ACTO II

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──El tiempo había esculpido a Viserra en una mujer de belleza devastadora, una princesa cuyo porte y poder eclipsaban a cualquier otra en la corte de los conquistadores, una joya rara de Valyria

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──El tiempo había esculpido a Viserra en una mujer de belleza devastadora, una princesa cuyo porte y poder eclipsaban a cualquier otra en la corte de los conquistadores, una joya rara de Valyria. Su presencia era fuego contenido, un espectáculo de esplendor y peligro que seducía y repelía a quienes osaban acercarse demasiado. Viserra había pasado de ser un susurro, a convertirse en un grito en la corte. Sin embargo, ella parecía más inalcanzable que nunca, una llama que nadie se atrevía a tocar.

Su porte, tan afilado como el de su madre, la reina Visenya, su piel lucía las joyas y las telas más exquisitas como si fueran una extensión de su propio cuerpo, y sus ojos violetas, tan claros como la luz del amanecer, destilaban un magnetismo que nadie podía ignorar. Atrás quedaba la niña que antaño seguía a su hermano en cada paso; ahora, Viserra era el centro de atención de nobles y guerreros, atrayendo con su presencia a quienes no podían resistir el hechizo de una belleza nacida del fuego y la sangre ancestral. Mientras se deslizaba entre los nobles, su mirada helada nunca dejaba de medir, nunca de dejar claro que en la corte, ella era la reina no coronada.

Pero sobre su espléndido reinado se cernía siempre una sombra: Maegor, su hermano-esposo, quien no la dejaba ni un solo momento cuando no estaba al frente de las justas, demostrando su fuerza en el campo de batalla. Maegor, de cuerpo imponente, hombros anchos como un muro, y músculos que parecían forjados en hierro, era el opuesto exacto de su hermana en todo lo que no fuese la sangre que compartían. Su barba apenas se vislumbraba en su mandíbula cuadrada, y su cabello corto caía de manera desenfadada, como si no necesitara cuidar su apariencia para hacer que la corte lo temiera. Su presencia era su marca, una fuerza bruta que doblaba la voluntad de aquellos que se cruzaban en su camino.

Mientras Viserra se movía con astucia y elegancia, jugando las piezas de la corte con una habilidad que desarmaba incluso a los más sabios, Maegor imponía su voluntad a través de la fuerza y el miedo. Su sola presencia bastaba para hacer que las rodillas se doblegaran en señal de sumisión, su figura era un recordatorio constante de que en los dominios de la casa Targaryen, el poder no se pedía, se tomaba.

Ambos compartían un matrimonio tan pasional como peligroso, donde cada noche los muros de la Fortaleza Roja temblaban bajo los gritos de placer de la princesa, resonando como un eco de su entrega bajo las atenciones fervientes de su esposo. Viserra, siempre imponente y serena, emergía de sus aposentos cada mañana con la cabeza alta, como si la intensidad de lo vivido en la oscuridad de la noche no hiciera sino reafirmar su dominio sobre todo lo que la rodeaba. En la corte, los murmullos y chistes desvergonzados sobre su matrimonio circulaban como vientos, pero ella se reía, disfrutando del veneno de las habladurías mientras las ignoraba con una sonrisa que no dejaba entrever la magnitud del fuego que ardía entre ella y Maegor.

Era conocida por amar tres cosas sobre todas: el vino dorniense, la libertad de montar a su dragón Sunwings, y, por supuesto, montar a su esposo cada noche.

Para los dos años de matrimonio que llevaban, la corte ya comenzaba a susurrar, preguntándose sobre el extraño vacío que existía en el matrimonio de Viserra y Maegor. A diferencia de los recatados y tradicionales matrimonios de Aenys y su esposa Alyssa, quienes ya se habían convertido en padres, la princesa y el príncipe seguían sin hijos. El rumor que había comenzado desde la fatídica noche de la llamada Boda Negra, cuando Maegor había pasado su noche con Viserra en lugar de con la mujer que legalmente era su esposa, no había cesado. Aquel evento había dejado una marca imborrable en la corte, y muchos se preguntaban si la dinastía de Maegor y Viserra, marcada por la pasión, realmente podría perdurar sin una descendencia que lo asegurara.

 Aquel evento había dejado una marca imborrable en la corte, y muchos se preguntaban si la dinastía de Maegor y Viserra, marcada por la pasión, realmente podría perdurar sin una descendencia que lo asegurara

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ᯓ ᡣ𐭩 BIENVENIDOS: Está es una nueva entrega de OUR LOVE, llena de conflictos reales, pasiones y un contenido más maduro. Cada día nos acercamos más al reinado de Maegor, eso significa que pronto empieza a llover fuego, y no literal, Maegor hace llover mucho fuego en Poniente 😭

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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