OUR LOVE ──maegor targaryen

DESPEDIDA

VISERRA

Maegor pronto partirá a la guerra y eso significa que ahora más que nunca las víboras que rodean el palacio saldrán de sus escondites para querer atacar en la corte. Cada vez más padre fortaleza nuestra familia como la única monarquía que necesita Poniente, pero siempre hay quienes piensan lo contrario, por ello muchos esperan que Aenys ascienda pronto al trono, sin Maegor para cortarles la cabeza por sus descarados comentarios, los chismes que validan el ascenso de Aenys cobran vida.

Hace varios años atrás que ambos han mantenido una relación amena entre ellos, especialmente porque Aenys apacigua las molestias de mi esposo diciéndole que cuando sea rey, él será su mano. Maegor suele asentir con orgullo, más que un deseo satisfactorio es una forma de mantener el control en su hermano, todos sabemos que Aenys es débil de cuerpo y mente, con Maegor como su mano tiene dos cosas aseguradas: total sumisión de quienes no lo ven como un rey digno y la tranquilidad de que su hermano no se alzará contra él.

—Princesa —mis pensamientos fueron interrumpidos por Seraphine, quien con gracia hizo una reverencia antes de volver a dirigirme la palabra—. Los cofres que encargo acaban de llegar y me encarguen de revisarlos personalmente para asegurarme de que no haya nada que pueda hacerle daño.

Mientras la escuchaba hablar unos guardias entraron para dejarlos a un lado, todos colocados en fila excepto uno, este fue dejado en mis manos por Seraphine, un cofre pequeño, nada espectacular como los demás a mi lado, pero con un diseño bastante peculiar y elegante he de decir.

—¿Y la nueva montura de Sunwings? —pregunto mientras abro el cofre para ver las joyas en su interior. La tapa se abrió con un ligero crujido, revelando el contenido: una serie de joyas delicadamente trabajadas, cada una más intrincada que la anterior. Sin embargo, lo que realmente captó mi atención fue la brillante piedra en el centro, enmarcada en oro envejecido, que reflejaba la luz de la habitación como si fuera un pedazo de estrella caída.

Mis dedos pasaron por encima de ellas, admirando la finura del trabajo, pero mi mente seguía centrada en lo que realmente importaba. El encargo de mi dragona. Sunwings necesitaba algo digno de ella, algo que reflejara su majestuosidad, no solo un accesorio para mi propio disfrute. La montura debía ser fuerte, resistente, pero también hermosa, tal como mi dragona.

—Es... impresionante, Seraphine —dije, sin poder evitar una ligera sonrisa de satisfacción al ver la destreza de los orfebres que habían trabajado en las joyas. Casi sin pensar, las dejé a un lado y cerré el cofre, la piedra aún brillando en mi mente. —¿Qué tal el trabajo en la montura? ¿Cumple con los requisitos?

Seraphine asintió con rapidez, la determinación visible en sus ojos.

—La montura está lista, mi Princesa. Los mejores herreros y artesanos han trabajado en ella. La estructura es sólida, pero el diseño mantiene la elegancia que Sunwings merece. Está adornada con detalles en escamas de plata y acero, además de tener un revestimiento especial para soportar el calor extremo de su fuego.

La mención del fuego de Sunwings me hizo pensar en todo lo que mi dragona representaba. No solo una bestia alada, sino una extensión de mí misma, mi compañera más fiel en los cielos. Recordé entonces las últimas cacerías, la libertad que sentía cuando volaba a su lado, el rugir del viento bajo nuestras alas.

Asentí lentamente, agradecida por la meticulosidad con la que Seraphine y su gente habían cuidado de todo.

—Llévame a verla, Seraphine —dije en un tono que no admitía discusión. La necesidad de ver a mi dragona, de sentir la conexión con ella, estaba más presente que nunca.

Seraphine hizo una pequeña inclinación y, con una sonrisa de complicidad, comenzó a guiarme fuera de la sala. Sin embargo, antes de salir, me detuve un instante y volví a mirar el pequeño cofre en mis manos, como si buscara en su interior algo más que solo joyas. Algo más que solo oro y piedras preciosas.