Se podía sentir el aire invernal en su rostro, y eso le disgustó mucho.
No le gustaba sentir el invierno solo, odiaba con todo su ser las últimas fiestas decembrinas del año.
Más aún si no estaba con él.
Carlos se sentía fuera de sí, y lo peor era que estaba fuera de control, dormía poco o nada en la noche. Las veces que lo hacía no quería levantarse de su cama.
No comía, ya tenía colitis si comía demasiado o si comía bien. Se veía demasiado delgado.
Pero eso no era lo peor, lo peor era que Carlos ya había empezado a matar a todas las personas que se le acercaban a Charles, ya sean completos desconocidos o sus amigos.
Claro que no a los más cercanos, pero si a sus amigos del trabajo con quién a veces solía salir, conocidos, etcétera.
Incluso el mismo Charles se veía cuestionandose si realmente él era la desgracia en persona pero claro que esa respuesta podría ser contestada sólo por Carlos.
—No vas a acercarte nunca más a mi esposo —el madrileño había desollado vivo a un chico amigo de Charles mientras le cortaba el cuello en la principal arteria y de paso le había arrancado la lengua.
Se había vuelto algo peor, un monstruo más sádico, sanguinario, actuando impulsivo pero actuando con cautela, retorcido aún más de lo que ya era, por desgracia ahora no tenía un control.
Charles no estaba ahí para contener la oscuridad que ya se había expandido rápidamente por Carlos, como un cáncer.
El madrileño luego de destazar al chico y meter todo en bolsas fue recorriendo toda la ciudad para dejar partes regadas.
Algunas se las había dado de comer a los cerdos en una granja en las afueras de la ciudad, otras estaban en el basurero y las demás enterradas en lotes vacíos, incluso en el cementerio.
Y después de todo eso nuestro madrileño se fue a casa, al llegar fue a darse un baño y ver su celular.
Nada, solo Charles y él enviándose mutuamente Tiktok's, tenía tantas ganas de tener al monegasco entre sus brazos otra vez.
Para abrazarlo, besarlo, hacerlo suyo, marcarlo, amarlo, darle todo el mundo, vivir solo adorándolo como a un Dios y por qué no, encerrarlo en una habitación para que nunca tuviera contacto con el mundo exterior y solo fueran ellos dos.
Solo Charles y Carlos, siempre enamorados, siempre juntos.
Pero las ideas se iban cuando miraba su celular, y la realidad golpeaba a Carlos muy fuerte.
A veces ya no podía distinguir si Charles era real o solo era una invención de su cabeza.
Y empezaba paulatinamente, desde escucha el tono de Charles en su celular hasta otras cosas que empezaron a escalar más como escuchar su voz entre una multitud o verlo en todo lados a dónde iba.
Se sentía mareado, siempre tratando de ver al de ojos verdes dónde no estaba; era difícil y triste.
Ni siquiera sabía que estaba tan mal hasta que había mirado al frente y se encontró con esos ojos verdes tan familiares para él.
Carlos dejó de respirar por unos segundos hasta que sintió como lo estaban sacudiendo de los hombros.
—¡Carlos!
Era Sergio quién lo estaba zarandeando para que el madrileño despertara de su ensoñación.
—Disculpa, yo… ¿Qué pasó?
—Tú no estás bien, ¿Qué pasa? Actuas como un zombie, como si hicieras todo en piloto automático.
—No me he sentido tan bien estos días, pero voy a tratar de dormir más, estaré bien.
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⟶Charlos. ♡ Obsession.
Fanfiction"¿Me acabas de sonreír? ¿Estoy alucinando? No, claro que lo hiciste. Entre miles de personas, fijaste tu mirada en mí y me diste una sonrisa. ¿Por qué? No fue a la chica de al lado que está coqueteando contigo, o la de la fila de adelante que está m...