El Bastión de Tormentas parecía estar viviendo una calma tensa, como si el aire mismo se contuviera antes de un estallido inminente. Aunque las lluvias del día anterior habían cesado, la oscuridad de la noche no ofrecía consuelo. Las conversaciones en los pasillos del castillo habían tomado un tono más serio, y los murmullos sobre posibles alianzas y traiciones se esparcían rápidamente entre los asistentes. Nadie sabía en quién podían confiar realmente.
Rhea, sentada junto a Daemon en una de las grandes mesas del salón principal, observaba a los nobles que se encontraban en la cena. Las copas se alzaban, las risas eran forzadas, y la tensión se palpaba en el aire. Lord Borros Baratheon, con su porte imponente, parecía concentrado en una conversación con un grupo de señores del dominio Tormenta, mientras Rhea sentía que cada gesto suyo era observado y analizado.
Daemon, como siempre, estaba atento a todo, pero su mirada se posó brevemente sobre ella. Aunque el rey consorte no era hombre de muchos gestos de afecto, en ese momento, Rhea sintió una especie de protección en su mirada. A pesar de la complejidad de su situación y las amenazas que acechaban en el horizonte, en ese instante, Daemon parecía estar en su terreno, confiado.
La Alianza en Juego
La noche había caído por completo, y la luna iluminaba las aguas turbulentas del mar. El viento seguía soplando fuerte, como si la naturaleza misma intentara advertirles de lo que estaba por ocurrir. En la sala, las conversaciones de los nobles pasaban de un tema a otro, siempre en busca de lo que más les convenía. Fue entonces cuando un hombre de rostro sombrío se acercó a Daemon y Rhea. Era el mensajero de la casa Velaryon, un hombre que no parecía traer buenas noticias.
—Mi señor, mi señora —saludó el mensajero con una inclinación respetuosa—, traigo noticias urgentes desde la Fortaleza Roja.
Daemon levantó la mirada, su tono se endureció al instante.
—¿Qué es tan urgente que no puede esperar hasta el amanecer?
—El rey Aegon II ha enviado una misiva que requiere de su inmediata atención. Dice que la situación en King's Landing es más grave de lo que se había anticipado. Hay rumores de traición dentro de la corte, y algunas casas están comenzando a cambiar de lealtad.
Rhea se tensó al escuchar la palabra "traición". Aunque no sabía si se referían a algo relacionado con la familia real o algo más cercano a su propio círculo, no podía ignorar el peligro que eso representaba.
—¿Sabemos quién está detrás de esto? —preguntó Daemon, con el tono calculador que lo caracterizaba.
—No se menciona nombres, mi lord, pero los rumores apuntan a que algunas casas del reino están conspirando contra el trono. Las sombras de la traición se extienden más allá de lo que imaginamos.
Daemon asintió lentamente, sus pensamientos claramente en marcha. La información era vital, pero también peligrosa. Si realmente había traición en los alrededores de Aegon II, eso podría significar el principio de un conflicto mucho mayor.
La Tensión de la Corte
Esa noche, mientras los nobles continuaban su fiesta, Rhea y Daemon se retiraron a sus aposentos, donde Daemon comenzó a analizar la situación.
—La carta que hemos recibido no puede ser ignorada —dijo Daemon, caminando de un lado a otro en la habitación. El brillo de sus ojos indicaba que la preocupación lo estaba consumiendo, aunque trataba de mantener su compostura.
Rhea lo miró con atención.
—Esto significa que la guerra podría estar más cerca de lo que pensábamos. Pero también significa que las alianzas en este reino son aún más frágiles de lo que pensábamos.
Daemon la miró, deteniéndose frente a ella.
—Exactamente. Las traiciones nunca llegan solas. Si no actuamos con rapidez, podríamos encontrarnos atrapados en una telaraña de mentiras y engaños, y antes de que lo sepamos, ya no tendremos la libertad de elegir nuestro destino.
Rhea reflexionó sobre sus palabras. El peso de la responsabilidad recaía sobre sus hombros. Sabía que la alianza con los Baratheon podría ser clave para el futuro de su casa, pero ahora la incertidumbre sobre las traiciones dentro de la corte real la inquietaba. ¿A quién podían confiar? ¿A qué precio?
—Entonces, ¿qué propones hacer? —preguntó ella, con un tono de determinación.
Daemon se acercó a la ventana, mirando las estrellas que brillaban por encima del Bastión de Tormentas.
—Debemos enviar un mensaje claro. Si alguien está jugando en las sombras, nosotros debemos hacerlo también. Vamos a hacer que cada movimiento que hagamos sea calculado. No podemos esperar a ser sorprendidos.
Rhea se acercó a él, sus ojos reflejando la misma intensidad.
—Si debemos actuar en las sombras, entonces que así sea. Pero debemos asegurarnos de que cualquier paso en falso no nos cueste todo lo que hemos ganado hasta ahora.
La Inquietud de los Baratheon
Al día siguiente, durante el desayuno, la atmósfera en el Bastión de Tormentas era densa. El sol apenas asomaba entre las nubes grises, y los nobles se sentaban a la mesa con un aire de cautela. Lord Borros Baratheon había recibido la noticia de la posible traición en King's Landing, pero mantenía un rostro impasible, como si nada pudiera sacudir su confianza.
Rhea observó cada gesto de Borros. Sabía que este hombre era astuto, y aunque su actitud era cordial, había algo en su mirada que le decía que no todo era lo que parecía. Mientras Daemon discutía algunos asuntos de guerra con Borros, Rhea se encontraba con Lady Maris Baratheon, quien le lanzó una mirada que estaba llena de significado.
—Parece que los tiempos no son fáciles para nadie —comentó Lady Maris, con una sonrisa algo forzada.
Rhea asintió, pero su mirada no se apartó de Borros.
—En tiempos de incertidumbre, los fuertes se distinguen. Y los que no lo son, tienden a desaparecer rápidamente.
Lady Maris frunció el ceño levemente, pero luego, con una suavidad calculada, respondió:
—Precisamente por eso los Baratheon no nos dejamos influenciar por los vientos del cambio. Nuestra lealtad es firme, como el trueno. Pero me pregunto, Lady Royce, ¿qué tan firme es la lealtad de todos los que se agrupan bajo el estandarte Targaryen?
Rhea sintió un escalofrío. Sus palabras no eran una simple cortesía; había algo más en su tono.
—Mi lealtad nunca ha sido cuestionada. Pero es cierto que no todos compartimos los mismos ideales, incluso dentro de nuestras propias filas —respondió Rhea, sin perder la compostura.
El Juego de las Sombras
Esa noche, mientras se retiraban al final del día, la preocupación se había asentado en el aire. Rhea y Daemon, aunque habían conseguido avanzar en sus conversaciones con los Baratheon, sabían que nada estaba resuelto. Las sombras de la traición se cernían sobre el reino, y las fuerzas que trabajaban en secreto comenzaban a moverse con rapidez.
—Debemos seguir adelante con cautela —dijo Daemon en voz baja, mientras se preparaban para descansar. Su mirada estaba fija, como si ya estuviera trazando los próximos pasos en su mente.
—La paciencia será nuestra mejor aliada —respondió Rhea, sintiendo una sensación de frío pesar en su interior. Sabía que lo que se avecinaba podría cambiar para siempre el destino de todos los que se encontraban en la corte.
Continuará...
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La Guerrera y El Dragón
Fiksi Penggemar¿Qué pasaría si Daemon Targaryen fuera menos imbécil con su joven esposa y se esforzara por hacer que su matrimonio con Lady Rhea funcionara?