El reloj marcaba las nueve de la noche cuando el coche de Memo tomó la última curva hacia la casa de Samantha. Las luces de las calles comenzaban a atenuarse, y la quietud del vecindario contrastaba con el bullicio de la feria que aún resonaba en la mente de ambos. Samantha, abrazada al enorme oso de peluche que Memo le había ganado, parecía tranquila, pero Pascual, con su experiencia y mirada analítica, tenía otra perspectiva.—"Joven Memo,"— comenzó Pascual, rompiendo el silencio mientras estacionaba el coche frente a un semáforo. —"Le voy a decir algo, pero no es para asustarlo... sólo para que esté preparado."
Memo, que estaba mirando distraído por la ventana, giró la cabeza con curiosidad. —"¿Qué pasa, Pascual?"
Pascual lo miró por el retrovisor con una expresión cautelosa. —"Mire, no es por nada, pero llegando a la casa de la señorita Samantha, lo más probable es que su papá quiera hablar con usted. Ya sabe... no son horas para que una señorita llegue a casa, y los papás siempre se preocupan."
Samantha, que había estado en silencio hasta ese momento, levantó la mirada con algo de nerviosismo.
—"¿Crees que mi papá esté molesto?"— preguntó, mirando a Memo con cierta inquietud.
Pascual asintió levemente mientras tomaba un desvío. —"No es que esté molesto, señorita, pero los papás a veces son... cómo decirlo... un poco estrictos con estas cosas. Más si no saben dónde estaban o a qué hora iban a volver."
Memo frunció el ceño, sintiendo un ligero peso en el pecho.
—"¿Debería haberlo llamado? No pensé que sería un problema."
Samantha suspiró, jugando con las orejas del oso de peluche. —"Mi papá confía mucho en mí, pero también es algo estricto con los horarios. Si no sabe dónde estoy, se preocupa. Y... bueno, Memo, a lo mejor sí quiere hablar contigo."
Pascual soltó una ligera risa, tratando de aligerar la tensión. —"No se preocupe tanto, joven. Mientras sea honesto y respetuoso, todo estará bien. Los papás valoran mucho eso."
Memo asintió, aunque sentía un ligero sudor en la frente. —"Gracias, Pascual. Creo que puedo manejarlo."
𓆝 𓆟 𓆞 𓆝
Cuando el coche finalmente se detuvo frente a la casa de Samantha, las luces del porche estaban encendidas, y la silueta del papá de Samantha se podía ver a través de la ventana, claramente esperando su llegada. Memo tragó saliva, tratando de calmarse mientras abría la puerta del coche.
—"Bueno... ya llegamos,"— dijo Memo, intentando sonar tranquilo.
Samantha miró hacia la casa, abrazando con más fuerza el peluche. —"Gracias por hoy, Memo. Me la pasé increíble."
—"Yo también,"— respondió él con una sonrisa, aunque sabía que el momento de relajarse aún no había llegado.
Cuando ambos bajaron del coche, Samantha se adelantó hacia la puerta, pero Memo se quedó de pie unos segundos, observando al papá de ella que ya había salido al porche. Antes de que pudiera decir algo, el hombre levantó una mano en señal de saludo y luego habló con un tono firme.
—"Memo, ¿puedes venir un momento? Quiero hablar contigo."
Memo sintió como si todo el aire se le fuera de golpe, pero rápidamente recuperó la compostura. —"Claro, señor."
Pascual, desde el coche, le lanzó una mirada alentadora y murmuró: —"Ánimo, joven. Usted puede."
Memo se acercó lentamente, y Samantha le lanzó una mirada de disculpa antes de entrar a la casa.