Capítulo 9

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Llevábamos andando en silencio un buen rato, incluso en el coche de Carter no mediamos palabra. El único sonido audible eran las ruedas contra el asfalto y algunas voces del exterior. En el reloj se anunciaban las doce menos veinte, pero ni mamá ni papá habían llamado. Siempre se fiaron de mi hermano, sin embargo, de mí les costó mucho. Suspiré cuando ese pensamiento cruzó mi mente y me odié al instante. En el reflejo de la ventanilla vi al conductor volver la mirada a mí abandonando la carretera por un instante. Me volví para lanzarle un reproche pero este ya volvía a fijarse en el camino.

-Leah, yo... -empezó con un hilo de voz. No se molestó en carraspear para aclararse; el silencio era suficiente como para entenderle, aunque no supo cómo seguir. Le sonreí antes de hablar.

-No te disculpes por algo así. -miré a mi hermano tensar la mandíbula sin abandonar su tarea. Agarraba fuertemente el volante, volcando toda su frustración en él.

-Debería haberte llevado a otro sitio. -siguió intentando excusarse.

-Carter ya te he dicho que no pasa nada.  -Estaba disgustada, sí. Pero no con él. A cada frase volvía el flashback del encuentro y empezaba a doler, quería zanjar el asunto cuanto antes y poder olvidarle.   -Además era la churrería de siempre, quería ir.- agregué para intentar hacerle sentir mejor. Suspiró entendiendo el tajo, pero no mantuvo su boca cerrada mucho tiempo.
-Sabes, yo sabía que Caleb trabajaba allí. -esperó a que constestara.

-¿Caleb? -pregunté algo confusa.

-El primo de Michael. El chico con el que te chocaste, y el nuevo camarero.

-Bueno, ¿Y qué? -inquirí sin mala intención.

-Empiezo de nuevo, él es amigo de mi compañero de piso, se pasea por casa regularmente y nos conocemos de vista. Quiera o no me entero de casi todo, y sé que él y Michael están muy unidos, incluso a veces lo he visto pasarse por casa. Quería mantenerte alejada de ese circulo, pero no lo hice y te llevé allí, aún sabiendo que había alguna posibilidad de que él apareciera allí.

-No digas tonterías. Ni que fuera su novia, ¿Por qué iba a ir a verle al trabajo? -suspiré y él se encogió de hombros.- No podías saberlo. Y deja de preocuparte va. -le di un codazo cuando ambos nos desabrochamos los cinturones de seguridad. Miré a través de la ventana del coche y vi la luz del salón encendida a través de la cortina.

-Pero no sabía acerca de la pelirroja. -declaró por última vez. Rugí de frustración.

-Ya, déjalo. -me froté los ojos reprimiendo un bostezo.- Me da igual la pelirroja, me da igual Michael, me da igual el primo, ¿Vale? -señalé el reloj- Hoy volveré a Francia y toda esta burbuja dejará de existir para mí, así que olvídalo ya. -besé su frente antes de preguntarle si iba a entrar.

-Me despediré de papá y mamá y me iré a casa.

-¿No dormirás conmigo? -le hice un puchero mientras salíamos del coche.

-¿Sufres un extraño complejo de electra con tu hermano? -se señaló a sí mismo en tercera persona. Reí en respuesta.

-Oh, claro. Eres todo lo que podría aspirar como pareja. Cásate conmigo, gran Carter Ross. -le abracé dramáticamente.- Obligaré a mamá para que te quedes. -dije mientras ambos entrábamos en casa. 

-Pero Le...

-¿Pero? ¿Llevas todo este tiempo sin verme y tras estar unas cuantas horas conmigo quieres irte?

-Mañana por la mañana estaré aquí antes de que te levantes. Lo prometo. -levantó su meñique y y o lo agarré con el mío.

-Si no... -busqué sacarle algo bueno a su impuntualidad.

Eutanasia (Michael Clifford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora