13. Rest

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El helicóptero aterrizó en el hangar de la base bajo un cielo estrellado. El equipo descendió, aún con la adrenalina bombeando tras la operación. Ghost, Price y Soap intercambiaban miradas cómplices, mientras Gaz bromeaba con Lewis, que llevaba una sonrisa de triunfo pintada en el rostro.

En el hangar, Saturna los esperaba con los brazos cruzados y una sonrisa de medio lado. Su cabello revuelto y las ojeras bajo sus ojos no ocultaban el alivio de verlos a todos regresar ilesos.

— Ahí vienen los héroes del día —dijo en tono burlón, alzando ambas manos como si presentara a un grupo de estrellas de rock—. ¿Cómo se siente haber salvado el mundo... otra vez?

— Habría sido más fácil si el servidor no quisiera matarnos —replicó Lewis, dejando caer su mochila al suelo y caminando hacia ella— Pero, hey, no todos los días evitas una explosión con tres segundos de sobra.

— Fue un segundo de sobra, recuerda. —Le corrigió.— Ahora me debes la cerveza más grande que exista, Runner.

Gaz rió, dándole una palmada en la espalda a Lewis. — Tú y Poetess deberían abrir un bar con tanto que hablan de alcohol.

Antes de que alguien pudiera replicar, la voz de Kate Laswell resonó desde un monitor cercano. Un técnico había preparado la conexión en cuanto el equipo aterrizó. La supervisora los observaba con su típica expresión serena.

— Bien hecho, equipo. Neutralizar esa célula cibernética es un golpe estratégico que nos da ventaja. El cliente está satisfecho y ustedes tienen unas semanas de respiro... por ahora.

Price se acercó al monitor y asintió. — Gracias, Kate. Fue trabajo en equipo, como siempre.

Laswell dejó escapar una leve sonrisa. — Y por lo que veo, algunos no pueden esperar para celebrar. No los culpo, se lo ganaron.

Ghost, desde el fondo, murmuró en seco — No hace falta decirlo dos veces.

— Entonces disfruten. Pero recuerden: no se excedan. El mundo sigue siendo un lugar peligroso incluso cuando están fuera de servicio.

Saturna levantó una mano, como si estuviera en clase. — ¿Qué considera "excederse", señora? ¿Dos rondas o veinte?

Laswell la miró fijamente, aunque con un brillo de diversión en sus ojos. — Si tienes que preguntar, Cloudford, probablemente ya estás cruzando la línea. Que tengan buena noche, equipo.

La llamada terminó, dejando al grupo en un cómodo silencio. Price se giró hacia ellos, con una ceja levantada.

— Bueno, ¿qué estamos esperando? A ducharse y cambiarse. En treinta minutos quiero verlos a todos listos. Soap, elige un bar decente esta vez.

— Oh, ¿de veras? ¡Si el último era perfecto! —protestó el sargento, levantando las manos— ¿Quién no ama paredes con grafitis y cerveza barata?

Gaz lo empujó hacia el vestíbulo. — El problema no era el bar, sino los clientes que querían arrancarte la cabeza.

— Ah, esos eran parte del encanto, Gaz.

Saturna caminó al lado de Ghost mientras los demás se dispersaban. Mirándolo de reojo, preguntó con un tono casual: — ¿Qué tan malo puede ser un bar que elijan ustedes?

Ghost le lanzó una mirada ladeada, aunque su máscara cubría cualquier rastro de emoción. — Lo suficiente para que siempre haya historias que contar después.

Esa misma noche, el equipo llegó a un bar de estilo industrial en un lugar no tan concurrido de Londres, con luces cálidas y un ambiente relajado. Saturna entró junto a Lewis, con su chaqueta de cuero y su pañoleta roja en la cabeza, ambos riendo por un chiste en el camino. El resto del grupo los seguía, con Soap al frente proclamando que había encontrado "el lugar perfecto para un equipo perfecto".

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✮ Las Aventuras de Saturna ✮ Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora