🫧CAPITULO 22 🫧

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Le dio una corta mirada y luego vio a Samael, quién se bajó de su regazo y se sentó a su lado.

— veo que la estás pasando muy bien, hijo mío. — hablo viendo a la persona de su lado.

— Oliver zakharov. Si me la paso bien o mal no es problema tuyo y no soy tu hijo. dime qué mierda quieres y luego te largas. — lo vio tomar asiento en el otro sofá, traía un traje marrón y al lado un bastón, odiaba a ese hombre con todas sus fuerzas, por culpa de el le pasó eso a su hermana y nunca se llegó a vengar, nunca los crío. Pero, a sus dieciséis años llegó un día a decir que su hermana se tenía que casar, de tan solo recordarlo las venas brotaron por su frente, manos y cuello.

—sólo vine a decirte que quería conocer a mi yerno, pero no contaba que estuviera aquí, y también que no te metieras en problemas con la mafia italiana por culpa de ese bastardo  — hacen como que no escuchan nada, no era necesario molestarse por eso, posa su mano sobre la de nikolai, para que se calmara — y tan bien por su estúpida hermana, quién realmente es la raíz de este problema — apunta a Samael, hizo el intento de levantarse pero le fué imposible samael lo empujó al sofá y se levantó el, camino con sus manos a su lado echas puños. No le importaba quién fuera ese hombre le valia tres hectáreas de mierda. Se podían meter con él, pero con su hermana no.

Golpes se escucharon por toda la sala, gotas de sangre cayeron por todas partes. No le importo que lo golpeara, con tal de que no lo matará todo estaba bien, algunos gritos se escucharon, pero hizo oídos sordos, sabía cómo era samael.Y, nunca le iba a prohibir algo, a menos que sea una persona que no le de buenas vibras. Sabía que Oliver no se atrevió a tocar a Samael porque el estaba allí.

—samael, ya te ensuciastes. Deja ya a ese imbécil, anda a bañarte, después te llevo la ropa. Allí hay un cuarto — señala una puerta a la izquierda. Le da una mirada y empieza a caminar a la puerta con los puños llenos de sangre.

— ese maldito, me la pagará, nikolai. Tenlo por seguro que así será. — habla con enojo señalandolo.

—tú mismo te lo buscaste, lo hubiera hecho yo hace mucho tiempo y me vengaría por mi hermana. por mi madre no lo hice. Ni te atrevas a ponerle una mano encima a Samael, te lo advierto y vete de una maldita vez. — al ver al viejo irse, tomó su teléfono y llamó a León. Sabía que cosas bonitas no venían y que ese viejo no se iba a quedar quieto con una sola amenaza. león nunca faltaba al trabajo, pero debido a que tuvo un problema con su pareja que estaba en el hospital había faltado dos días. A ver qué atendía la llamada dijo:

— tráeme ropa de la talla de Samael y también algunas hamburguesas y un helado.

— Está bien, jefe. ¿Puedo preguntarle algo? — habla al otro lado de la línea.

— ¿que pasa? —pregunta algo preocupado sabía que león no la estaba pasando bien, últimamente se veía un poco decaído. Hablaron un rato, después de quince minutos león le trajo las cosas.

Camino hacia el cuarto y abrió la puerta, se alegraba de haber mandado hacer una habitación en su oficina, se quedaba allí cuando se le hacía tarde. Tocó la puerta del baño.

— ¿Qué quieres? —habla al otro lado samael, terminando de quitar la espuma de su cuerpo. El agua estaba fría y eso le gustó, le despejaba todos sus malos pensamientos.

— aquí está la ropa, abre un poco la puerta para que la tomes — dudo un segundo si abrir, no le gustaba que lo vieran desnudo después de aquella vez, se enrollo la toalla un poco más arriba de la cintura tapando aquella cicatriz que siempre le traía malos recuerdos. Camino hacia la puerta y quedó abierta solo una pequeña esquina.

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