Capítulo 6

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Heleine me sacó de la cama a rastras el sábado por la mañana.
Mamá había ido a comprar un vestido nuevo para el cumpleaños de la tía Rose.

—¡DESPIERTA SACO DE HUESOS!— me gritó en el oído.

Gruñí un par de veces. Heleine me pegó en la espalda. Cinco veces. Gruñí. Me atizó de nuevo.
Como el sistema no me gustaba, hice el esfuerzo de levantarme.

—¿Qué coño pasa? —conseguí decir al fin.

—¡Oh dios mío! ¡Jacob Hannes ha dicho un taco!

Le tiré la almohada.

—Era solo... ¿Te apetece un café mientras vemos MTV?

Le tiré la otra almohada.

En diez minutos allí estábamos. En mi sala de estar, mientras yo preparaba café amargo, Heleine se encontraba tendida boca abajo sobre mi moqueta, escuchando a Whitney Houston de fondo.
Chicas.

—Jacob...

—¿Sí? —dije mientras vertía el café en las dos tazas.

—Nunca... Nunca me habías dicho que escribieras poesía.

—¿Qué? ¿Cómo demonios...?

—Tu madre me lo contó —dijo. —De hecho, me lo contó el primer día.

—No es nada —repuse.

Heleine dejó de mirarme y rodó por la moqueta.

—Ven conmigo —me dijo.

Cruzamos el rellano descalzos, con las tazas de café en nuestras manos y entramos en su apartamento.

La distribución era la misma que la de nuestra casa. Heleine me llevó a su dormitorio, donde su cama era un colchón tirado en el suelo, lleno de mantas y almohadas. Las estanterías de libros y música cubrían las paredes, la ventana abierta irradiaba la luz sobre el colchón.
Su ropa colgaba a la vista de las estanterías.
Parecía el lugar de Heleine.
Sobre el alféizar de la ventana reposaba una caja de madera que Heleine tomó entre sus manos, mientras nos sentamos en su cama.

Estaba llena de folios, todos doblados, raídos y amarillentos por el paso del tiempo.
Comenzó a leer en voz alta.

Él olía como el café frío,
como la muerte ardiente cuando desperté en su lecho.

—¿Es de tu madre? —me atreví a preguntar.

—Mi padre.

La miré sorprendido y ella sonrió.

—Es un mal poeta— repuso. Tomó aire y suspiró —.Mi madre quería ser madre. Mi padre quería ser padre -la miré a los ojos. -Sé lo que piensas. "Su padre es gay... Dios mío, si no se amaban, Heleine es artificial."

—Estaba pensando... Fuiste un embarazo deseado. Tus padres se querían, al menos, como mejores amigos. Mi madre se quedó embarazada en el instituto. Puede que no se amaran en el sentido... Ya sabes, en ese sentido, pero se amaban lo suficiente como para amarte a ti. No pienso que seas artificial.

Heleine sonrió y bebió de su café.

—Papá quiso que me quedara con el apellido de mamá.

—Crawford.

—Es un lío. En el instituto me llaman Taylor, porque legalmente... Pero papá quiere que utilice ambos.

—Los dos son bonitos —dije sonriendo.

Estuvimos en silencio por unos minutos.
Sabía que Heleine estaba pensando, y sabía que no era algo bueno.

—No tienes por qué estar conmigo— dijo de repente— . No tienes por qué flirtear, o reírte conmigo. No tienes por qué contarme tus bromas. No quiero... Jacob. No quiero que me hagas creer que podemos ser... No quiero que me hagas creer que tenemos una oportunidad si todo esto es un juego de tu mundo.

Me quedé en silencio, tirando de los hilos de mis vaqueros rotos.

Y me marché.

Heleine no me llamó. Me encerré en mi cuarto durante el resto del día, lo que fue agotador.

Si escuchaba una canción, me recordaba a ella.
No podía beber café.
No podía leer.
No podía escuchar la lluvia caer.
No podía tumbarme en mi cama.
No podía cerrar los ojos.
No podía hablar con mi madre.
No podía moverme.
No podía respirar.

Ella era todo y ella era nada.

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Nota de la autora

¡Hola!
Sé que la mayoría de los lectores en wattpad no leemos las anotaciones al final de los capítulos pero bueno, os debo una disculpa por haber tardado tanto en subir este capítulo, que por cierto tenía escrito desde hace semanas. La verdad es que no sé por qué no lo he publicado antes, de todas formas, mil veces perdón.
Me encantaría que comentarais cualquier cosa, sea buena o mala, y si tenéis alguna sugerencia, será siempre bienvenida.
Gracias, gracias, gracias, gracias.

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