Capítulo 18 : El renacimiento de Dylan

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Nora 

El estadio vibraba de energía, incluso antes de que el partido comenzara. Yo no solía ir a todos los partidos, pero hoy era un día especial.

Hoy, después de 283, Dylan volvía a jugar. Era imposible no sentir la emoción en el ambiente; era esa mezcla de ansiedad y de esperanza que parecía contagiarse entre todos los que estábamos en las gradas.

Llegué más pronto, por mis nervios que por otra cosa. Elegí  un asiento apartado, un poco más arriba, donde se podía ver todo el campo sin que los aficionados detrajeran demasiado. Desde ahí, miré cómo el equipo salía al campo para calentar. Y  allí estaba él, con su camiseta con el dorsal número 7, calentando con cuidado, como si cada paso que daba fuera una pequeña victoria.

Era muy raro verlo desde esta perspectiva. Durante casi un año, mi lugar había estado a su lado, en una sala de rehabilitación, en casa en los días buenos y malos. Pero hoy era su día y su momento. Yo solo podía mirarlo y apoyarlo desde las gradas, mientras él se enfrentaba a su parido más difícil. 

 comienzo del partido 

Cuando el árbitro pitó el inicio del partido, sentí que mi corazón se  me aceleraba. Durante los primeros minutos del partido, apenas podía respirar . Dylan no salió como titular, algo que sabíamos que pasaría, pero ya verlo sentado en el banquillo, concentrado, con los músculos tenso y los ojos fijos en el partido, me llenaba de orgullo.

El equipo estaba jugando  bien, aunque algo reservado. Cada pase, cada movimiento, me hacía pensar en qué Dylan habría hecho  en esa situación. Y cuando salió a calentar, el estadio pareció notarlo al instante . Los aplausos comenzaron tímidos, pero de pronto crecieron en intensidad, hasta que toda la grada coreaba su nombre.

Miré su cara, y vi algo que no había visto en meses: la seguridad.  No era esa confianza superficial que había fingido en los momentos más difíciles, sino una seguridad verdadera, la que nacía de saber que había trabajado duramente e incansablemente para estar allí.


El regreso al campo

Cuando Xavi le hizo una señal para poder entrar al campo, el estadio estalló en una ovación. Mi corazón latía  con mucha fuerza mientras lo veía cruzar la línea de banda y tomar su posición en el campo. Sus compañeros le dieron palmadas en la espalad, como  si también sintieran la importancia  de ese momento. 

Y entonces, comenzó a jugar.

Al principio, se movía con cierta cautela, probando su cuerpo, sus reflejos. Pero poco a poco, vi cómo se soltaba, cómo  volvía a ser ese jugador que tanto amaba el fútbol.

Su velocidad, su precisión, su capacidad para hacer magia en el juego.

Todo estaba ahí, esperando a ser liberado. 


El momento decisivo 

En el minuto 76 de la segunda parte, ocurrió algo que parecía sacado de una película de magia. El balón lo tenía Marc, su mejor amigo en el equipo y uno de los que más había estado a su lado durante su recuperación. Marc avanzó  por la banda derecha con una rapidez sorprendente, superando a dos defensas. 

Levantó la cabeza y, sin dudarlo, envió un centro perfecto al área. 

Dylan estaba ahí ,esperándolo.

Controló el balón con un toque sutil, giro sobre sí mismo y, antes de que el portero pudiera parlo, disparó con su pierna buena.

El balón entró en la portería con fuerza, y por un segundo, el estadio quedó en silencio. Pero luego, como una ola gigantesca, el grito de los aficionados llenó el aire.

Me levanté de mi asiento, con mis manos cubriendo mi boca, sin poder creer lo que acaba de ver.

Dylan había marcado. Después de todo lo que había pasado, después de meses de lucha, había vuelto . 

Lo vi correr hacia la esquina del campo, señalando a Marc mientras gritaba algo que no pude escuchar entre los aplausos y las ovaciones . Sus compañeros lo rodearon, abrazándolo, y Marc le dio una palmada en la cabeza, sonriendo con orgullo.

Y en ese momento, supe que todo había valido la pena .



El  regreso a casa 


Cuando llegamos a casa esa noche, Dylan seguía emocionado.

No dejo de hablar sobre el partido, sobre cómo se sintió en el campo, sobre el apoyo recibido del equipo. Pero había algo más en él, algo que iba más allá del fútbol.

- ¿Sabes qué fue lo mejor pelirroja? - dijo, mientras se quitaba las zapatillas y se dejaba caer en el sofá por el cansancio.

- ¿Marcar un gol?- respondí, sonriendo.

- No solo eso no. Fue sentir que, por fin, todo el esfuerzo tuvo sentido.

Que valió la pena cada caída, cada duda, porque hoy me sentí completo.

Me acerqué a él, sentándome a su lado, y tomé su mano.

- Siempre supe que lo lograrías, Dylan. Eres más fuerte de lo que crees.

Él me miró con esa intensidad que siempre lograba desarmarme.

- No podría hacerlo sin ti, Nora. En serio. Había días en los que pensé en rendirme, pero tú siempre estuviste ahí, recordándome quién soy, quien puedo ser.

Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas, pero esta vez no eran de tristeza ni de preocupación. Eran de orgullo, de amor, de saber que habíamos superado algo enorme juntos.

Esa misma noche, mientras Dylan dormía profundamente a mi lado, pensé en todo lo que habíamos pasado en estos meses. El camino había sido muy largo y doloroso, pero también nos había hecho más fuertes, más unidos.

Y aunque sabía que todavía habría desafíos por delante, también sabía que podíamos con ellos.

Porque si algo habíaaprendido en todo en este tiempo, era que cuando amas a alguien de verdad, encuentras la fuerza para superar.

MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS (Entre dos mentes 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora