Esa misma noche
Memo estaba sentado en la sala de su casa, con el teléfono de línea en la mano. El cable largo y enredado colgaba del aparato que estaba montado en la pared. Su mente daba vueltas, repasando todo lo ocurrido ese día y, sobre todo, las últimas palabras de Samantha: "Claro, Memo. Porque dormir juntos y no hacer nada del proyecto es súper normal."
Sabía que algo había cambiado. El tono de Samantha no era el mismo, y por primera vez empezó a darse cuenta de que tal vez, solo tal vez, había cometido un error al pasar tanto tiempo con Marifer. Pero, ¿cómo compensarlo?
Mientras jugueteaba con el auricular, recordó algo que había visto el fin de semana anterior: la feria del Distrito Federal, llena de luces, música y gente. Era justo lo que necesitaban para despejarse y pasar un buen rato juntos.
Respiró profundo y marcó el número de Samantha, girando el disco de la línea con cuidado. Esperó mientras el tono de llamada llenaba el silencio de su sala.
Del otro lado, Samantha despertó al primer timbrazo. Estiró la mano con algo de flojera y levantó el auricular, su voz todavía ronca de sueño.
—"¿Bueno?"—
—"Sam, soy Memo,"— dijo él, con un tono inseguro.
—"Memo, ¿qué pasa? Es tarde,"— respondió ella, tratando de sonar molesta, aunque la curiosidad empezaba a ganarle.
—"Lo sé, perdón, pero no podía esperar. Quiero invitarte a la feria este sábado. Ya sabes, la que está en el DF. Quiero que pasemos el día juntos, solo tú y yo,"— soltó de golpe, como si temiera que cambiaría de opinión si se tardaba más en decirlo.
Samantha parpadeó, sorprendida.
—"¿A la feria?"— preguntó, su tono un poco más suave.
—"Sí, Sam. La feria. Me parece que es justo lo que necesitamos. No sé, despejarnos, divertirnos un rato. Montañas rusas, juegos tontos, algodón de azúcar, todo eso,"— explicó Memo, sonando más confiado.
Ella se quedó en silencio un momento, pensando en lo que él decía. A pesar de todo lo que había pasado ese día, no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en su rostro.
—"¿Y por qué la feria?"— preguntó, más por querer alargar la conversación que por otra cosa.
—"Porque... Bueno, porque quiero verte feliz, Sam. Y creo que ahí podríamos pasarla bien, como antes,"— respondió Memo, esta vez con un tono más sincero.
Samantha suspiró, derrotada. ¿Cómo podía decirle que no?
—"Está bien, Memo. Pero más te vale que valga la pena,"— dijo, intentando sonar seria.
Memo rió al otro lado de la línea. —"No te vas a arrepentir, Sam. Nos vemos el sábado a las 10, ¿te parece?"—
—"Sí, está bien. Pero no llegues tarde, Memo,"— agregó, su voz ligeramente más alegre.
—"Nunca contigo, Sam. Descansa. Nos vemos,"— respondió él antes de colgar.
Memo dejó el auricular con una sonrisa tonta en el rostro. Por primera vez en el día, sintió que las cosas podían mejorar. Samantha, por su parte, volvió a la cama con el corazón un poco más ligero. Tal vez las cosas entre ellos no estaban tan mal después de todo.
𓆝 𓆟 𓆞 𓆝 𓆟
El sábado por la mañana, Memo se preparó con más cuidado de lo habitual. Eligió una camisa azul con rayas discretas, jeans recién planchados y sus clásicos tenis blancos. Era su día con Samantha, y aunque estaba emocionado, sabía que la cita era más que solo diversión: tenía que compensar su descuido.