6- Juego de guiños.

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Jiyu se recostó en el respaldo de la banca, con la mirada fija en Haein, quien aún parecía perdida en sus pensamientos. Había un brillo travieso en sus ojos mientras se ajustaba el bolso sobre su hombro.

—Mira, Haein —comenzó Jiyu, con una sonrisa que denotaba que ya tenía algo en mente—. Ya sé lo que necesitas.

Haein la miró con curiosidad, algo escéptica.

—¿Qué necesito? —preguntó, con tono cansado, como si el día ya hubiera sido demasiado largo para pensar en más cosas.

Jiyu se inclinó hacia ella, su voz se suavizó y su expresión se volvió más seria, pero aún con un toque de burla.

—Lo que necesitas es un juego, un juego para que dejes de darle tantas vueltas a todo esto.

Haein frunció el ceño, sintiendo que, quizás, la idea no era tan mala. Sin embargo, aún no estaba segura.

—¿Un juego? ¿Qué tipo de juego?

Jiyu sonrió con picardía.

—El juego de los guiños. Cada vez que Yeonjun te dé uno, los cuentas. Y, al final, verás cuántos ha habido... ¡y quién sabe! Tal vez hasta termines enamorándote sin darte cuenta.

Haein, aunque dudosa, no pudo evitar que una risa nerviosa escapara de sus labios. El concepto era tan ridículo que, de alguna manera, parecía una solución fácil.

—¿En serio? ¿Un juego? ¿Contar guiños?

Jiyu asintió, con una sonrisa amplia.

—Sí, un guiño es como una señal, una forma de conectar, sin decir nada con palabras. Si te concentras solo en eso, podría ayudarte a ver las cosas de otra manera. Además, hasta ahora, ¿cuántos guiños te ha dado? Tres, ¿no?

Haein se quedó en silencio un momento, haciendo un recuento en su cabeza. Los guiños, esos pequeños gestos que parecían tan insignificantes pero que, al mismo tiempo, la hacían sentir cosas que no lograba entender del todo. Finalmente, suspiró, reconociendo que, sí, efectivamente, ya habían sido tres.

—Tres...

Jiyu asintió con entusiasmo.

—¡Exacto! Tres guiños. Y, según las reglas, ahora estás en el juego. A partir de ahora, cada guiño cuenta.

Haein se sintió un poco ridícula, pero al mismo tiempo, algo en su interior se agitó. ¿Qué si realmente contaba con algo más detrás de esos gestos? ¿Qué si su propio corazón estaba empezando a entender cosas que su mente no podía procesar aún?

—De acuerdo... pero si llega a ser más de tres... —Haein levantó una ceja—, ¿qué hago entonces?

Jiyu soltó una risa divertida.

—Bueno, entonces tal vez te tocará admitir que no estás tan lejos de caer en la trampa del capitán.

Haein frunció el ceño, pero no pudo evitar sonrojarse un poco ante la idea. En su cabeza, un pequeño pensamiento susurraba que tal vez, solo tal vez, este juego podría tener algo de verdad en él. Pero aún no estaba lista para admitirlo. No lo estaba.

—No me hagas hacer esto, Ji... —murmuró, mientras se levantaba de la banca y sacudía su chaqueta.

Jiyu se levantó rápidamente también, dándole un golpe en el hombro, como si al hacerlo hubiera sellado el destino de Haein.

—Lo sé. Es solo cuestión de tiempo, amiga. Tiempo y guiños.

Haein suspiró, mirando al horizonte, mientras su mente, aún atrapada en el caos, comenzaba a preguntarse si, tal vez, los guiños de Yeonjun eran algo más que simples señales.






















Forty One Winks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora