Capítulo 14: El circulo de fuego

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La mañana siguiente, el Bastión de Tormentas amaneció envuelto en una niebla espesa que descendió desde las montañas. Los nobles que habían llegado a la fortaleza con la esperanza de consolidar alianzas y adquirir influencia parecían menos seguros de sí mismos, como si la marea de incertidumbre estuviera arrastrando lentamente sus certezas. Rhea se levantó temprano, sabiendo que el día que se avecinaba sería crucial. Cada paso, cada conversación, podría marcar la diferencia entre el futuro que anhelaban y el abismo de la traición y el conflicto.

Daemon, que ya había estado en las caballerizas inspeccionando a los caballos, regresó con una expresión grave. Rhea lo miró mientras se quitaba la capa empapada de rocío y se sentaba frente a la mesa donde ella ya se encontraba.

—¿Algo nuevo? —preguntó ella, sabiendo que, como siempre, Daemon no perdería ni un segundo para hacerle saber la verdad, por dura que fuera.

—Los rumores se intensifican —respondió él, sin rodeos—. Y no son solo murmullos de la corte. Algunos miembros de la guardia real han sido vistos en conversaciones con miembros de las casas menos leales. Las piezas están en movimiento, y parece que no todos los que hablan de lealtad la practican.

Rhea asintió, sabiendo que las implicaciones de esa información eran mucho más graves de lo que cualquier noble en la corte podría imaginar. Había llegado el momento de actuar, pero no con impulsividad. Si el reino se desmoronaba, debía asegurarse de que su casa no fuera la que quedara atrapada en las ruinas.

—Hay que reunir a nuestros aliados —dijo Rhea con firmeza, mientras sus ojos brillaban con la determinación de quien comprende el peso de la guerra que se avecina.

Daemon la observó fijamente, sus ojos dorados reflejando la misma determinación.

—Así lo haremos. Pero antes, hay que movernos entre las sombras. Los Baratheon no se fían de nosotros por completo. Y mucho menos en este momento, cuando el trono parece tan inalcanzable. Debemos ser astutos. La guerra que viene no será ganada solo por la fuerza; el juego de la mente será más crucial que nunca.

La Cita en las Sombras

Esa tarde, Rhea y Daemon se dirigieron a una reunión secreta con un aliado clave: Lord Corlys Velaryon, el Maestre de los Mares. Si había alguien que comprendiera la intrincada red de lealtades y traiciones que tejían el reino, era él. La casa Velaryon había sido fundamental en la consolidación de los Targaryen, y aunque los vientos de la política eran cambiantes, su apoyo seguía siendo vital para cualquier movimiento que pretendiera tener éxito.

La reunión se llevó a cabo en una sala apartada dentro del Bastión de Tormentas, lejos de las miradas curiosas. Corlys, con su rostro serio y su presencia imponente, esperó a que Rhea y Daemon tomaran asiento antes de hablar.

—Lo que ha ocurrido en King's Landing no es solo una marea pasajera —dijo Corlys, sus ojos fijos en Rhea y Daemon—. Las traiciones son profundas, y hay fuerzas más oscuras moviéndose. Las casas que alguna vez fueron aliadas de los Targaryen están comenzando a volverse en nuestra contra, o peor aún, están divididas. En este momento, incluso los leones parecen ser más leales a sus propios intereses que a cualquier causa.

Rhea miró al Maestre de los Mares, absorbiendo cada palabra. No había duda de que las aguas del reino estaban en turbulencia. La casa Targaryen, una vez imbatible, parecía estar al borde del colapso, y los enemigos no eran solo aquellos que se encontraban fuera de las murallas de la ciudad.

—¿Y qué propones hacer? —preguntó Daemon, manteniendo su habitual tono desafiante pero calculador.

—Proponer una alianza con la casa Baratheon no es solo una cuestión de lealtad; es una cuestión de supervivencia. Los Baratheon están divididos, pero si logran estabilizar su posición, podrían ser la clave para asegurar el poder en este reino —respondió Corlys, inclinándose hacia adelante—. Pero incluso eso tiene riesgos. Si no logramos consolidar el poder rápidamente, podríamos vernos atrapados entre dos fuegos: los enemigos dentro de la corte y los que se están formando fuera de ella.

Rhea intercambió una mirada con Daemon. Sabía que Corlys tenía razón. Cualquier movimiento en falso podría significar el fin. Pero también entendía que no podían permitirse la inacción.

—Entonces necesitamos actuar rápido —dijo Rhea, su voz firme, decidida—. Si la casa Baratheon es clave, debemos acercarnos a ellos antes de que los que deseen vernos caer tomen ventaja. La guerra por el trono es inevitable, pero si jugamos nuestras cartas correctamente, podemos salir victoriosos.

La Alianza Forjada en Fuego

La tarde siguiente, Rhea y Daemon, junto con algunos de los hombres más leales de la casa Royce, se dirigieron al Salón de Tormentas, donde Lord Borros Baratheon los esperaba. Los Baratheon, aunque en su mayoría se mantenían firmes, no podían ignorar el poder y el potencial de la casa Targaryen, y aunque la lealtad de Borros no estaba garantizada, la posición de su casa era lo suficientemente fuerte como para alterar el equilibrio de poder en los Siete Reinos.

Borros recibió a Rhea y Daemon con una cordialidad que parecía un poco forzada, pero cuando la conversación se centró en la situación actual del reino, su tono cambió.

—Los tiempos son difíciles —dijo Borros, su voz grave resonando en el salón—. Y el trono está más lejos que nunca. Los Targaryen han sido una casa poderosa, pero ¿puedo confiar en que realmente tienen lo que se necesita para recuperar el control?

Rhea lo miró fijamente, sin vacilar.

—No se trata de lo que los Targaryen puedan hacer por sí mismos, Lord Borros. Se trata de lo que todos podemos hacer juntos. Si unimos nuestras fuerzas, podemos derrotar a aquellos que buscan dividirnos. Pero si permanecemos divididos, seremos carne de cañón para aquellos que se alimentan del caos.

La mirada de Borros pasó de Rhea a Daemon y de vuelta a ella, como si estuviera sopesando sus palabras. Finalmente, tras una larga pausa, habló.

—Quizás aún podamos encontrar algo de valor en esta alianza —dijo Borros, levantando su copa en señal de compromiso.

Rhea asintió, sintiendo un alivio cauteloso. Aunque la alianza no estaba sellada, por lo menos había algo que podía considerarse un acuerdo provisional. Era un primer paso en un camino peligroso y incierto.

La Sombra de la Venganza

Mientras la alianza comenzaba a formarse, los ecos de la traición seguían resonando en las paredes del Bastión de Tormentas. Aunque parecía que la amenaza interna de la corte había quedado en segundo plano, Rhea sabía que aún había fuerzas trabajando en las sombras. Y en este juego de poder, no todo lo que parecía seguro era verdaderamente confiable.

Cuando el día llegó a su fin y las luces de las velas se reflejaban en las paredes del castillo, Rhea se retiró a sus aposentos, donde Daemon la esperaba.

—Sabes que esto no es más que un primer paso, ¿verdad? —dijo Daemon mientras observaba el fuego que ardía en la chimenea.

—Lo sé —respondió Rhea, con una sonrisa que no era una verdadera sonrisa, sino más bien una señal de que la batalla real estaba por comenzar.

La Guerrera y El Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora