10- Enchanted.

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Haein, animada por la conversación ligera, sacó su celular y comenzó a buscar su lista de reproducción favorita.

—¿Quieres escuchar algo? —le ofreció, mostrando su pantalla.

Yeonjun se inclinó ligeramente hacia adelante, observando la pantalla con interés.

—A ver... ¿Qué tienes aquí?

—Es una mezcla de todo —dijo ella, encogiéndose de hombros, mientras le mostraba una lista de canciones cuidadosamente seleccionadas con títulos que iban desde baladas melancólicas hasta ritmos optimistas.

Antes de que pudiera pasarle un audífono, Yeonjun, con su habitual descaro, tomó el celular de sus manos.

—¿Qué estás haciendo? —protestó Haein, tratando de recuperarlo, pero él simplemente se giró para alejarlo de su alcance.

—Explorando tu mundo musical. Necesito ver qué tipo de persona eres según tus canciones —respondió él, sonriendo mientras revisaba la lista.

Haein lo miró, medio indignada, medio divertida.

—¡No es justo! Al menos pide permiso antes de invadir mi privacidad.

Yeonjun rio mientras sacaba un par de audífonos de su propia mochila. Sin darle tiempo a replicar, conectó los audífonos al celular de Haein y colocó uno en su oído antes de ofrecerle el otro.

—Vamos, comparte un poco de tu universo conmigo.

—¡Yeonjun! —exclamó, aunque tomó el audífono con resignación, algo avergonzada pero también curiosa por su reacción.

La primera canción que sonó fue Enchanted de Taylor Swift. Yeonjun arqueó una ceja, como si estuviera analizándola.

—¿Taylor Swift? —preguntó, divertido—. ¿Es tu cantante favorita? Creo que Taehyun me lo dijo.

Haein se encogió de hombros, sintiéndose un poco expuesta.

—¿Por qué no? Tiene letras que te hacen sentir cosas... cosas complicadas.

—¿Complicadas como los patitos superhéroes? —bromeó, ganándose un leve empujón en el brazo de parte de Haein.

—¡Ya basta con los patitos! —dijo, aunque no pudo evitar sonreír.

Mientras la canción seguía sonando, Yeonjun cerró los ojos por un momento, inclinándose un poco hacia atrás. Era raro verlo tan tranquilo, tan receptivo, como si realmente estuviera disfrutando de la experiencia.

Cuando llegó el estribillo, Yeonjun abrió los ojos y la miró.

—¿Y si esta canción estuviera en tu vida ahora? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y tono juguetón—. ¿Quién sería el tipo que te tiene tan pensativa?

Haein lo miró, sintiéndose acorralada por la pregunta.

—N-no sé de qué hablas. Solo me gusta cómo suena.

Él sonrió, claramente satisfecho con su reacción, y volvió a cerrar los ojos mientras tarareaba suavemente el ritmo.

—Entonces, ¿cuál es la próxima? —preguntó finalmente, sin abrir los ojos, como si ya estuviera cómodo compartiendo este pequeño momento con ella.

Haein suspiró, aunque no pudo evitar sonreír mientras buscaba otra canción para añadir a su pequeño concierto improvisado. Había algo especial en compartir música con alguien; era como abrirle una ventana a su alma, y por primera vez, no le parecía tan aterrador.

Forty One Winks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora