Capítulo 11

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A mí me da mucha tristeza escribir siempre desde la perspectiva de Abel.
:( Me costó mucho organizar las ideas para este capítulo, pero bueno, aquí está.

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El sonido de la estufa encendida era lo único que hacía que la casa no estuviera en total silencio. Tenía la atención fija en la olla en donde se calentaba la cena de Set. Cuando mi hermano dejó el plato vacío me dijo que después de bañarse se iría a la cama, entonces le deseé buenas noches. Yo me quedé un rato más en la cocina, viendo pasar el tiempo a través de una planta que empezaba a secarse. Estaba cansado, pero no acostumbraba a dormir sin mis papás en casa, así que apoyé un lado de la cara sobre la mesa para evitar caerme en medio del sueño que quería cerrarme los ojos. En ese momento, sentí que la tranquilidad era mía, tan agradable que deseé que fuera eterna. Sentir mi respiración, el aire cálido de la cocina; no pensar en nada, con los ojos cerrados… me hizo darme cuenta que era lo que venía buscando desde hacía varios días. Si no hubiera sido porque la puerta se abrió de repente, seguro que esa noche la pasaba ahí.

Salí de la cocina y llegué a la sala. Mamá llevaba el pelo atado y una expresión seria, que dejaba ver las ojeras que ahora eran notables por el desgaste de su maquillaje. Dejó sus cosas en el sillón y se metió al baño, para después, salir con la cara lavada y una actitud en la que no tenía ganas de hablar con alguien. Preparó una taza de café y en menos de lo que hubiera imaginado, tomó asiento en el comedor. Luego, encendió su laptop y se puso los lentes que siempre usaba cada vez que tenía que calificar las tareas y los trabajos de sus alumnos.

Para entonces, creí que lo mejor era si me iba a mi cuarto, no quería molestarla. Ya casi subía las escaleras cuando de reojo, noté que la pluma con la que mamá calificaba los exámenes, rodó por el suelo. Me volví rápido para alcanzarla y dársela, pero lo único que me llevé fue una mala reacción de su parte: me miró con una seriedad que me hizo sentir incómodo y retroceder. Ella se encargó de alzar la pluma y la dejó sobre la mesa. Me hice a un lado en cuanto noté que regresaba a la entrada, no me extrañó que diera un portazo.

Suspiré. Me imaginaba que la fastidiaba, pero no al grado de hacerla salir de esa manera. Y eso me hizo sentir mal. Se me hizo un nudo en la garganta, pero me dije que no iba a llorar. Había aprendido que de nada servía hacerlo, con eso solo conseguía que mis papás se molestaran. Había dejado de contar las veces en las que en lugar de recibir un «te quiero» de su parte, me decían que dejara de llorar, porque a nada llegaría si era tan débil. No había día en que no me lo recordaran.

Me acerqué con cuidado a la mesa, justo para ver que mamá apenas iba a la mitad de los exámenes. A esa edad, fui más consciente de lo pesado que podía ser estar frente a un grupo y dejé de juzgar tanto a mis maestros para comprenderlos un poco mejor. Lo de ella veía a diario. Siempre se quedaba a altas horas de la noche planeando sus clases para el siguiente día, calificando exámenes y tareas, elaborando actividades…

Mis ojos llegaron sin querer a una carpeta en la que se leía «Actividad de introspección, qué piensas de ti, tu familia, amigos y personas que te rodean. Grupo 02». La curiosidad fue mayor que otra cosa, por lo que, al asegurarme de que no había señal de mamá, abrí la carpeta. Me encontré con al menos unos quince escritos con los nombres de sus alumnos. Leí el primero, el segundo, el tercero y, en todos, me llamó la atención lo que tenían escrito en la parte de «personas que te rodean» porque hablaban de mamá y lo que pensaban de ella como maestra.

«La maestra Evelina es muy linda con todos nosotros, siempre trae actividades divertidas. Es tan buena maestra, ojalá que nos pueda dar clase el próximo ciclo».

«Es sin duda, mi clase favorita. La profa es tan buena onda que si no entiendes un tema, te lo vuelve a explicar sin enojarse y te anima a seguir intentándolo cada vez que te equivocas. Nos tiene mucha paciencia. Es la mejor».

Caín y Abel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora