Era otro día normal en la prepa, sin nada fuera de lo común. Samantha estaba en el receso con sus amigas, hablando de los chismes más recientes, cuando de repente vio cómo unos chicos estaban cargando a Memo para hacerle "poste". Desde el incidente del día anterior, cuando él había roto su espejo sin querer, se llevaban un poco mejor y habían platicado un rato hasta que Pascual, el chofer de Memo, llegó por él.
—No mames... —exclamó Samantha, visiblemente preocupada, interrumpiendo el chisme que estaba contando y levantándose rápidamente de donde estaba sentada. Se acercó decidida hacia Diego, Erick y Benny, quienes sujetaban a Memo—.Ya déjenlo, no les ha hecho nada —dijo, mirando a Diego y quitando sus manos de las piernas de Memo.
—Samantha, solo le estamos dando la bienvenida. ¿O ya no te acuerdas cómo te reías de esto cuando andabas con Alex? —le respondió Diego, con tono burlón.
—Cállate, y ya déjalo en paz —replicó Samantha, empujándolo ligeramente. Sin embargo, Diego la apartó y siguió sujetando a Memo hasta que él y sus amigos le hicieron poste, dejándolo adolorido en el suelo.
Samantha se acercó a Memo, que se veía visiblemente triste.
—Perdón, no pude hacer mucho —le dijo, mientras le acariciaba la espalda para consolarlo. Memo solo se quedó en silencio, todavía afectado.
Al poco rato, llegaron Daniela y Tenoch. Samantha no se llevaba bien con ellos, especialmente con Tenoch, así que solo les comentó lo que había pasado. Poco después, aparecieron Alex y Marifer, lo cual la hizo sentirse incómoda. Marifer nunca había tenido una buena relación con ella, ya que Samantha era ex de Alex.
—Memo, ¿te veo a la salida? —le susurró Samantha al oído. Él asintió con la cabeza en silencio.
Al despedirse, se armó una pelea entre Alex y Diego, que acabaron agarrándose a golpes.
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Más tarde, en los baños, Samantha se arreglaba junto a sus amigas, Paulina y Mariana. Mientras se retocaba el maquillaje, sus amigas la molestaban por haberse metido en la pelea para defender a Memo.
—Admite que te gusta Memo, Sam, no lo niegues —dijo Mariana en tono burlón.
—¿Cómo crees, Mari? ¡Claro que no! Memo no es mi tipo. Es demasiado... freak, y además, se junta con esos que venden tareas —respondió Samantha mientras se ponía labial.
—Cuando sean novios, fingiré sorpresa —dijo Mariana con una sonrisa.
—Ay, Sam, ¿neta te gusta? —se burló Paulina.
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A la salida, Samantha vio a Memo esperando, mirando hacia la calle para ver si Pascual ya llegaba por él. Samantha decidió acercarse en silencio para asustarlo un poco. Corrió y le tomó los hombros por detrás.
—¡Buu! —le dijo entre risas. Memo se sobresaltó, dando un pequeño grito que hizo a Samantha reír aún más.
—Samantha... no me asustes así —dijo Memo, mirándola con una mezcla de sorpresa y alivio.
—Dime "Sam," no me gusta que me digan "Samantha" —le respondió ella, todavía riéndose.
—Bueno... Sam —dijo Memo, mientras la miraba fijamente.
—Ay, compárteme tu Frutsi —le pidió Samantha con una mirada suplicante, viendo el Frutsi que Memo sostenía.
—Mejor mañana te compro uno, o... ¿hay una tienda cerca? —preguntó Memo, que aún no conocía bien la zona.
—¡Sí, ven!
Samantha lo llevó a una tienda cercana que también vendía chácharas. Mientras Memo pagaba el Frutsi, ella se detuvo en una repisa y exclamó:
—¡No mames, este espejo no lo tengo! —dijo, emocionada, tomando el pequeño espejo y preguntando su precio.
—Ese está en 10 pesos —respondió el encargado.
—Creo que traigo el dinero... —dijo Samantha, buscando en su mochila. Por suerte, llevaba la cantidad justa y lo compró sin pensarlo dos veces.
Al salir de la tienda, Memo la miró curioso.
—¿Cuántos espejos de esos tienes? —le preguntó mientras ella tomaba su Frutsi.
—Muy pocos... creo que unos 50 —respondió ella, con una sonrisa—. Me gustan mucho, así que... sí, podría decirse que los colecciono.
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Por la tarde, Samantha, Paulina y Mariana fueron a rentar una película al videoclub del papá de Alex. Mientras escogían, notaron que Memo también estaba allí, y Samantha lo vio asomarse tímidamente por el mostrador para verla. Sus ojos brillaban y su rostro mostraba una expresión de emoción y nerviosismo. Al ver la expresión de Memo, Samantha le hizo un gesto para saludarlo, lo que lo hizo ponerse rojo como un tomate.
—Te ve como un perrito, Sam, ya no te hagas del rogar —le dijo Mariana mientras buscaban una película.
—Hasta los ojos le brillan —comentó Paulina, riéndose.
—Ya les dije que no es mi tipo... se junta con puros raros —murmuró Samantha, fingiendo desinterés mientras tomaba la película El joven manos de tijeras—. ¡Ay, miren, vamos a llevar esta! —dijo, sonriendo.
Sus amigas aceptaron sin dudar, pero la sonrisa de Samantha no solo era por la película. Sabía que, aunque insistiera en que Memo no era "su tipo", algo en él seguía despertando su interés. Y aunque lo negara frente a los demás, en el fondo, empezaba a admitir que había algo en Memo que le hacía ver el mundo un poco distinto.
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Con el próximo capítulo van a llorar 🫠
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