Después de mi conversación con Agustín, algo dentro de mí había cambiado. Sentía una especie de alivio, como si finalmente hubiera dado el paso necesario para dejar atrás todo lo que me había hecho daño. A pesar de la paz que me invadía, el vacío seguía allí, como una sombra persistente, como si algo en mí aún necesitara sanar.
Un día, Sian me envió un mensaje invitándome a salir. Estaba atrapada entre el impulso de aceptarlo y el miedo a enfrentar lo que sentía por él. Cuando lo vi, mi corazón latió con fuerza, pero el miedo también se instaló en mi pecho. No podía evitar pensar en lo que Karime me había dicho: "Tómate el tiempo que necesites". Sin embargo, la necesidad de aclarar mis sentimientos, de entender lo que realmente sentía, me impulsó a decidir ir a verlo.
La conversación comenzó tranquila, como siempre. Sian tenía una forma de hacerme sentir cómoda, de lograr que todo pareciera sencillo, como si nada fuera demasiado complicado. Pero pronto me vi atrapada en sus ojos, con una mezcla de emoción y angustia.
—Gala, me alegra que hayas aceptado verme —dijo con esa sonrisa que tanto me cautivaba. No pude evitar sonreír también, aunque la incertidumbre recorría mi cuerpo.
Tomó mi mano suavemente, pero enseguida, como si algo en él hubiera percibido mi cambio de actitud, me miró con atención y preguntó en voz baja:
—¿Hay algo que no me estás diciendo?
Fue entonces cuando, sin poder detenerlo, todo lo que había estado guardando salió de mi boca.
—Sian... —dije, mirándolo a los ojos—. Sé que te dije que quería conocerte y que me gustabas. Pero el otro día hablé con Agustín, y salieron cosas que creía haber superado. Ahora siento que no estoy lista para esto. He pasado por tantas cosas, y no quiero hacerte daño. Creo que necesito tiempo para conocerme a mí misma, no porque no me gustes, sino porque tengo miedo de repetir los mismos errores.
Me miró fijamente, como evaluando cada palabra que acababa de decir.
—Te entiendo, Gala. No quiero presionarte. Si lo que necesitas es tiempo, lo tendrás —dijo con una calma que me sorprendió.
—Es que no quiero que me esperes, porque siento que sería injusto para ti —respondí, con una mirada triste, sin saber cuánto tiempo necesitaría.
—Yo quiero esperarte, Gala, porque me importas. No tienes que decidir ahora mismo, pero quiero que sepas que me importas —dijo, y me besó en la mejilla.
Mi pecho se apretó al escuchar esas palabras. No quería darle falsas esperanzas, pero tampoco quería alejarme de él, porque en verdad me importaba. Entonces, sin pensarlo demasiado, lo besé, y él correspondió el beso.
Hubo una calidez envolviéndome, pero en ese momento la imagen de Karime apareció en mi mente.
Me separé de él, sorprendida por haber pensado en Karime mientras lo besaba.
—¿Está todo bien? —me preguntó Sian, seguramente porque mi rostro reflejaba la confusión que sentía en mi interior.
—Sí, solo... me siento un poco culpable de que me esperes —respondí, abrazándolo para que no viera mi confusión. Luego me separé para mirarlo a los ojos—. Voy a pensar en todo esto, pero por favor, entiende que no quiero apresurarme.
Sian asintió con serenidad, y eso solo hizo que quisiera abrazarlo nuevamente, pero me contuve. Sabía que necesitaba tiempo para encontrarme a mí misma, para sanar completamente, antes de poder ser lo que él merecía.
Nos despedimos con un beso en la mejilla, un gesto amable y lleno de comprensión. Mientras caminaba hacia mi casa, mi mente seguía dando vueltas. Sian había sido tan paciente, tan respetuoso, pero aún no sabía si estaba lista para abrirme de nuevo. En cuanto a lo que había pensado en Karime, decidí dejarlo pasar. Probablemente no tenía tanta importancia.
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Never Let Me Go
Teen FictionConoce a Gala, una joven atrapada en un torbellino de emociones después de una ruptura dolorosa. Su vida da un giro con Karime, enigmática y apasionada. ¿Podrá Gala encontrar su verdadero yo y superar sus miedos para amar de nuevo? ¿O sucumbirá al m...