𝓑 𝓐 𝓑 65

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Dicen los astrofísicos que casi todo el oro que hay en la tierra llegó hace 4000 millones de años en una lluvia de meteoritos. Quizá por esa llegada tan violenta siempre ha sido un metal maldito

Por ningún otro se ha matado tanto como el que usamos para pedir matrimonio

Por ninguno se ha generado tanto dolor. Tanta locura

Mi hermano y Tokio fueron más en esa lista en la que solo sobrevive ese metal dorado. Porque cuando todo lo demás se pudre, el oro permanece intacto

El dolor en mi hombro no se comparaba siquiera un poco con lo que sentía por dentro. Me sentía vacía

Como si me hubiera arrancado algo fundamental del cuerpo, pero aun así, por mera casualidad, siguiera con vida

Con Berlín de un lado y Lisboa del otro, me mantenía esperando las siguientes indicaciones. Podría perder el control, pero eso no me llevaría a nada. Yo lo único que necesitaba eran los cuerpos sin vida de los restantes títeres de Tamayo

- ¡¿hay alguien ahí?! ¡Tengo un herido grave! Necesita ser evacuado - Sagasta habla desde el otro lado de la puerta

Siento la ira carcomiéndome lentamente, mientras Palermo responde

- ¿y el resto?

- han caído. Solo estamos el herido y yo

Noto como intercambia miradas con Lisboa, y por obviedad lo sé. Están completamente dispuestos

- profesor, los militares quieren negociar. Repito: quieren negociar. Solicito permiso para hacerlo -

Su respuesta tarda en llegar, dándome espacio a levantarme de mi lugar, tomando la ametralladora con cuidado

- Sierra se ha llevado uno de los coches. Pero estamos saliendo detrás de ella - informa, después de unos segundos

- ¡¿Qué?! ¿Se te ha escapado una recién parida con un bebé en brazos? ¡¿Qué carajos pasó?!

- por un momento perdí la cabeza - confiesa, arrepentido

- Sergio, escúchame - Lisboa habla esta ves - la vas a cazar. Tú dedícate a eso, nosotros seguimos aquí adelante con el plan. Matías, sube a ayudarnos con la puerta. Vamos a negociar con los militares

- abrid. Tengo un recado para ellos - murmuro, cuando finalmente notan lo que hago - primero los reviento y luego negociamos

- baja el arma - Lisboa pide, pacíficamente

Niego lentamente hacia ella, colmando su paciencia

- ¡Dame el puto arma! ¡Hoy aquí no va a morir nadie más!

- ese es nuestro problema. Que queremos ser los buenos, y en la guerra los buenos no existen - Berlín me observa y por dentro lo sé. Piensa lo mismo que yo - Gandía mato a Nairobi. Y ¿Qué hicimos nosotros? Curarlo y sacarlo. ¿Qué hizo él? Volver y matar a Tokio y a mi hermano. Ahora queremos curar a esta banda de hijos de puta para que vengan a jodernos mañana. ¿Sabéis por qué? - la voz me tiembla, mientras el arma se me tambalea - Porque no hemos tenido los cojones de matarlos de rodillas cuando había que hacerlo. Debimos de haber matado a Gandía cuando pudimos, y ellos seguirían vivos

Lisboa se me intenta acercar, pero Berlín toma su arma, apuntándole directamente

- no me jodas - ella lo observa con ira - quiere matar a quienes parecen ser nuestro agujero a la salida

- ¿en su puta vida han pedido a un ser querido? - el los aleja de mí, mientras no bajo el arma - déjenla

- los va a matar, Andrés - Palermo habla desesperado

𝗗𝗲 𝗕𝗼𝘀𝘁𝗼𝗻 𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗹𝗶́𝗻 | La Casa De PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora