𝐅𝐫𝐞𝐚𝐤?👤

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Era un día común y aburrido en la prepa. Samantha estaba en el salón, rodeada de sus amigas, negando una y otra vez lo que ellas insinuaban.

—¡Que no me gusta Memo, entiendan!—exclamó entre risas—. Es un pinche freak; si anduviera con él, sería solo para darle celos a Alex—añadió, riéndose, mientras las chicas alrededor estallaban en carcajadas.

Sacó su espejo compacto para revisar su maquillaje, pero al mirar el reflejo, vio a Memo afuera del salón. Él había escuchado sus palabras, y su mirada, apagada y triste, lo delataba. Samantha sintió un nudo en el estómago. Sin pensarlo, se levantó rápidamente de su asiento y salió corriendo tras él, pero Memo ya bajaba las escaleras con prisa.

—¡Memo!—gritó ella, alcanzándolo al final del pasillo, tomando su mano para detenerlo—. Todo lo que dije era una broma, ¿ok? Ya sabía que estabas ahí y quería molestarte, perdón—le dijo, intentando sonreír, aunque en el fondo sabía que mentía.

Memo bajó la mirada, sacudiendo la cabeza en un gesto de tristeza contenida.

—No sonó como una broma, Sam—respondió, tratando de mantener la calma, aunque sus nervios lo traicionaban. Sentir la mano de Samantha acariciando la suya le provocaba emociones encontradas—. De todos modos, tú y yo no somos nada, Sam—añadió con una sonrisa amarga, intentando ocultar su decepción.

Samantha no sabía qué decir. Se sintió atrapada, sin salida.

—No es por ti, Memo... es por los que te juntas, son... raros—dijo, buscando justificarse.

—Ellos son los primeros amigos que he tenido, Sam. No hables así de ellos—respondió Memo, su tono apenas un susurro, dolido.

—Bien, perdón...—Samantha sentía que debía hacer algo para arreglar la situación, así que lanzó la primera idea que cruzó por su mente—. ¿Quieres salir hoy?—le propuso, sonriéndole con una calidez falsa.

Memo, atrapado entre su tristeza y el anhelo de pasar tiempo con ella, no pudo rechazar la invitación.
     

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Esa tarde, Samantha lo esperaba en una banca del parque. Llevaba puestos sus audífonos y fumaba un Marlboro mientras escuchaba a Caifanes. Susurraba la letra de "Afuera" y, de vez en cuando, le daba una calada a su cigarro, perdida en sus pensamientos. Al ver a Memo acercarse, le hizo una seña y le ofreció el cigarro al llegar.

—No fumo, gracias—le dijo Memo, algo incómodo.

—Oye... perdón por lo que dije en la escuela—dijo Samantha, mirando hacia el suelo, sin atreverse a sostenerle la mirada.

Memo se quedó en silencio unos segundos, y luego, en un tono bajo, preguntó:

—¿En verdad te parezco un freak?

Samantha le dio una última calada al cigarro y lo aplastó contra el suelo antes de responder.

—Es que... mira, cuando te conocí, me pareciste freak por cómo hablabas. Y pues, no es tanto por ti, sino por los que te juntas, ¿sabes? Comparado a mi círculo, los tuyos son... raros—se explicó, con una mezcla de culpa y desdén—. Y lo de Alex... solo lo dije en broma. Él ni siquiera me interesa como para querer ponerlo celoso.

Memo intentó sonreír, aunque en sus ojos se reflejaba el dolor de sus palabras.

—Está bien, te creo, Sam—dijo con voz quebrada, desviando la mirada para evitar que ella notara el brillo en sus ojos—. Solo que... ellos fueron los primeros que me hablaron, y aunque sean "raros" para ti, son mis amigos. Los únicos amigos que he tenido—confesó, sintiendo una mezcla de tristeza y resignación.

Samantha se quedó en silencio, notando la tristeza en el rostro de Memo, y buscó cambiar de tema para aliviar la incomodidad.

—¿Qué escuchas, Sam?—preguntó Memo, mirando los audífonos que colgaban de su cuello.

—Caifanes. Estoy escuchando "Afuera"—respondió, sonriendo apenas mientras se quitaba los audífonos y se los colocaba a Memo, dejándose caer sobre su hombro mientras ambos escuchaban juntos.

—¿Te gusta Duncan Dhu, cierto?—le dijo Samantha, recordando los gustos de Memo.

—Sí, me gusta demasiado—respondió él, algo más animado, dejando que la música de Caifanes lo envolviera, aunque era una banda que él rara vez escuchaba.

—Voy a comprar un casete con rolas de Duncan Dhu para que las escuchemos juntos—dijo Samantha, sonriéndole. Memo le devolvió la sonrisa, aunque en sus ojos aún permanecía una sombra de tristeza.

De repente, Samantha lo miró, recordando la fiesta de Mariana.

—¿Vas a ir a la tardeada de Mariana?—le preguntó, sin imaginar que él no estaba invitado.

—¿Tardeada? No, no me invitaron... supongo que es porque no invitan a los de mi grupo tampoco—respondió Memo, disimulando la tristeza que le provocaba ser excluido.

Samantha lo miró, apenada, sintiéndose culpable por haber tocado un tema tan sensible.

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Ya había oscurecido cuando se despidieron. Samantha caminó a casa con una mezcla de emociones encontradas, mientras Memo se quedó esperando a Pascual, su chofer, quien finalmente llegó.

—¿Hueles a cigarro? ¿Estuviste fumando?—preguntó Pascual, levantando una ceja.

—No, yo no. Fue Samantha...—respondió Memo, poniéndose los audífonos y mirando por la ventana mientras el coche avanzaba, perdido en la música y en los pensamientos que lo abrumaban.

Al llegar a casa, se fue directo a su cuarto. Le dijo a Pascual que iba a dormir, pero en realidad se quedó acostado en la cama, mirando al techo, mientras las lágrimas caían sin control por sus mejillas. Se sentía atrapado entre el amor y la humillación, recordando las palabras de Samantha y dándose cuenta de que, para ella, nunca sería más que "el raro".

Aquella noche, lloró en silencio, deseando que la tristeza fuera solo un sueño pasajero. Pero sabía que, al igual que las canciones que escuchaba, esa melancolía estaba destinada a quedarse, a convertirse en parte de él.

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A estas horas yo vengo terminando sus capítulos valórenme pls😭😭

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𝓝𝓸 𝓭𝓮𝓳𝓮𝓼 𝓺𝓾𝓮...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora