25: Precio del silencio

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Ruby caminaba con paso firme por los pasillos de la empresa, aunque su mente estaba en un completo caos. Había llegado temprano, como siempre, pero no podía concentrarse. La cita que Chaerin le había agendado no era cualquier reunión; estaba cargada de sospechas, y Ruby sabía que se encontraba en terreno peligroso.

Pasó junto a la cafetería, donde Seokjin estaba de pie junto al mostrador con una taza de café recién servido en la mano. Apenas la vio, alzó la otra mano en un saludo amigable.

—¡Ruby! —la llamó con entusiasmo.

Ella giró la cabeza hacia él, queriendo simplemente continuar su camino, pero no tuvo tiempo de reaccionar antes de que Jin caminara hacia ella, bloqueándole el paso.

—¿Por qué tanta prisa tan temprano? —preguntó con su tono habitual, una mezcla de curiosidad y buena energía.

Ruby suspiró, ajustándose el bolso en el hombro.

—Solo tengo un día complicado, Jin. Nada que deba preocuparte.

Pero Jin entrecerró los ojos, su mirada escrutadora casi divertida.

—Eso dices siempre que intentas esconder algo. Vamos, Ruby, ¿qué te pasa?

Ella se cruzó de brazos, manteniendo una postura firme.

—Nada que tenga que ver contigo. Además, deberías estar en tu oficina, no en la cafetería jugando a Sherlock Holmes.

—Técnicamente, estoy haciendo una pausa —replicó, alzando la taza como prueba—. Pero no cambies de tema. Estás más nerviosa que cuando te descubrí practicando tu discurso frente al espejo en el baño.

Ruby bufó, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa.

—No fue tan vergonzoso.

—Creéme, sí lo fue —dijo Jin, con una sonrisa—. Pero, en serio, ¿qué te pasa? Lo digo en serio, Ruby, estás rara.

Ruby apretó los labios, su mirada desviándose hacia el suelo. Sabía que Jin no se rendiría fácilmente; siempre había sido perspicaz, y, para colmo, era demasiado bueno leyendo a las personas.

—Es algo complicado —admitió finalmente, bajando la voz.

—Bueno, me encantan las cosas complicadas. Empieza por el principio.

Ruby le lanzó una mirada que decía claramente que no tenía intención de darle más información, pero Jin la miró con esa sonrisa suya, esa que sabía que era imposible ignorar. Ruby suspiró profundamente, debatiéndose internamente.

—Jin, hay algo que no puedes contarle a nadie, ¿me oyes? —comenzó con seriedad, clavando los ojos en él.

Él asintió con un entusiasmo exagerado.

—Lo prometo. Mi boca está sellada.

Ruby tomó aire, sabiendo que estaba a punto de cruzar una línea.

—Es sobre el matrimonio del señor Kim… —murmuró, lo suficiente bajo como para que solo Jin pudiera oírla.

Él frunció el ceño.

—¿Qué hay con eso?

Ruby cerró los ojos un instante, intentando medir sus palabras. Pero antes de que pudiera detenerse, soltó algo que había guardado durante demasiado tiempo.

—No es un matrimonio normal… —susurró, y luego lo soltó todo de golpe—. Es arreglado.

La reacción de Jin fue inmediata. Abrió los ojos como platos y, antes de que pudiera decir algo más, Ruby dio un paso adelante y le tapó la boca con la mano.

Dulce Insomnio » TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora