La noche finalmente llegó y con ella el momento del baile, todo se había organizado en un gran barco decorado con elegancia y gritando en cada extremo: Bella y Bestia. Las luces brillaban sobre las aguas tranquilas mientras el barco se balanceaba suavemente en el puerto. La música resonaba en el aire, mezclándose con las risas y el murmullo de los invitados que llegaban vestidos con sus mejores galas.
—Un baile en un barco —chistó Zagreus, con leve incredulidad—. Claro, porque nada es más romántico que vomitar por un mareo.
—¿Quieres dejar de criticar todo por cinco segundos? —Mal puso los ojos en blanco, pero su sonrisa traicionaba la seriedad en su voz.
Todo lo contrario a lo que el peli-negro llegó a creer, la converción entre Mal y Ben resulto de maravilla, habían arreglado las cosas y quedado en buenos terminos, quizás costaria para recuperar la relación de amistad que alguna vez tuvieron, pero podían iniciar de cero, y eso era algo que la peli-morada deseaba. Poder iniciar esta vez completamente sin mentiras sobre lo que quería y quien era.
Más de una persona les daba miradas extrañas y se detenía para verlos cada que pasaban, preguntando por qué motivo Mal estaba recargada en la barandilla del barco cuando se supone, debería estar preparándose para la presentación donde se le nombraria dama de la corte, y lo más importante, ¿quién era el muchacho tan parecido a ella de cabello negro que estaba a su lado? Ninguno debía pensarlo más de dos segundos para darse cuenta que el chico emanaba un aura que no invitaba a una conversación ni mucho menos a presentarse con una sonrisa.
Evie no había mentido al decir que el traje de Zagreus combinaba a la perfección con el vestido de Mal, cuyo color era una combinación perfecta entre el morado, negro y fiusha, casi de acuerdo con su cabello. Dos dragones estaban bordados en su pecho con hilo negro, un cinturon adornaba su cintura junto a una banda que se unia a él, cubriendo un pequeño extremo del escote, ambos color negro con lineas verdes.
Incluso habían bordados de flamas en el escote, en partes de la falda, y en los guantes largos de cuero morado oscuro, dándole un aire salvaje y majestuoso, como si su vestido no fuera solo una prenda, sino una declaración. Cada detalle hablaba de quién era Mal: una hija de la Isla, hija de Maléfica, y Zagreus nunca estuvo más orgulloso por un vestido.
—Ese es nuevo —mencionó el mayor, tomando una mano de su hermana para ver el anillo entre sus dedos—. Un corazón rojo, eh.
—Y un dragón morado —La voz dulce atrajo la atención de ambos. Evie sonrió de lado, con su mano levantada para mostrar el anillo con una figura de dragón entre sus dedos.
Mal se quedó en silencio, con la mirada fija en su hermosa princesa. La sola palabra “hermosa” quedaba corta para la divinidad que estaba observando. Una diosa maravillosa y perfecta en cada sentido, con unos hermosos iris oscuros que parecían contener todo el universo en su profundidad. Mal no podía apartar la mirada, atrapada por el brillo de los ojos de Evie, y por un momento, olvidó dónde estaban y quiénes eran.
—Vas a tragarte una mosca —Zagreus murmuró, compartiendo una mirada divertida con su cuñada mientras Mal casi babeaba ante la belleza de la hija de la Reina Malvada.
Mal no respondió, solo se acercó a su princesa, sintiendo como sus pies casi flotaban en el aire. Era un momento suspendido en el tiempo, un instante en el que solo existían Evie y esa sonrisa que siempre lograba desarmarla.
—Luces.. perfecta —musitó la peli-morada, tomando las manos de Evie para girar junto a ella. Un movimiento suave, pero que atrajo la mirada de todos.
Evie dejó escapar una risita suave, inclinando la cabeza ligeramente mientras sus ojos brillaban con un toque de picardía. Sus dedos entrelazados con los de Mal eran cálidos, un contraste con el leve aire frío que comenzaba a levantarse en la cubierta del barco.
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𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎́𝐍 𝐀𝐍𝐃 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍.
Fanfiction𝐀𝐌𝐀𝐑 𝐘 𝐒𝐄𝐑 𝐀𝐌𝐀𝐃𝐎 eran dos cosas diferentes; y un dragón no podía ser amado por una princesa. 𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐇𝐀𝐃𝐀𝐒, dónde el príncipe siempre se queda con la princesa. 𝐃𝐎́𝐍𝐃𝐄 hay dos corazones felices, hay un tercero roto...