Negan hizo una de sus visitas rutinarias y pues paso lo mismo que la anterior vez:
...
El sol ya había caído, y la tensión que Negan había dejado en el aire seguía pesando sobre todos. Rosita, con una sonrisa juguetona, levantó una botella que había encontrado en una de las reservas de Vida y anunció:
—Creo que todos necesitamos relajarnos un poco. ¿Qué mejor manera que una charla... y unos buenos tragos?
Rick frunció el ceño, pero Daryl, que parecía agotado de tantas preocupaciones, le dio un codazo.
—Déjalo, Rick. Unas copas no van a matar a nadie.
Astrid, siempre la primera en sumarse a cualquier idea caótica, ya estaba sirviendo los vasos mientras animaba a los demás.
—¡Vamos! Es una noche para olvidarnos de ese bastardo por un rato.
El grupo se acomodó en círculo en la sala principal, con velas iluminando tenuemente el espacio. Isabel se sentó en un rincón, algo distante, pero no rechazó el vaso que Margot le ofreció. Carl, por su parte, se colocó estratégicamente cerca de ella, aunque sin decir mucho.
La charla comenzó tranquila, entre risas y anécdotas del pasado. Rosita relataba una historia ridícula de sus días antes del apocalipsis, mientras Ailin interrumpía para corregir detalles, lo que solo hacía que todos rieran más.
Margot, visiblemente más relajada después de un par de tragos, miró a Isabel y comentó:
—Oye, Isa, ¿cuántos tragos necesitas para soltarte un poco?
Isabel levantó la ceja y le dio un sorbo largo a su vaso, desafiándola.
—Más de los que tú puedes aguantar, Margot.
Astrid soltó una carcajada y miró a Carl.
—¿Y tú, sheriff junior? ¿Te animas a un desafío?
Carl, sin apartar la vista de Isabel, levantó su vaso y respondió:
—Puedo aguantar más que cualquiera aquí.
—¿Ah, sí? —dijo Isabel, finalmente entrando en el juego. Lo miró con una sonrisa que parecía un reto.
El grupo estalló en risas y, poco a poco, los tragos comenzaron a correr más rápido.
Horas después...
La sala estaba llena de risas descontroladas y comentarios incoherentes. Rick y Daryl estaban apoyados contra la pared, intentando mantenerse firmes mientras discutían sobre quién era mejor cazador. Rosita estaba sentada en el suelo, riéndose de algo que ni siquiera ella entendía, y Margot y Ailin cantaban un viejo bolero a gritos.
Carl estaba en el sofá, con la cabeza apoyada en una mano, mirando a Isabel, que estaba sentada en el suelo frente a él. Sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y cansancio.
—¿Sabes? —dijo Carl, señalándola con el dedo—. No sé cómo puedes soportar a Negan.
Isabel, visiblemente afectada por el alcohol, lo miró con seriedad por un segundo antes de soltar una risa breve.
—Porque soy más fuerte de lo que crees, Grimes.
Carl negó con la cabeza, sonriendo ligeramente.
—Eso ya lo sé. Pero también sé que no deberías aguantar todo eso sola.
