Cuando Samantha vio cómo Memo era subido a la ambulancia, sintió que su corazón se hacía añicos. Corrió hacia los paramédicos, desesperada por saber qué estaba ocurriendo.
—"¡Déjenme pasar! ¡Es mi novio!" — gritó, mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos.
Uno de los paramédicos se volvió hacia ella, tratando de calmarla. -
"Señorita, no puede subir.
Necesitamos llevarlo al hospital. Por favor, déjenos trabajar." ——"¡Por favor! ¡Solo quiero verlo!"— insistió, pero la puerta se cerró de golpe frente a ella, dejándola con un vacío insoportable en el pecho.
Samantha cayó de rodillas en la acera, llorando sin consuelo. El mundo a su alrededor se sentía borroso, como si todo hubiera perdido sentido en ese instante. Fue entonces cuando Pascual, el chofer de Memo, se acercó rápidamente al ver el estado de Samantha. Sin decir una palabra, la ayudó a levantarse y la abrazó con firmeza. Esa noche, mientras las luces de la ambulancia iluminaban las calles del DF, Pascual permaneció a su lado, sin soltarla. Aunque no dijo mucho, su presencia fue suficiente para que Samantha sintiera un poco de apoyo en medio de su dolor. Mientras Samantha lloraba mares, Pascual miraba hacia la ambulancia con una mezcla de tristeza y preocupación. Aunque trabajaba para la familia de Memo, el joven había llegado a ser como un hijo para él. Sentía que de alguna manera también le había fallado.
Esa noche, Pascual consoló a Samantha al verla tan destrozada. Ella había "perdido" a su novio, pero Pascual había "dejado ir" al niño que siempre había visto como un hijo.
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Los días se hacían más oscuros para Samantha. A pesar de los esfuerzos de sus amigos y familia por apoyarla, la tristeza la consumía poco a poco. Cada tarde, después de clases, insistía en ir al hospital, pero salir de ahí siempre era un tormento.
Mariana y Pau, sus mejores amigas, habían notado los cambios en ella. Desde que Memo estaba en coma, Samantha parecía otra persona. Ya no reía como antes, y su ansiedad la estaba llevando al límite.
Una tarde, cuando salieron de la escuela, Mariana alcanzó a Samantha en la puerta y la detuvo.
—"Sam, por favor, no sigas con esto,"— le dijo, mirando cómo su amiga sacaba un cigarro con manos temblorosas.
—"No puedo, Mariana. Lo necesito. ¿No lo entiendes?"— respondió Samantha, mientras intentaba encenderlo con un mechero que también le temblaba en las manos.
Pau, que estaba a su lado, le quitó el cigarro antes de que pudiera llevárselo a los labios. —"Sam, te estás haciendo daño. Esto no te va a ayudar a que Memo despierte."—
Samantha las miró con una mezcla de enojo y desesperación. —"¡No entienden! ¡Es mi culpa que esté así! Si tan solo hubiera insistido más... Si hubiera notado algo... ¡Él no estaría en esa cama!"—
Ambas amigas intentaron calmarla, abrazándola mientras lloraba en medio de la calle. Sabían que su amiga estaba rota y harían todo lo posible por ayudarla, aunque Samantha se resistiera.
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A pesar de que no se llevaban bien, los amigos de Memo también comenzaron a preocuparse por ella. Alex, Marifer y Tenoch habían visto cómo Samantha se deterioraba cada vez más. Aunque la relación entre ellos no había sido cercana, sabían que Memo no hubiera querido que Samantha se sintiera así.
Una tarde, Tenoch la interceptó cuando estaba en la entrada del hospital.
—"Samantha, espera,"— dijo, acercándose con cierto nerviosismo.
—"¿Qué quieres, Tenoch? Estoy ocupada."—
—"Lo sé, pero... no puedes seguir así. Memo está luchando, y tú también deberías hacerlo. Él necesita que estés fuerte por él."—
Samantha bajó la mirada, sintiendo que sus palabras la atravesaban como un cuchillo. Alex y Marifer, que estaban un poco más atrás, también se acercaron.
—"Sam, no estamos aquí para pelear ni nada, pero estamos preocupados por ti,"— dijo Marifer. —"Memo no querría verte así."—
Aunque agradecía su apoyo, Samantha seguía sintiendo que nadie entendía el peso de su culpa.
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En casa, las cosas no eran más fáciles. Sus padres la observaban preocupados cada vez que llegaba con los ojos hinchados de tanto llorar y con el olor a cigarro impregnado en su ropa.
—"Hija, tienes que confiar. Memo va a salir de esta,"— le decía su mamá mientras Samantha se hundía en el sofá con la mirada perdida.
—"Eso dicen los médicos, pero ¿y si no lo hace? ¿Y si no despierta nunca?"— murmuraba Samantha, sintiendo que las palabras la ahogaban.
Su papá, que solía ser más reservado, se acercaba y le decía
—"Memo es fuerte, Samantha. Y nosotros también tenemos que serlo. Esto no es tu culpa."—
Pero para ella, nada de eso importaba. Cada vez que entraba al hospital y veía a Memo conectado a tantas máquinas, con sueros y parches monitoreando su estado, sentía que su corazón se rompía más.
Se quedaba junto a su cama durante horas, sosteniendo su mano, mirando su rostro pálido e inmóvil. El chico que siempre había sido su fortaleza ahora parecía tan frágil que apenas podía soportarlo.
—"Perdóname, Memo. Si hubiera estado más atenta, si te hubiera escuchado más... Esto es mi culpa,"— murmuraba, dejando que las lágrimas cayeran libremente sobre las sábanas.
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El dolor de Samantha la llevó a refugiarse cada vez más en el cigarro. Ya no era raro que se terminara una cajetilla en un solo día. Cada inhalada parecía ofrecerle un respiro momentáneo, pero la culpa volvía tan pronto como apagaba la colilla.
—"No debería haber dejado que esto pasara..."— repetía una y otra vez mientras hojeaba las páginas llenas de recuerdos.
Había noches en las que Samantha no podía dormir. Se quedaba en la ventana de su cuarto, mirando las luces de la ciudad, fumando cigarro tras cigarro mientras pensaba en él.
Cada vez que recordaba su sonrisa, el sonido de su risa o la calidez de su abrazo, el vacío en su pecho se hacía más grande.𓆝 𓆟 𓆞 𓆝
Aunque Pascual no tenía la obligación, continuaba llevándola al hospital cada tarde. Siempre estaba afuera, esperándola en el coche, para asegurarse de que no estuviera sola. Un día, cuando Samantha salió más devastada que de costumbre, Pascual la vio encender un cigarro y temblar mientras lo sostenía.
-"Señorita Samantha, no se haga daño,"-
le dijo, bajando del coche para acercarse.
Samantha lo miró, con los ojos llenos de lágrimas.—"¿Qué más puedo hacer, Pascual? Estoy perdida. No sé cómo seguir adelante sin él." —
-"Usted no está sola, señorita. A Memo no le gustaría verla así. Él es fuerte, y usted también lo es."—
Samantha asintió levemente, pero no pudo contenerse. Pascual, sin dudarlo, le ofreció un pañuelo y la ayudó a entrar al coche, decidido a cuidarla como siempre lo había hecho con Memo.
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🗣️: Hola soy Chosyaim, solo vengo a decir que lloré con el próximo capítulo y deberían preparar su estabilidad emocional 😭 (fin del comunicado chauu) 🥳🩰:ola soi Star y pues vayan preparando su estabilidad emocional xq andaba bien inspirada con rolas de José José y se me pasó la mano con Memo 🫠