𝐓𝐚𝐫𝐝𝐞𝐚𝐝𝐚🪩

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El día había pasado normal para todos, excepto para Mariana, ya que Samantha se la pasó todo el día insistiendo en que invitara al grupo de Memo a su tardeada.

—¿Para qué los invitas? Ni siquiera son tus amigos —dijo Paulina mientras se retocaba el maquillaje.

—Pues sí, pero yo solo lo hago por Memo... —respondió Samantha.

Mariana permanecía en silencio, escuchando los argumentos de sus amigas. Al final, la carita de perrito que le hizo Samantha la convenció; después de todo, no sería una fiesta sin ellos, ya que había invitado a toda la escuela.

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Más tarde, Samantha y Mariana estaban buscando a Memo, pero no lo encontraban por ningún lado, así que su última opción fue entrar a la biblioteca, pensando que podría estar hablando con Tenoch sobre el negocio. Así, Mariana podría aprovechar para invitar a los demás.

Cuando entraron, Samantha fue la primera en verlo. Con una sonrisa, se acercó rápidamente y, pasando los brazos por los hombros de Memo en forma de abrazo, le dio un beso en la mejilla mientras él seguía sentado. Mariana los miró con una sonrisa y luego empezó a hablar.

—Los iba a invitar a... —dijo Mariana, pero se quedó callada al ver cómo Memo también miraba de reojo a Samantha, quien lo seguía abrazando.

—¿A qué nos ibas a invitar? —preguntó Daniela, esperando a que hablara.

—Ah, sí, a mi fiesta. Es el viernes —dijo Mariana, moviendo la mano y sonriendo.

—¿Mañana? —preguntó Marifer, algo confundida y seria.

—Perdón por no decirles antes. Es que Pau me dijo "no los invites, ni siquiera son tus amigos". Pero la verdad es que sin ustedes no habría fiesta —les explicó con una sonrisa apenada.

Los demás solo se miraron, considerando si ir o no.

—Sam, ya vámonos. Ellos tienen que hablar de su negocio... —dijo Mariana.

—¿Me puedo quedar... verdad, Memo? —preguntó Samantha, mientras seguía abrazándolo.

Memo, al escuchar eso, se puso nervioso y volteó a ver a Tenoch, pero él solo negó con la cabeza.

—Perdón, pero es que Tenoch no quiere que nadie sepa de qué hablamos... —explicó Memo, algo apenado.

Samantha frunció el ceño y volteó a ver a Tenoch.

—Pinche Benito Juárez —dijo enojada, soltando a Memo e yéndose junto a Mariana, quien le dio un golpecito en la cabeza por lo que había dicho de Tenoch.

—¿Benito Juárez? —preguntó Memo, confundido.

—Ni me parezco, pero es el único oaxaqueño que conocen —respondió Tenoch.

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Al día siguiente, en la escuela, solo se hablaba de la tardeada de Mariana. Samantha fue a buscar a Memo para preguntarle si iría; lo encontró con sus amigos, sentado bajo el árbol más grande de la prepa. Ella respiró hondo y se acercó.

—Memo, ¿podemos hablar? —le dijo Samantha, sonriendo incómoda.

—Ah, sí —dijo Memo, levantándose. Apenas se puso de pie, Samantha lo tomó de la mano y lo llevó a otro lugar.

—¿Vas a ir a la fiesta de Mariana? —preguntó con una sonrisa, mirándolo.

—Sí, sí iré —respondió Memo.

—Bueno, entonces allá te veo. Es a las 8 —dijo Samantha, para luego darle un abrazo en agradecimiento por aceptar ir.

Eran las 8, y Samantha salió del lugar donde sería la fiesta. Llevaba una falda negra, blusa de tirantes roja, chaqueta negra y tacones rojos. Al escuchar un carro, supuso que era Memo. Memo, al verla, se quedó asombrado, y sus ojos se iluminaron.

𝓝𝓸 𝓭𝓮𝓳𝓮𝓼 𝓺𝓾𝓮...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora