JavierVer a David en la camilla, con la pierna enyesada y los ojos apagados por la preocupación, me golpea más fuerte de lo que esperaba. Siempre he sido bueno controlando mis emociones, manteniendo la compostura sin importar la situación, pero esta vez es diferente. No se trata de cualquier compañero de equipo, se trata de David. Y por alguna razón que no puedo o no quiero entender, verlo así me afecta profundamente.
Mientras estamos en la sala de espera, esperando a que nos den el alta y las instrucciones para la recuperación de David, no puedo dejar de sentirme inquieto. Trato de concentrarme en lo que vendrá: ayudarlo con la rehabilitación, asegurarnos de que no se sienta solo, pero una parte de mí sigue volviendo al mismo punto: ¿por qué me importa tanto?
Sé que somos amigos, y que es normal preocuparse por un amigo, pero esto es distinto. Siento una mezcla de rabia e impotencia. Rabia porque este maldito accidente le arrebató algo que sé que significa todo para él, e impotencia porque, por más que quiera, no puedo hacer nada para cambiar lo que ha pasado.
—Javier —la voz de David me saca de mis pensamientos.
Lo miro y veo que me está observando, con una expresión que intenta ser tranquila, pero que no puede ocultar del todo la sombra de preocupación en sus ojos. Sé que está intentando ser fuerte, pero lo conozco lo suficiente como para darme cuenta de que esto lo está destrozando por dentro.
—Dime —respondo, esforzándome por sonar calmado.
—No te preocupes tanto por mí, ¿vale? —dice, con una media sonrisa que no llega a sus ojos—. Estaré bien, solo es cuestión de tiempo.
Asiento, pero no puedo dejar de pensar en lo que eso realmente significa. Dos o tres meses fuera del campo, lejos de lo que más ama, y con la incertidumbre de si volverá a ser el mismo jugador que era antes. Es mucho para cualquier persona, y más para alguien como David, que ha vivido y respirado fútbol toda su vida.
—Sabes que estaré aquí para ayudarte en lo que necesites —le digo, tratando de que entienda que no tiene que cargar con esto solo.
David asiente, pero su mirada se desvía hacia la ventana, como si estuviera viendo algo más allá de lo que está frente a él. Eso me duele, porque me doy cuenta de que, aunque estoy aquí, hay un lugar dentro de él al que no puedo llegar. Y eso me asusta.
Finalmente, llega el médico con las indicaciones para el cuidado de la lesión. Mientras escucho atentamente todo lo que dice, una parte de mí sigue luchando con este torbellino de emociones que me consume por dentro. Me preocupa lo que David está sintiendo, lo que esto significa para él, pero también lo que significa para mí. ¿Por qué estoy tan involucrado? ¿Por qué no puedo simplemente ser el buen amigo que lo apoya y dejarlo así?
Cuando salimos del hospital, la noche ya ha caído sobre Bahía Escondida. Ayudo a David a subir al coche de su abuela, quien se ofreció a llevarnos de vuelta. Mientras lo hago, nuestros ojos se encuentran, y hay un momento en el que siento que ambos estamos a punto de decir algo, pero ninguno lo hace. Es como si hubiera una barrera invisible entre nosotros, una que ambos sabemos que existe pero que ninguno está listo para atravesar.
El camino de regreso es silencioso. La abuela de David intenta hacer algo de conversación, preguntándole sobre el partido, sobre cómo se siente, pero las respuestas de David son cortas, casi monótonas. Sé que está en su propio mundo, lidiando con lo que ha pasado, y no lo culpo por eso. Yo también estoy luchando con mis propios pensamientos.
Cuando llegamos a su casa, la abuela de David nos ayuda a llevarlo adentro, asegurándose de que esté cómodo en el sofá. Yo me quedo a su lado, queriendo hacer algo, cualquier cosa, para que se sienta mejor, pero no sé qué. No puedo arreglar su pierna, no puedo devolverle el tiempo, y eso me frustra.

ESTÁS LEYENDO
Bajo la luz del faro
RomanceDavid, un joven que enfrenta la separación de sus padres y es enviado a Bahía Escondida, un pequeño pueblo costero, para vivir con su abuela durante el verano. La novela explora sus emociones de desarraigo, su dificultad para dejar atrás su vida ant...