Capítulo 9: Regalos de San Valentín.

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Capítulo 9: Regalos de San Valentín.

Operetta comenzó a despertar. Nunca antes en su vida alguien le había golpeado con tal fuerza. Y mucho menos un hombre. Aunque el dolor ya había desaparecido y poco a poco comenzó a abrir los ojos. Noto el ambiente blanco de la enfermería de Monster High y con tranquilidad se sentó en la camilla. Lo primero que vio fue a Santiago ingresando por la puerta con unas botellas de refresco y no le gusto para nada su aspecto al punto que se asustó.

—¡Santiago! —exclamó, su voz temblando de preocupación. Se acercó a él rápidamente, sus manos temblorosas tocando suavemente su rostro, como si pudiera borrarle los daños de la pelea con solo tocarlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver su estado. —¿Qué te paso? ¿Por qué estás tan lastimados? ¿Quién te hizo esto? — Pregunto preocupada. — Espera, no será que... — Ella rápidamente lo dedujo recordando lo último que vio antes de caer inconsciente por el golpe.

Lo último que vio Operetta, fue a Santiago lanzándose furioso contra Álvaro y luego cayo inconsciente. Santiago la miró con dulzura, a pesar de sus propios dolores. Un pequeño suspiro escapó de sus labios, y sin pensar en su propio dolor, la abrazó fuertemente. Con una mano, acarició su espalda y luego, con otro toque delicado, limpió las lágrimas que caían de sus ojos.

—No te preocupes, Operetta —dijo, su voz suave pero firme—. No hay nada que me detenga cuando te tengo a ti cerca. Y no te preocupes por Marta ni por Valentino... no regresarán a Monster High. Lo prometo. — El juro con una sonrisa. — Ya nadie te volverá a lastimar nunca más. Antes tendrán que pasar sobre mí. — El prometió y Operetta se sonrojo ante eso y su corazón se aceleró.

Operetta respiró hondo, sintiendo cómo el calor del abrazo la rodeaba por completo. En ese momento, en medio del miedo, la incertidumbre, y los momentos difíciles que habían atravesado, ella sintió algo más profundo: el amor. Su corazón latía con fuerza, y una sensación cálida se apoderó de su interior, como si todo lo que había vivido hasta ese momento fuera solo un preludio para este instante de calma.

Después de unos minutos de silencio, con su corazón todavía acelerado, y el calor del abrazo envolviéndola, Operetta levantó sus manos. Con una suavidad inusitada, tomó las mejillas de Santiago entre sus dedos, mirándolo a los ojos con una intensidad que reflejaba todo lo que sentía en su interior. El amor, la pasión y la necesidad de expresarlo se acumulaban dentro de ella, y sin pensarlo más, cerró los ojos y, con un movimiento suave pero decidido, besó sus labios.

Santiago, sorprendido al principio por la rapidez del gesto, se quedó inmóvil por un instante, pero enseguida correspondió al beso. Al principio fue un toque tierno, suave, casi como un suspiro compartido. Pero pronto se transformó en algo más profundo, algo más significativo, un abrazo de almas que, por fin, se entendían. El beso no solo expresaba el amor que ambos sentían, sino también una promesa tácita, una conexión más allá de las palabras, sellada en ese instante perfecto.

Cuando se separaron, ambos respiraban con fuerza, pero con sonrisas llenas de satisfacción y alivio. Santiago acarició el cabello de Operetta, mirándola a los ojos con una expresión más suave que nunca. En ese momento, ambos sabían que todo lo que había ocurrido, la lucha, las dificultades, solo los había acercado más.

—Te quiero, Operetta —dijo Santiago, casi en un susurro, pero con una claridad inconfundible.

—Yo también te quiero, Santiago —respondió ella, sonriendo, mientras sus manos seguían acariciando su rostro, todavía temerosa de que pudiera estar herido.

El mundo parecía haber desaparecido a su alrededor en ese momento. No importaba lo que pasara afuera. Ni Marta, ni Valentino, ni las dificultades que pudieran venir. Lo único que importaba era lo que ellos sentían el uno por el otro.

El Demonio Oni de Monster High (OC x Operetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora