14

1.2K 77 3
                                    

Sábado por la mañana deben ser las 9 am o tal vez más temprano, me encuentro recorriendo la enorme casa de Will, es extraño que sea tan grande para una persona sola... ¿Habrá tenido familia?, es la respuesta más lógica para tener un lugar tan grande para vivir. La gente adinerada y sus gustos... En fin, recorriendo un poco más, descubrí que tiene hasta un pequeño gimnasio, eso explica el físico de Will, ¿quién lo hubiese pensado?, hay bastantes habitaciones y muchas de estas se encuentran vacías, si tuvo familia esta se fue hace mucho por lo monótonas de las habitaciones, paredes blancas, piso café, muebles blanco y en si todo blanco... que aburrido... sigo caminando por un pasillo y me encuentro con otra puerta más alejada que las demás, me encojo de hombros, no me sorprendería que fuese un spa o algo así, tomo la perilla dispuesta a abrirla, pero una mano rápidamente toma la mía asustandome.

- ¿Qué crees que haces? - la voz de Will suena muy molesta y tensa, asustadome, no lo escuché llegar, intento zafar mi mano, pero Will no lo permite y sólo la sujeta con más fuerza haciéndo que me duela, ¿que este hombre no sabe que uno siente?

- ¡Te hice una pregunta! - su voz sube bastantes tonos y me intimida, miro mis pies descalzos asustada, Will nunca me había gritado de esa forma. Me pregunto ¿qué lo habrá alterado tanto?.

-Exploraba, mi Señor- murmuro tratando de hablar por el miedo de la situación, toma mis mejillas y tira de mi cara para quedar casi frente a frente, esto duele y asusta mucho.

-No quiero que vuelvas a intentar de entrar a esta habitación ni a ninguna otra que no conozcas, ¿entendido?- sólo asiento y al fin me suelta del todo, me alejo rápidamente de él antes de que se le ocurra volver a apretarme, o peor, castigarme.

-Ahora ve a tu habitación y no quiero que salgas hasta que yo te diga- vuelvo a asentir rápido y giro para empezar a caminar a mi habitación, apuro el paso para alejarme lo más pronto de él.

Escucho como le pone llave a la habitación que casi entro, no sé porqué se enojó tanto, está claro que no es una habitación como el resto, debe tener algo que no quiere que yo vea o tal vez sólo le molestó el hecho que anduviera de intrusa por la casa, pero en mi defensa, no es mi culpa que tenga una casa tan grande y que yo esté aburrida. Sigo pensando y por su actitud y enojo no es una habitación cualquiera, tiene algo de importancia, quizás allí hay algo que me permita escapar y por eso se enojó tanto...

Me vuelvo a tirar en la cama con intención de poder dormir un poco, pero el sueño ha desaparecido por completo de mi cuerpo, así que simplemente me quedo acostada viendo el techo, pensando en qué hacer, ¿será que puedo volver a intentar entrar? obviamente necesito la llave, cosa que realmente será difícil de conseguir, Will debe tenerla consigo en todo momento, suspiro frustrada. Después de 30 minutos más o menos, entra Will, su mirada sigue igual de seria, esto enciende mis alarmas, pensé que ya se habría calmado un poco, pero, veo que no fue así, hay dos opciones o viene a desquitarse o sea, castigarme, o sólo viene a regañarme y espero que sea esta última. No necesito mas golpes en mi piel.

-No sé porqué usted se encuentra enojado- murmuro rodando los ojos, antes de siquiera que él pueda decir algo, lo cual por su expresión no se lo esperaba, cambia de expresión y sube ambas cejas con un gesto de falsa impresión y se sienta a mi lado en la cama, yo me alejo al otro extremo, para evitar cualquier movimiento sorpresa por parte de él.

-Quiero estar sola- digo dándole la espalda, aún no dice nada, pero por su expresión... no necesita decir algo, se nota que está molesto y eso me molesta a mi, ahorita no lo quiero tener cerca, le doy la espalda mientras me acomodo acostándome de lado.

-Creo que ya te he dicho que aquí no se hace lo que tú quieras, si no, lo que yo ordeno- siento una fuerte nalgada que me hace chillar y darme vuelta para enfrentarlo, o eso me gustaría, pero la verdad al verle el rostro y mirarlo a los ojos, cualquier atisbo siquiera de valentía desaparece, su mirada asusta y su porte intimida.

Sí, mi señorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora