IV

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Harry estacionó el auto. Lo supe porque el motor dejó de rugir. Lo único que escuché después de eso, fue nada.

Su mano se posó en mi pierna, y la acarició suavemente.

— Ya estamos aquí. En un momento te quitaré la venda –me dijo suavemente al oído.

Sonreí cuando dejó un beso en mi mejilla.

Su puerta fue abierta, y cerrada cuidadosamente. Luego el aire fresco llegó a mi, cuando él abrió la mía. Sus manos tomaron las mías, y cuidadosamente me ayudó a salir fuera. El aire cálido de Los Ángeles me abrazó delicadamente, revoleando mi cabello al compás.

Harry besó cortamente mis labios, y sus manos lentamente me despojaron de la venda. Mis ojos vieron negro por un momento, pero una vez que me acostumbré a la luz del día, lo único que ví fue un parking vacío, salvo por el auto de Harry.

— ¿Dónde estamos? –pregunté sonriendo.

Él me mostró ese hermoso hoyuelo, y tomó mi mano empezando a caminar a una puerta que no había notado antes.

— Estamos en el lugar que me trae los mejores recuerdos –me dijo simplemente sin perder la sonrisa.

Caminé a su lado, aún sin saber donde estábamos, hasta que él abrió la puerta al final del pasillo y los gritos empezaron a escucharse. ¡Estabamos en la feria a la que vinimos cuando aún éramos novios!

Todos a nuestro alrededor estaban mirando como giraba la montaña rusa haciendo gritar a todos los que estaban subidos allí. Me apretujé más a Harry, quién me miró con una pequeña sonrisa aún en su rostro.

Caminamos por los alrededores del lugar como una pareja de enamorados, aún cuando ambos pasamos ya los treinta. Él tomando mi mano, en una feria, ¿qué mejor modo de calentar nuestra relación nuevamente?

Harry se detuvo en un puesto donde se vendían ositos de peluche. Él compró uno rosa, y me lo entregó.

— Darcy no se alegrará de saber que vinimos a la feria sin ella, así que espero que esto la contente –me dijo.

Asentí tomando bien el osito, asegurándolo en mis brazos.

— Será nuestro secreto –le dije.

Él rió y se inclinó a besarme cortamente los labios.

Estuvimos caminando por los alrededores al menos un cuarto de hora, hasta que decidimos volver a casa. Harry me comentó que tendría que pasar por la disquera, así que una vez me dejó en casa, me besó brevemente y partió dejándome con la sensación de fuegos artificiales en mi interior.

Al final todo estaba volviendo a la normalidad.

Me dediqué a hablar con mamá y Frankie por vídeo chat una hora, mientras que el tiempo restante preparé la cocina para algunos postres.

"Invita a los chicos a venir esta tarde :)" –Yo.

"Les diré a ver qué les parece. Ya casi termino. ¿Quieres que almorcemos fuera?" –Amor.

"Puedo cocinar algo rápido. Me avisas, xoxox" –Yo.

Dejé el móvil a un lado, y me puse manos a la obra a preparar un pollo en salsa, seguido de una ensalada de lechuga y tomate.

Preparé la mesa del comedor para nosotros, y me senté a esperar a que Harry llegara.

Él entró a casa unos minutos después sudado.

— Iré a cambiarme, vuelvo enseguida –me dijo mientras subía las escaleras.

Le respondí con un breve "está bien", y esperé a que volviera.

Apareció con una camisa de las que usaba en su juventud, y unos simples tejanos negros. A larga distancia se podía oler su loción, lo cual me hizo sospechar que se había restregado el frasco entero antes de bajar.

Se sentó en la silla frente a mi, y me dedicó una sonrisa.

— Estaba sudado porque a Louis se le ocurrió ponerme a jugar con Freddie, y para no atrasar nuestro almuerzo sólo he podido ponerme algo de loción –explicó.

— No te preocupes cielo. Iré a traer la comida –le dije antes de ponerme de pie.

Traje los trastes con la ensalada y el arroz colocándolos en la mesa. Harry se levantó para traer el pollo y los destapó con una enorme sonrisa.

— Siempre me encanta comer tu pollo –me dijo oliendo el aroma que salía de la olla.

Rápidamente servimos y comimos despacio. Harry me dedicaba sonrisas y miradas llenas de ternura desde su lado de la mesa.

— ¿Qué dijeron los chicos sobre venir ésta tarde? –le pregunté antes de meter mi tenedor con ensalada en la boca.

— Liam y Louis están de acuerdo –me dijo.

— ¿Qué hay de Zayn? Le llamé pero no me respondió...

— Salió de la cuidad –me cortó antes de poder terminar la oración.

Asentí guardando silencio.

— Lo siento –susurró arrepentido, cuando bajé mi mirada.

— No hay problema –le dije sin mirarlo.

— Es sólo que hablar de Zayn me pone de mal humor –se explicó.

— ¿Es por lo que pasó aquel día? –pregunté suavemente.

— Sí. Hubo un mal entendido y él no me dejó explicarme. Cortamos nuestra amistad –susurró.

Asentí en silencio y continué comiendo. Él suspiró y reaundó también su almuerzo.

Una vez que terminamos, recogimos los platos, y los pusimos en el fregadero. Harry me abrazó por la cintura mientras yo los fregaba y me ayudó a ponerlos en las alacenas.

Una vez que me sequé las manos en un limpión, Harry me condujo hasta la sala de estar.

Él se sentó en el sofá marrón que teníamos, y me sentó sobre su regazo. Coloqué mi cabeza en su cuello, y lo abracé tiernamente. Ninguno de los dos dijo palabra alguna por algunos minutos, hasta que pasó escuché su voz susurrar contra mi cabello antes de dejar un beso sobre él.

— Te amo.

Alcé la mirada, topándome con sus hermosos y cristalinos ojazos verde. Brillaban. Brillaban de emoción.

— Te amo –le dije sonriéndole.

Acerqué mi cabeza a la suya y besé sus labios. Él siguió mi beso. Sin prisas. Simplemente disfrutando de estar juntos.

Cuando nos separamos, dejó un pequeño beso en mis labios, y me miró.

— Te prometo que todo va a cambiar. Para bien. Por nosotros y por Darcy. Por nuestra familia, mi amor. Te lo prometo –dijo mirándome fijamente a los ojos.

Suspiré de dicha entre sus brazos. Espero que así sea.

We 3: Why try? ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora