Punto exacto

2 1 0
                                    




La noche cayó completamente, y Yara permanecía en el muelle, mirando las olas oscuras que se rompían suavemente contra los pilotes de madera. 

El frío se hacía cada vez más intenso, pero ella se negaba a irse. El peso de la ausencia de Jacob se sentía como el de las historias antiguas, como cuando hablaban del capitán Samuel y el mar lo había reclamado sin dejar rastro.

Finalmente, se rindió al cansancio y volvió a casa, pero su mente seguía atrapada en el misterio. En su habitación, buscó entre las cosas de su abuelo. Los viejos planos náuticos que Samuel le había dejado descansaban sobre su escritorio, donde los había repasado una y otra vez, intentando descifrar algo que le diera sentido a su propio deseo de explorar.

De repente, su mirada se detuvo en una marca en el borde del plano. Parecía un garabato al principio, pero al observarlo más de cerca, Yara notó que eran coordenadas. Eran apenas visibles, como si hubieran sido añadidas en el último momento, cuando el papel ya estaba desgastado y amarillento por el tiempo.

Sin pensarlo dos veces, buscó el mapa del área y trató de ubicar las coordenadas. 

Sus manos temblaban, y su corazón palpitaba con una mezcla de emoción y miedo. Las coordenadas apuntaban a un lugar en el océano, no muy lejos de la costa, en una región conocida por sus fuertes corrientes y aguas profundas.

"¿Podría ser?", murmuró para sí misma. ¿Acaso su abuelo había dejado ese lugar como una pista? Tal vez Jacob también había descubierto las coordenadas, y por eso no había aparecido en el muelle.

La idea la llenó de determinación. A la mañana siguiente, se dirigió al muelle con su pequeña embarcación, una herencia del capitán Samuel que apenas había comenzado a aprender a usar. Antes de zarpar, envió un mensaje a Jacob, esperando que, dondequiera que estuviera, recibiera su llamada.

Mientras navegaba hacia el lugar indicado en las coordenadas, una tormenta comenzó a formarse en el horizonte. Las nubes se arremolinaban y el viento se intensificaba. Pero Yara no se detuvo. Había algo en su interior que la impulsaba a seguir, una mezcla de esperanza y una extraña sensación de que estaba destinada a desentrañar el misterio de su abuelo.

Las olas comenzaron a sacudir la embarcación, y cada vez que una de ellas golpeaba el casco, Yara recordaba las historias de Samuel sobre las tormentas. Al acercarse al punto exacto de las coordenadas, algo inesperado ocurrió: una silueta oscura apareció en la distancia.

Con el corazón en la garganta, Yara se acercó, descubriendo los restos de una antigua embarcación semihundida, desgastada por el tiempo y el mar. Reconoció el nombre en el costado: *La Mariposa*, el barco de su abuelo.

Yara sintió un escalofrío. En algún lugar, en los restos de ese barco, podría estar la respuesta a las preguntas que había guardado por años, y tal vez también la clave para encontrar a Jacob.


EL DIARIO DE YARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora