DEUDA DE VIDA

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Yara no podía despegar la vista de las palabras escritas por su abuelo: *"Él también está vinculado al océano, a la misma deuda. No hay escape."*

A medida que leía, el viento arreciaba, y las olas golpeaban con fuerza contra *La Mariposa*, como si el propio mar respondiera a los secretos que emergían de aquel diario. Desesperada por entender, continuó pasando las páginas, buscando detalles sobre esa deuda que parecía envolver a su familia... y a Jacob.

En las siguientes páginas, Samuel describía cómo había adquirido esa deuda en una expedición, años antes de que Yara naciera. Él y su tripulación habían navegado hacia una isla desconocida, guiados por una tormenta extraña y casi sobrenatural. Habían desembarcado buscando refugio, pero lo que encontraron en esa isla cambió sus vidas para siempre.

Según el diario, la isla estaba habitada solo por ruinas y un silencio espeso, interrumpido por el canto de algo que no podían ver. 

La tripulación escuchaba un susurro hipnótico, una canción que parecía emanar desde el corazón mismo de la isla y que los llamaba uno a uno. 

Samuel había sentido un anhelo inexplicable por seguir esa melodía, y junto con algunos marineros, llegó hasta el centro de la isla, donde encontraron una laguna rodeada de extrañas estatuas talladas en piedra. En el centro, un estanque negro reflejaba el cielo tormentoso.

Fue entonces cuando Samuel entendió que había sido atraído allí para pagar un precio. La isla exigía una "deuda de vida" por cada hombre que pisara sus tierras, una deuda que, si no se pagaba, se transmitiría a las generaciones futuras, arrastrando a sus descendientes hacia el mar.

"Muchos de los hombres no sobrevivieron para contar lo que vimos", escribió el capitán en su diario. "Logré salir de la isla, pero supe en ese instante que el océano me reclamaría tarde o temprano, y que el mar se cobraría la deuda de alguna manera, aunque fuera a través de mis seres queridos."

Yara sintió un nudo en el estómago. Ahora entendía por qué el cuerpo de su abuelo nunca había sido encontrado; el océano lo había reclamado, cumpliendo la promesa de aquella isla maldita. Pero había algo más. ¿Por qué Jacob estaba implicado? ¿Cuál era su relación con la deuda?

Siguió leyendo hasta encontrar otra entrada que mencionaba a la familia de Jacob. Según las palabras de Samuel, Jacob provenía de una familia de pescadores y marineros que también había tenido contacto con la isla. Un ancestro suyo había servido en la tripulación del capitán Samuel y había sobrevivido a la expedición. Esa fue la conexión que los ataba: ambas familias compartían la misma "deuda de vida". El mar exigía que ambos regresaran, y no importaba cuánto intentaran huir, el destino acabaría por atraparlos.

Entonces, Yara comprendió el peligro. La desaparición de Jacob, las misteriosas apariciones y el peso oscuro que sentía al recordar a su abuelo no eran coincidencia. La deuda estaba viva, y ahora parecía que ella también estaba atrapada en ese ciclo interminable.

Sintió un estremecimiento al escuchar otro murmullo, casi como un eco, proveniente de las profundidades del océano. 

Yara entendió que solo había una forma de poner fin a la maldición: tendría que regresar a la isla y enfrentar la deuda que el capitán Samuel dejó pendiente.

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