La mesera regresó a su mesa con una sonrisa amigable, seguida por un pequeño gatito que se paseaba detrás de ella. Haein levantó la vista del menú, un poco sonrojada, y trató de disimular su expresión.
—¿Listos para hacer su pedido? —preguntó la chica, que parecía haber notado la atmósfera ligera pero cómoda entre ambos.
Haein asintió rápidamente, buscando cambiar de tema para calmar el calor que sentía en sus mejillas.
—Sí, creo que yo tomaré un frappuccino de caramelo, por favor —dijo, con una sonrisa tímida.
Yeonjun, quien todavía tenía una ligera sonrisa en sus labios, miró a la mesera antes de pedir.
—Y yo un latte de vainilla, por favor —hizo una pausa, mirando a Haein con una pequeña sonrisa—. Pero si te apetece otro tipo de café o algún bocadillo, no dudes en pedirlo también.
Haein le devolvió la sonrisa, aliviada por el cambio de tema y por la suavidad con la que él siempre decía las cosas. La mesera anotó sus pedidos y se alejó rápidamente para prepararlos, dejando a los dos en un breve silencio.
Haein tomó un respiro, aliviada de que la atención ya no estuviera sobre ella. Miró a Yeonjun, que seguía observándola, y se sintió de alguna manera reconectada, como si la conversación anterior solo hubiera sido una de esas pequeñas distracciones divertidas entre ellos.
—Gracias por no seguir molestándome con... eso —dijo Haein, riendo suavemente para quitarle peso a la situación.
—No fue mi intención incomodarte —respondió Yeonjun, con una mirada sincera—. Solo dije lo que pensaba. Es algo que me gusta de ti: eres genuina, como si no intentaras ser algo que no eres.
Haein se encogió de hombros, una leve sonrisa jugando en sus labios.
—Supongo que siempre he sido un poco... "suave", como tú dijiste —miró los gatos a su alrededor, un pequeño suspiro escapando de sus labios—. No puedo evitarlo, me gustan las cosas simples, y eso incluye a los gatos, el perfume, y hasta los colores suaves.
Yeonjun se acomodó en su asiento, sin apartar la mirada de ella.
—Es algo especial. Y eso hace que todo a tu alrededor se sienta un poco más cálido, como un refugio —hizo una pequeña pausa—. Quizá por eso me gusta tanto pasar tiempo contigo. Es... fácil, sabes.
Haein, sorprendida pero complacida, lo miró por un momento largo. Había algo en sus palabras que la hizo sentir más conectada con él, algo que no había experimentado antes. No solo por lo que él decía, sino por cómo lo decía: con una naturalidad que le hacía sentir como si las cosas entre ellos fueran fáciles, como si el tiempo se deslizara sin presiones.
La mesera regresó con las bebidas, interrumpiendo el momento justo antes de que Haein pudiera responder. Colocó las tazas sobre la mesa, sonriendo.
—Aquí tienen, un frappuccino de caramelo y un latte de vainilla. ¡Disfruten!
Haein agradeció, y la mesera se retiró, dejándolos a solas nuevamente. Yeonjun tomó su latte con tranquilidad, y Haein, sonriendo, probó su frappuccino. El sabor dulce y frío la hizo sentir un poco más relajada, y miró a Yeonjun.
—Creo que me estoy acostumbrando a esto —dijo, mientras tomaba un sorbo de su bebida—. A las citas así, sin demasiada presión.
Yeonjun la miró y asintió.
—Es lo mejor, ¿no? A veces las cosas sencillas son las más divertidas.
Haein sonrió, sintiéndose más relajada a medida que avanzaba la conversación. Las palabras de Yeonjun habían calado más profundo de lo que había esperado, y por un momento, la idea de compartir algo más que un simple café se volvía cada vez más atractiva.
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Forty One Winks.
RomanceEn el vibrante campus de la Universidad de Corea, dos mundos opuestos se encuentran. Kang Haein, una talentosa estudiante de Diseño de Modas, lucha por abrirse camino en un entorno competitivo mientras navega las presiones creativas y personales. Po...