La celda estaba fría, húmeda, y el aire era denso con la tensión. Rick, Michonne, Daryl, Carl, Glenn, Rosita, Abraham y Eugene estaban apiñados en el oscuro espacio. Sus cuerpos agotados, sucios y llenos de moretones, se sentían más pesados por la incertidumbre. Todos miraban a su alrededor, intentando entender cómo habían llegado a esa situación, cómo habían caído en una trampa tan perfectamente orquestada.
"¿Quiénes creen que son?" —. preguntó Daryl, con su voz grave, mirando alrededor, como si buscando una respuesta en las paredes de la celda.
"Alguien con recursos, sin duda"—. respondió Rick, que estaba sentado en el suelo, cruzando las piernas. —"Y no actúan al azar. Esto ha sido planeado."
"Sí, la manera en que nos rodearon fue... diferente"—. agregó Michonne, acariciándose el sable que colgaba de su espalda, como si necesitara ese pequeño consuelo de estar lista para luchar. —"Nunca habíamos visto algo tan organizado."
Carl, en un rincón, se quedó en silencio por un momento, sus ojos llenos de preguntas, de sospechas.— "¿Será Negan? ¿O alguien más?"
"Negan no tiene gente con estas tácticas. Esta gente... tiene algo diferente"—. dijo Glenn, mirando a las otras caras, reconociendo la incomodidad que todos compartían.
"Esa máscara que llevaba, ¿la vieron?"—. comentó Rosita, frotándose los brazos, como si intentara calmarse. —. "Es el tipo de cosas que te hace preguntarte qué está pasando realmente."
Abraham, el más callado de todos, parecía perdido en sus propios pensamientos. —"Lo que sea que estén haciendo, no me gusta. No se les ve como los Saviors, pero tampoco son una banda cualquiera."
Mientras ellos seguían hablando, cada vez más desesperados por entender su situación, un sonido de pasos se escuchó fuera de la celda. Ailin, la guardiana que se encargaba de mantenerlos en silencio, apareció en la entrada. Llevaba una expresión seria, casi impasible, como si las conversaciones de los prisioneros no significaran nada para ella.
"¡Cállense!" —ordenó con voz firme, alzando la mano con una tranquilidad que contrastaba con la tensión de la habitación. —"El líder no quiere escuchar sus quejas. Si desean hablar, lo harán en su momento, pero no se molesten más."
Cada uno de los prisioneros se quedó en silencio, no porque no quisieran continuar con sus sospechas, sino porque sabían que Ailin no dudaba en usar la fuerza para callarlos, y con su autoridad, parecía saber exactamente cómo mantenerlos controlados.
"¿Quién está al mando aquí?", preguntó Rick, alzando la cabeza, mirando fijamente a Ailin.
"Eso no es de su interés", respondió ella fríamente, sin inmutarse. "Por ahora, manténganse tranquilos. El líder decidirá cuándo pueden hablar."
Ailin se dio la vuelta para irse, pero antes de desaparecer por completo, dejó una última advertencia. "Y no intenten nada estúpido. No tengo miedo de aplicar medidas más... drásticas."
Con la amenaza en el aire, ella se alejó, dejando a los prisioneros con más dudas que respuestas. Se miraron unos a otros, sin decir una palabra más, comprendiendo que estaban atrapados en un juego mucho más grande del que podrían entender en ese momento.
La incertidumbre de su situación aumentaba con cada minuto que pasaba, mientras el liderazgo de quienquiera que los hubiera capturado permanecía en las sombras. Lo único claro era que su libertad ya no dependía de su fuerza, sino de algo mucho más oscuro.
Astrid entró en la celda con una actitud tranquila, sus pasos resonando suavemente mientras se acercaba al grupo. Estaba vestida con ropas sencillas, su rostro mostrando una ligera sonrisa que intentaba aliviar la tensión en el aire.