Capítulo 12:Una carta silenciosa

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Kaguya siempre se había mostrado fría, sarcástica y desinteresada hacia los demás.

La típica chica que le podrías decir el peor insulto y esta actuaba como si nada no importandole ni un poco.

Alguien que no le importaban los demás más que ella misma.

Pero era todo lo contrario......

Si hay algo que le sobraba a Kaguya era el gran orgullo que tenía, ese enorme orgullo que impedía que mostrara lo que verdaderamente sentía.

Ya que aunque se mostrará desinteresada por fuera, por dentro quería mucho a su familia preocupándose por cada una de ellas, incluso siendo capaz de dar la vida por ellas si la situación lo ameritaba, incluso con Ryuu.

Kaguya siempre velaba por la seguridad de cada una de ellas aunque estas no se dieran cuenta a excepción de algunas como Neze o Alise que sabían muy bien lo que verdaderamente sentía su amiga.

Aunque fuera muy arrogante tenía su lado bueno y protector.

Y ese lado protector era mucho más grande cuando se trataba de su bella diosa.

Si había alguien que Kaguya protegiera mucho más que cualquier otra sin duda alguna era Astrea, después de todo había jurado jamás permitir que ella fuera dañada.

Cuando su diosa salía y le pedía que la acompañará esta siempre caminaba a su lado y miraba con unos ojos de muerte a todos los hombres que intentaban mirar con ojos lujuriosos a su pura diosa.

Los odiaba ya que a sus ojos todos esos tipos solo querían hacerle daño y jugar con ella.

Jamas permitiría que nadie se acercara a ella con segundas intenciones.

Pero eso cambiaría cuando alguien se acercó a su diosa de una manera distinta al resto.

Por medio de cartas.

Ese día la sede se puso patas arriba en el momento en que su diosa recibió esa carta de amor donde Astrea no sabía que pensar sobre ello notándose la leve incomodidad en su rostro.

Y obviamente Kaguya no sintió ni una pizca de confianza en esa carta creyendo firmemente que era otro enfermo queriendo aprovecharse de ella.

Por suerte pudo notar la incomodidad en los ojos de su diosa sabiendo que ese pobre idiota no lograria nada con sus estupidas cartas.

Pero eso con el pasar del tiempo fue cambiando.

Semana tras semana las cosas iban cambiando cada vez más.

Todos los lunes de cada semana una nueva carta iba apareciendo en el buzón de la familia, una carta de amor dirigida a Astrea.

Y con cada carta de amor la forma de pensar de la diosa iba cambiando con ese chico misterioso.

Esa expresión de incomodidad que tenía antes al leer la carta se había transformado poco a poco en una linda sonrisa leyendo cada párrafo de dicha carta notándose en sus ojos que le gustaba mucho leerlas.

Carta tras carta que Astrea leía con esa emoción y felicidad en sus ojos.

Todas sabían lo que estaba pasando y Kaguya fue la primera en darse cuenta de ello.

Su diosa se estaba enamorando de esa persona misteriosa solo con esas simples cartas.

¿Que tenían de especiales?.

Era lo que se preguntaba Kaguya cada vez que miraba la felicidad en los ojos de ella.

Una vez su diosa dejó la carta en el sofá mientras se iba a preparar un té y Kaguya aunque sabía que era algo de muy mala educación se acercó al sofá y leyó la carta para ver que las hacían tan especiales.

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