1 de julio de 1829
1829. Elibeth había perdido la cuenta de todos los años que tiene, pero algo si le ha quedado claro, ha vivido lo suficiente para saber que pocas veces los humanos pueden ponerse de acuerdo, que los hombres prefieren vivir en guerras que darle la razón al otro, que las enfermedades son de por lejos, lo peor para la humanidad, pero muchas veces es la misma humanidad quien las crea. Pero lo que más aprendió es que el amor, el amor lo puede todo, que no es solo una palabra de cuatro letras, es más que eso. El amor salva. El amor detiene guerras. El amor cuida. El amor es lo único que puede sostener este mundo, donde la mitad de las veces está llena de odio, de lujuria, de muchas cosas que ante los ojos de los “correctos” son cosas malas.
La rubia se encontraba en el techo de su casa, en calma y se sorprende que, por primera vez en casi 100 años, ahora vuelve a una casa sencilla, cero lujos, cero sirvientes, cero realeza. Cero realeza española. Le gusta sentirse tranquila, le gusta sentir que su casa es su lugar seguro, le gusta sentirse en paz. Elibeth se queda pensando en todo lo que ha vivido en su larga vida y sonríe suavemente, muchos lugares en el mundo ahora mismo están batallando por su libertad, pero ella había pasado por eso en Dinamarca – Noruega, también enfermedades que la llevó a ser lo que es, sin embargo, lo que más le gustó haber vivido, aunque fuese un pequeño rato, fue el amor.
El amor por Ross Stanley, el amor de verdad, ese que la hacía volar sin necesidad de ser un vampiro o bruja, ese que la hacía soñar despierta y dormida, ese que le aceleraba el corazón. Su corazón, el que ahora mismo le gustase tener latiendo, pero que no funciona así y lo sabe, temé en que en algún momento Tamara se dé cuenta, ¿Cómo le diría a la castaña lo que es sin que salga corriendo? Elibeth vuelve a su seriedad y otra vez le atormenta la mente, le atormenta las mentiras, le atormenta no saber cómo decirle a su amor que ella no es común, no es humana, no es alguien que en unos veinte o treinta años más se va a morir.
Elibeth admira nuevamente el sol salir, sonríe y le gusta ganarle a las historias de fantasía, le gusta tener un anillo y collar para hacer todo lo que un vampiro común no puede hacer, la rubia se pone de pie y da un par de pasos al frente, se cruza de brazos y se queda admirando el cielo, la mañana del 1 de julio de 1829 habría llegado. Su cumpleaños estaba ocurriendo nuevamente, otra vez sin su familia, otra vez en un país lejano al suyo, pero esta vez sola. Sin Felipe. Sin Victoria. Sin la monarquía y quien sabe si aparecerá Tamara, todavía recuerda el cumpleaños de Lucía y siente unas inmensas ganas de dejarlo todo por protegerla a ella, por cuidarla a ella, porque no está preparada para vivir lo mismo que con Ross. Elibeth baja los hombros y se descruza de brazos, se da la vuelta y finalmente camina hasta la orilla del techo, de un salto cae de pie en el jardín, cualquiera creería que viene de los gatos. Todo muy lejos de la realidad.
…
- ¿Para dónde vas madre? – pregunta Ricardo apareciendo en el pasillo principal –
- Iré a saludar a Elibeth – responde la pelinegra y Ricardo se queda pensando –
- ¡Su cumpleaños! – chilla recordando – ¿y si me esperáis y vamos por un regalo primero? – pregunta el rubio y Victoria lo observa –La pelinegra no tenía nada que perder, pues, sexo no iban a tener eso estaba claro desde aquel día donde se despidieron y ahora menos que ya estuvo con Tamara, Victoria resopla y asiente, Ricardo sale corriendo y la pelinegra se ríe por lo bajito, se voltea y camina hasta el lobby, al llegar tocan la puerta y le hace una seña a uno de los mayordomos avisando que abrirá ella.
- Hola – dicen y Victoria se queda impresionada –
- Sofía Burgos – dice lentamente como asimilando la visita –
- Su majestad – saluda la castaña y Victoria asiente –
- Listo madre – avisa el rubio, pero se da cuenta de la presencia de Sofía y se detiene –
![](https://img.wattpad.com/cover/384392359-288-k246091.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Eternas pt II
VampirosTal vez en esta vida no estamos hechas la una para la otra, pero espérame en la próxima - Ross Stanley. Continuación de Eternas ✨️