Pov Isabel
Isabel estaba sentada en el suelo junto a Sophia, quien había traído unas muñecas para jugar. Como siempre, Sophia ya tenía todo planeado.
—Yo seré la hija, Isabel será la mamá y Carl será el papá —anunció Sophia con entusiasmo.
—¿Qué? ¡Yo quiero ser el perro! —protestó Carl, cruzándose de brazos.
—No importa, eres el papá —zanjó Sophia, decidida.
—¿Y no puedo ser la tía? —preguntó Isabel con una ceja alzada.
—¡No! —respondió Sophia, con una carita suplicante imposible de ignorar.
Así comenzaron a jugar. Isabel se llevaba bien con ambos, aunque Carl solía meterse con ella todo el tiempo. Un día, mientras correteaban cerca del lago, Carl intentó empujarla al agua, pero Isabel reaccionó a tiempo. La venganza no se hizo esperar, y pronto ambos terminaron gritándose y peleando, hasta que Carl fue a quejarse con su madre, Lori. Sin embargo, Daryl, el padre de Isabel, no tardó en salir en su defensa.
—Tú y yo estamos en guerra, Isabel —dijo Carl con una sonrisa desafiante.
—Lo mismo digo, Grimes —replicó Isabel, imitando su tono.
—Eres muy enana.
—¡Cállate!
—Pero es la verdad, jajaja.
—¡No te burles! —exclamó Isabel, frunciendo el ceño.
A pesar de los constantes roces, siempre encontraban la forma de seguir jugando y bromeando. Sin embargo, las cosas cambiaron abruptamente cuando el grupo volvió de una misión en la ciudad. Isabel no veía a su tío Merle por ningún lado.
Con una sensación de inquietud, se acercó a Glenn.
—Glenn, ¿dónde está el tío Merle? —preguntó con voz suave, aunque en el fondo ya temía la respuesta.
Glenn se arrodilló para estar a su altura y suspiró antes de responder.
—Lo siento, Isa, lo que pasó fue qu-
—Tu tío era un degenerado, y lo dejamos encadenado en el techo de un edificio —interrumpió Andrea sin ningún reparo.
—¡Andrea! —exclamó Glenn, lanzándole una mirada de advertencia—. ¡Es solo una niña, no seas así!
—¿Está muerto? —preguntó Isabel, ignorando la discusión.
Glenn bajó la mirada, visiblemente incómodo.
—Sí... Lo siento mucho.
Isabel se quedó en silencio. Primero había perdido a su madre, y ahora a su tío Merle. Aunque él no era precisamente un modelo a seguir, le había tomado cariño. Sin decir nada más, se alejó y se sentó en el pasto, esperando a que su padre volviera de cazar.
Cuando Daryl llegó con las ardillas que había cazado, notó de inmediato que algo andaba mal. Miró a Glenn, buscando respuestas.
—¿Dónde está Merle?
Glenn tragó saliva antes de explicarle lo ocurrido.
—Lo dejamos en el techo de un edificio. No había otra opción, Daryl.
—¿¡Qué!? —gritó, enfurecido—. ¿Cómo se les ocurre dejar a mi hermano ahí?
—¡Tu hermano era un racista e insensible! —intervino T-Dog, elevando la voz—. Merecía quedarse ahí.
—¿Y dejaste caer las llaves por eso, no? ¡Maldito negro!
—¡Daryl! —exclamó Rick, poniéndose entre ambos—. ¡Basta!
—¿Cómo quieres que me calme? —gruñó Daryl, apuntándolo con el dedo—. ¿Y tú quién diablos eres para decirme qué hacer?
La tensión en el grupo era palpable, pero no había tiempo para discusiones. Semanas después, los caminantes atacaron el campamento. Amy murió esa noche, y todos entendieron que quedarse allí no era una opción.
El grupo decidió irse en caravana. Isabel iba con Daryl en su motocicleta, mientras los demás viajaban en autos. Al llegar a una carretera llena de vehículos abandonados, todos se dispersaron para buscar provisiones.
Rick, que había notado lo callada que estaba Isabel desde la muerte de su tío, le pidió a Carl que hablara con ella.
Carl dudó un momento, pero finalmente se armó de valor y se acercó.
—Oye, Isabel. Mi papá dijo que si querías, podrías venir conmigo a buscar cosas por la carretera.
Ella asintió y fue a pedir permiso a su padre.
—Ve con cuidado, niña. Y distráete un poco —le dijo Daryl, acariciándole la cabeza.
—¡Gracias, papá! Adiós.
Carl e Isabel buscaron a Sophia, y juntos comenzaron a explorar los autos. En uno de ellos, Carl encontró un kit de armas.
—Ten cuidado, Carl —bromeó Isabel—. Si te muerden y mueres, no te preocupes, yo misma te mataré.
—No te preocupes, Isa. Yo haré lo mismo contigo.
Sophia, nerviosa, agregó:
—Solo tengan cuidado.
Mientras sacaban las cosas, un caminante casi sorprende a Carl, pero logró escapar a tiempo. Emocionado, corrió hacia Shane para enseñarle lo que había encontrado.
—¡Shane, mira lo que encontré! —exclamó, mostrándole las armas.
—Sí, muy bien, chico. Dáselas a Dale —respondió Shane, desinteresado.
—¿Puedo quedarme una? —preguntó Carl, ilusionado.
—No lo sé. Te dije que se las dieras a Dale.
—¡Por favor!
—¡Haz lo que te dije!
Lori, que había escuchado la conversación, no pudo contenerse y enfrentó a Shane.
—¡No le hables así a mi hijo!
Carl, molesto y decepcionado, fue a entregar las armas a Dale, mientras el ambiente entre los adultos seguía tenso.
...
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.Eso es todo byeeee