OUR LOVE ──maegor targaryen

ESTRATEGIAS EN LA CORTE

VISERRA

El salón del banquete resplandecía bajo la cálida luz de los candelabros, reflejada en las copas de oro y las largas mesas cubiertas con manjares traídos de los rincones más ricos del reino. Todo había sido dispuesto con meticulosa precisión, como si cada detalle fuera una pieza del juego que estaba por desarrollarse. No era solo un banquete, era un movimiento calculado en el tablero de la corte.

Observé a los lores y sus familias, cada uno con su máscara de cortesía. Sonreían, brindaban y reían, pero detrás de cada gesto se ocultaba una ambición que casi podía palparse en el aire. Todos quieren ser alguien en la corte de mi padre. Cada palabra susurrada, cada halago exagerado estaba diseñado para ganar su favor, para demostrar su valía y asegurar un lugar junto al trono.

Sin embargo, pocos comprenden el verdadero arte de sobrevivir en la corte: no se trata de ganarse al rey, sino de rodearte de las piezas correctas. A diferencia de ellos, yo no necesito encantar a mi padre. Mi lugar en su corazón está asegurado no por mis logros, sino por algo mucho más poderoso: soy la viva imagen de la mujer que él amó y perdió.

Mi condición como única hija, la niña de sus ojos, es una posición más sólida que cualquier título. No necesito una silla en su consejo ni un rango ostentoso. Mi poder radica en que, cuando hablo, se escucha, y cuando pido, se concede. La corte es un campo de batalla, pero yo juego un juego distinto al de ellos.

Con una sonrisa apenas perceptible, me dirigí hacia Loren Lannister, sentado en el extremo de la mesa, apartado del bullicio central. Sus ojos dorados, apagados tras la pérdida de su corona, lo delataban: un hombre que busca recuperar lo que una vez tuvo. Para mí, era una oportunidad.

—Lord Loren, ¿está disfrutando del banquete? —mi voz era suave, casi dulce, pero cargada de intención.

Él levantó la mirada, sorprendido quizás de que la princesa le hablara directamente. Su respuesta fue cortés, como esperaba.

—Es un honor estar aquí, mi princesa. Vuestra hospitalidad es incomparable.

Me senté a su lado, inclinándome ligeramente para que nuestras palabras quedaran entre nosotros. —No seáis modesto, mi lord. Este banquete no es solo para agasajaros. Es para hablar de oportunidades.

Vi cómo se tensaba ligeramente, sus hombros rectos y su atención ahora completamente mía. Loren Lannister podía ser un león sin reino, pero eso no significaba que no tuviera garras.

—Mi esposo, Maegor, es un hombre de visión, un líder fuerte —continué, dejando caer las palabras con precisión—. Pero incluso el hombre más fuerte necesita aliados, hombres sabios y valientes que puedan ayudarlo a alcanzar su destino.

Loren entrecerró los ojos, estudiándome. Sabía que había promesas implícitas en mis palabras, promesas que él deseaba escuchar. Poder. Influencia. Un lugar en el futuro que estaba trazando.

—¿Y qué destino es ese, princesa? —preguntó finalmente, con un tono que no ocultaba su curiosidad.

Sonreí, despacio, asegurándome de que él sintiera el peso de cada palabra que estaba por pronunciar. —Uno donde el nombre Lannister vuelva a resonar con la fuerza que merece.

—¿Espera que traicione al rey, princesa? —preguntó Loren con cautela, midiendo cada palabra, como si el peso de su pregunta pudiera desencadenar algo más grande que él mismo. Sus ojos dorados brillaban con una mezcla de sospecha y tentación, un destello que traicionaba los años de resentimiento que llevaba a cuestas desde la caída de su reino.

Me permití una sonrisa, una que no revelaba demasiado, pero que contenía suficiente intención para mantenerlo intrigado. Loren podía tener esa espina clavada, una herida abierta que nunca sanaría del todo, pero yo no iba a subestimar la astucia de un hombre como él.