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El sol se asomaba tímidamente por la ventana cuando María se despertó la mañana de su partida. El día anterior había sido una mezcla de emociones y risas, pero ahora sentía una punzada de nostalgia al pensar que dejaba atrás Venecia, una ciudad que había dejado una huella en su corazón.

Mientras se vestía, sus amigos ya estaban en la cocina, preparando un desayuno ligero. El ambiente estaba lleno de murmullos y risas, pero también se podía sentir un aire melancólico.

—¿Listos para volver a la rutina? —preguntó Luis con una sonrisa, aunque sus ojos reflejaban un poco de tristeza.

—No sé si estoy lista para dejar todo esto —respondió Sofía mientras untaba mantequilla en su tostada—. Quiero quedarme aquí un poco más.

El desayuno transcurrió entre anécdotas del viaje y promesas de volver a reunirse pronto. Después de comer, comenzaron a empacar sus cosas. Cada prenda que guardaban en las maletas representaba un recuerdo: la chaqueta que usó en el paseo en góndola, el sombrero comprado en Murano y las pequeñas artesanías que habían traído como souvenirs.

Una vez todo estuvo listo, decidieron dar un último paseo por las calles venecianas antes de dirigirse al aeropuerto. Caminaban lentamente, disfrutando del aire fresco y del murmullo del agua en los canales.

—Miren esa vista —dijo María señalando hacia el Gran Canal, donde las góndolas pasaban suavemente—. Nunca olvidaré este lugar.

Se detuvieron en un puente para tomar algunas fotos más; querían capturar cada rincón posible antes de despedirse. Mientras posaban para la cámara, sintieron que la conexión entre ellos se fortalecía aún más. Habían compartido momentos únicos que los unirían para siempre.

Finalmente, llegaron al punto donde debían tomar el vaporetto hacia el aeropuerto. Al abordar, se sentaron juntos y miraron por la ventana mientras las aguas venecianas se alejaban poco a poco. La ciudad comenzaba a desvanecerse tras ellos.

—Prometamos que volveremos —dijo Diego con determinación—. Hay tanto más por descubrir aquí.

Todos asintieron con entusiasmo. Sabían que este viaje era solo el primero de muchos más por venir.

Al llegar al aeropuerto, el proceso fue rápido y pronto estaban esperando su vuelo. Mientras esperaban, comenzaron a recordar momentos divertidos del viaje: las veces que se perdieron en las calles, las comidas deliciosas y las historias contadas por los gondoleros.

—¿Recuerdan cuando Sofía casi se cae al agua? —se rió Luis, haciendo que todos recordaran aquella anécdota graciosa.

La risa llenó el espacio mientras compartían esos momentos especiales. Pero a medida que el tiempo pasaba, la realidad del regreso comenzó a asentarse. María miró su reloj; era hora de abordar.

Se levantaron juntos y se dirigieron a la puerta de embarque. Al llegar al avión, tomaron sus asientos y mientras despegaban, todos miraron por la ventanilla una última vez hacia Venecia.

—Hasta pronto —susurró María mientras veía cómo la ciudad se convertía en un pequeño punto en el horizonte.

El vuelo fue tranquilo y lleno de conversaciones sobre lo vivido. Hablaban sobre los planes futuros e incluso comenzaron a pensar en su próximo destino juntos: quizás París o Barcelona.

Al aterrizar, la realidad les dio la bienvenida con el bullicio habitual del aeropuerto local. Se despidieron con promesas de verse pronto y compartir más aventuras. Cada uno tomó su camino hacia casa con una sonrisa en el rostro y un corazón lleno de recuerdos venecianos.

Esa noche, mientras María preparaba su maleta para deshacerla y organizarse nuevamente, no pudo evitar sonreír al recordar cada detalle del viaje: las luces brillantes de Venecia, los sabores únicos de la comida italiana y sobre todo, los momentos compartidos con sus amigos.

Tomó su diario y escribió sobre su experiencia final:

*"Venecia es más que una ciudad; es un sentimiento. Cada rincón tiene una historia que contar y cada momento vivido aquí es un tesoro guardado en mi corazón."*

Cerró el diario con cariño y lo colocó junto a su cama. Sabía que este viaje había sido especial no solo por los lugares visitados sino por las personas con las que lo compartió. Con esa reflexión positiva durmiendo en su mente, cerró los ojos sabiendo que nuevas aventuras estaban por venir.

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El último suspiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora