XI

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Abrí los ojos en cuanto la alarma empezó a hacer ese ruido molesto. Harry estaba abrazándome por la cintura, inmovilizándome, por lo que fue un duro esfuerzo estirarme un poco para apagarla.

Le empecé a codear, para despertarlo.

— Son las 4.. Levántate o perderemos el vuelo –le dije.

Él abrió los ojos desorientado, y se giró dándome la espalda. Me senté en la cama, y me subí sobre él.

— ¡Harry levántate! –grité mientras saltaba sobre su espalda.

— Estoy despierto –gruñó sacudiéndose de mí.

Bajé de su espalda, y me bajé de la cama. Él se giró suspirando, y se sentó en la cama con la sábana cubriendo su piel desnuda.

— Recuérdame nunca más comprar boletos de avión para la madrugada –se quejó levantándose de la cama también.

Caminó hasta el baño, mientras se tallaba los ojos. Escuché como subía la tapa de inodoro, y luego el chorro que indicaba que estaba orinando. 

Asqueada por escuchar sus ruidos, caminé hasta mi armario de ropa, y saqué lo que iba a vestir. Sabía que iríamos a un lugar turístico y cálido fuera de los Estados Unidos, pero aún no sabía dónde específicamente, por lo que había empacado de todo un poco; y para este momento opté por una falda verde con unas franjas grises, a la cintura. Era volada y tenía algunos paletones haciéndola ver como de una colegiala. También tomé unos de mis tops negros, los cuales realzaban mis senos, que habían crecido un poco desde mi embarazo.

Decidí usar tacones, así que saqué unos de los que inusualmente utilizaba

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Decidí usar tacones, así que saqué unos de los que inusualmente utilizaba. Estos eran de un taco numero seis, y traían una correa a la altura del tobillo; y una pequeña abertura en los dedos. Eran de color negro, así que combinaban perfectamente con el outfit.

Harry salió del baño cuando estaba poniéndome la falda, y al verme sonrió.

— ¿Falda eh? ¿Planeas que nos metamos mano de camino, pequeña sucia? –me miró con esa cara suya, sí, esa pervertida que tiene.

— A dónde sea que vayamos, hará calor. Ese es el motivo por el que me visto así, no para que "nos metamos mano" –le gruñí sentándome en la cama para atar mis zapatos.

Él me sonrió, y se acercó a mi. Se arrodilló frente a mí, y me quitó el zapato para ponérmelo él. Una vez que lo hizo, besó mi pierna, y se levantó para ponerse sus jeans negros.

Mientras él se terminaba de vestir, empecé a cepillar mi cabello, decidiéndome al final dejarlo suelto. Trabajé en un maquillaje natural, que consistió en un poco de labial color nude, para hacerlo más natural, y un poco de rímel.

Una vez listos, Harry bajó las maletas, y partimos al aeropuerto. El camino fue algo largo, ya que vivimos en la otra punta de la cuidad, sin embargo llegamos a tiempo para nuestro vuelo.

Finalmente supe que iríamos a Costa Rica, así que me preparé para las 6 horas de viaje que nos esperaban.

En el avión no pude evitar mirar al rededor para ver si veía a la tal "Fabiana", amante de Harry, y sentí un enorme alivio al no verla a nuestro al rededor. Pero luego recordé que viajamos en clase alta, y eso bastó para hacerme incomodar y pensar si ella iría en clase turista.

Las azafatas preguntaron si necesitábamos algo, justo cuando alcanzamos la altura. Harry pidió unas almohadas y una sábana, ya que ambos teníamos sueño. La chica rápidamente las trajo.

Acomodamos los asientos horizontalmente, y nos pusimos cómodos. Harry me abrazó por los hombros y besó mi piel suavemente.

— ¿Recuerdas cuando te rapté y fuimos a Londres? –preguntó con su cálido aliento contra mi oído.

— Sí, fue muy vergonzoso cuando me presentaste a tu familia –recordé.

— Este es el tercer viaje juntos –dijo suavemente.

"Y es posible que sea el último" me recordó mi subconsciente.

— ¿Por qué a Costa Rica? –pregunté recordando que ni él, ni yo habíamos viajado a este país.

— Liam y Sophia vinieron hace un par de años, y dicen que es muy hermoso –me explicó.

Asentí y me giré para quedar frente a él. Besó mi frente y me sonrió.

— Te amo –dijo clavándome puñaladas en el pecho.

— Yo más –contesté. Y es verdad. Nadie le va a amar como yo a él.


Cuando aterrizamos, era de día en Costa Rica. Según dijo la azafata, eran las 12:06 pm. El aeropuerto era más pequeño a lo que estaba acostumbrada a ver. Este no era el principal del país sin embargo, ya que una vez que el avión se detenía aquí, viajaría hacía allá para dejar a los demás pasajeros, pero como nosotros nos dirigimos a las zonas costeras, nos bajábamos aquí.

El aeropuerto internacional Daniel Oduber, en Liberia, capital de la provincia de Guanacaste, nos recibió bastante bien. La cuidad era bastante moderna, y muy linda, así que recorrimos el lugar buscando un local de alquiler de auto. Lamentablemente, las personas no hablaban casi nada de inglés, así que a cómo pudimos nos comunicamos con los trabajadores.

Alquilamos un Hilux 4×4 negro, de cajón. Los caminos aquí, que iban para las playas, eran la mayoría de tierra, así que ese sería el auto ideal.

Con ayuda del gps llegamos hasta Playa Conchal, el lugar donde estaba el hotel Westin, en donde nos hospedaríamos.

El hotel era hermoso, y desde recepción se escuchaban las olas del mar, reventando contra las conchas, ya que por esa razón la playa se llama Conchal, porque en vez de arena, tiene conchas.

La chica de recepción los dio la llave de la suite presidencial, la cual Harry había reservado. Uno de los chicos, vino con un carrito para maletas, y se las llevó, así ni Harry, ni yo tendríamos que cargarlas.

Mientras caminábamos al ascensor, Harry tomó mi mano con orgullo, y la besó.

— ¿Lista para disfrutar las mejores vacaciones de nuestras vidas? –preguntó sonriéndome.

— Lista –le sonreí de vuelta.

Lista para desenmascararte y dejarte de una vez por todas dijo mi subconsiente.

Y aunque doliera, eso es lo mejor.

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