Era un lunes, apenas habían pasado dos días desde la fiesta. Memo no recordaba mucho de lo que había sucedido, solo que había tomado demasiado y que en algún momento había besado a Samantha. Ese momento, sin embargo, estaba grabado en su mente como un tatuaje. Por más borroso que estuviera el resto de la noche, ese beso no se le olvidaría jamás.Mientras caminaba por los pasillos de la escuela, Memo notó cómo un grupo de chicos lo miraba fijamente. Sin previo aviso, comenzaron a corear su nombre, algo que lo dejó completamente confundido. Fue entonces cuando Tenoch, que venía caminando a su lado, le dio una palmada en la espalda.
—Memo, te volviste popular —dijo Tenoch, sorprendido y casi divertido por la situación.
Memo solo negó con la cabeza. Aún no entendía cómo había pasado de ser "el invisible" a ser el chico de moda en tan poco tiempo.
Durante el receso, Memo estaba sentado junto a Samantha en una de las bancas del patio. Ella se había recargado sobre su hombro mientras bebía un Boing de uva. El ambiente entre ellos era cómodo, pero también estaba cargado de una tensión silenciosa, como si ambos supieran que había algo que necesitaban decir pero ninguno se atreviera a romper el silencio. Finalmente, fue Samantha quien habló.
—¿Qué se siente ser popular? —preguntó con una sonrisa divertida, aunque había un leve tono de ironía en su voz.
—No soy popular... —respondió Memo casi de inmediato, pero justo en ese momento dos chicas se acercaron a ellos.
—Memo, ya sabemos que vas a ir a la tardeada —dijo una de las chicas, emocionada.
—Súper que vayas —añadió la otra, lanzándole una sonrisa antes de irse.
Samantha las miró de reojo con el ceño ligeramente fruncido. Estaba claro que aquello no le había hecho mucha gracia. Memo, al notar la expresión de Samantha, intentó calmar la situación.
—No sé quiénes son... ni siquiera sé dónde es la tardeada —dijo mientras negaba con la cabeza, visiblemente nervioso.
—Ajá... —respondió Samantha con un tono que mezclaba molestia y sarcasmo.
Memo, al ver que no lograba calmarla, optó por abrazarla.
—Solo iría si vas tú —le dijo en un tono sincero, tratando de aliviar la tensión.
𓆝 𓆟 𓆞 𓆝 𓆟
En la clase de inglés, la maestra anunció que harían un proyecto en parejas. Memo miró a Samantha, quien lo observaba con ojos suplicantes. Él solo sonrió y levantó la mano.
—Maestra, yo haré el trabajo con Samantha —dijo Memo, algo nervioso.
La maestra asintió y anotó sus nombres en la lista. Samantha respiró aliviada y le sonrió a Memo, quien respondió con un ligero movimiento de cabeza.
Al terminar las clases, ambos estaban saliendo juntos de la escuela cuando Samantha aprovechó para invitarlo a su casa.
—¿Entonces vienes a mi casa? —le preguntó con un tono casual, aunque la verdad era que estaba nerviosa por lo que quería hablar con él. —Igual quiero hablar contigo sobre lo que pasó en la fiesta... —añadió, bajando un poco la voz.
Memo sintió que el color le subía al rostro, pero sabía que era necesario aclarar las cosas.
—Está bien, yo voy. Hablamos de lo que pasó. Te juro que no quería incomodarte, Sam... —dijo con sinceridad, aunque su voz temblaba un poco.
Samantha no respondió de inmediato. Sacó una cajetilla de cigarros de su mochila, agitándola sobre su mano para abrirla. Era evidente que ya tenía rato queriendo fumar. Memo no tenía problema con que las personas fumaran, pero sabía que ese era un hábito que a Samantha no le hacía bien.