PARA UNA HIJA (Spideypoolverine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora