Caín y Abel

Capítulo 15

Inicia una nueva etapa en la vida de los protagonistas, de las tres más que habrá y me dejan así: 😿💔

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Pintar. Nada me salvaba más que eso. En los cuadros decía lo que no podía con las palabras, eran los únicos que me entendían. Con el paso del tiempo, fui experimentando muchos estilos y muchas técnicas hasta que llegué a algo que me hacía sentir cómodo. Me había interesado por cuadros en el ámbito de la ilusión óptica con óleos, de esos en los que puedes crear imágenes ocultas que necesitas ver dos veces para entender los detalles. Pintaba rostros, paisajes, animales o cualquier cosa que se me ocurriera y tuviera ese sentido. Terminé con mucha satisfacción un cuadro en el que en un primer plano, se veía el rostro de una mujer con el cabello blanco y de mirada triste, llorando; pero que si lo mirabas desde otra perspectiva, eran las tonalidades de un cielo azul el que daba color y forma a su rostro, al cabello blanco lo formaban, en realidad, pinceladas un tanto distorsionadas de las nubes. Unas finas ramas provenientes de un árbol y algo torcidas, daban la sensación de estar viendo su nariz y las pequeñas hojas que caían de ese árbol, parecían ser las lágrimas de su dolor.

Me levanté de mi asiento y dejé caer los pinceles dentro de un recipiente con agua. Luego de lavarme las manos, me cambié de ropa y salí de mi cuarto para ir a la cocina.

Como mi papá se encontraba en la sala, revisando unos papeles, al poco rato me habló para que lo fuera a ver. Tomé asiento en el sillón de al lado y esperé a que hablara. Se quitó los lentes y me miró:

—Desde hace tiempo que quiero hablar de esto contigo, pero por una cosa u otra se me había pasado. ¿Ya pensaste qué harás dentro de tres años?

Moví la cabeza sin entender.

—Sí, Abel. En tres años tienes que elegir carrera. ¿Ya pensaste a qué universidad irás?

Que me preguntara eso, me parecía demasiado pronto. Apenas iba a dos semanas del primer semestre de preparatoria. Y me pareció todavía más extraño que lo dijera así sin más, como si ignorara el hecho que lo más obvio era que aplicara a algo relacionado a las Artes Visuales.

—No pensarás en seguir con esto de la pintura, ¿o sí? —Como no contesté rápido, mi papá dejó a un lado los papeles y se fijó en mí con más atención—. ¿Abel?

—¿Por qué no sería una opción? —dije en su lugar.

—¿Como que por qué? ¿Que no es obvio? —Soltó una risita—. A ver, Abel, pongámonos serios. Está claro que la pintura no puede ser más que un mero pasatiempo para ti. Lo que necesitas es pensar en una buena carrera que de verdad te garantice un buen futuro. No me digas que creíste que eso iba a ser para siempre, ¿o sí lo pensaste así? ¿Abel? Dime algo.

—Papá, pero es que yo sí quiero dedicarme a eso.

—¿Y de qué vas a vivir? ¿Haciendo dibujitos y pinturas nada más? Y peor aún, ¿en este país que no valora eso? Lo de hoy es ser doctor, ingeniero o abogado. Pero como sé que no te gustan las matemáticas, agradéceme que no te estoy obligando a ser ingeniero industrial como yo. Al contrario, te estoy dando la oportunidad de escoger por tu cuenta.

Ya no pude decirle algo más porque le entró una llamada del trabajo y aunque me pidió que lo esperara, no lo hice. En su lugar, hice como que tenía cosas que hacer para librarme de él. Así, volví al cuarto y me acosté en mi cama, con los brazos por encima de mi cabeza. Lo que había dicho me había dejado pensando. ¿De verdad se había hecho la idea de que esto era solo un simple pasatiempo para mí? Mi papá siempre me había apoyado en todo lo relacionado a los estudios y a las cosas que me gustaban.