«He conocido la perdición en aquella piel y encontrado la salvación al reflejarme en esos ojos».
- Anne Leblanc.
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PARTE III.
"Aunque anhelo el contacto real de la luz del sol entre nosotros, te añoro como se añora el hogar. Brilla otra vez, amor, y piensa en mí." — Casey McQuiston.
Canción sugerida: It'll Be Okey – Shawn Mendes.
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Presente.
Nina.
— Significa que te han estado siguiendo todo este tiempo, Demetria.
Sus ojos marrones se mantienen fijos en mí, con una expresión que roza la histeria. — Pero ¿Cómo? ¿Quién podría...? — balbucea.
— ¿Quién más va a ser? — escupe la escritora, quien no parece en absoluto sorprendida por mi revelación, acercándose a Demetria para poner una mano en su hombro —. ¡Ese maniaco que tienes por esposo! — masculla con las facciones endurecidas.
Su cercanía y evidente familiaridad con Demetria me incomoda. — Pídele a tu amante que se mantenga al margen — escupo con desprecio, sin siquiera mirarla —. De lo contrario, te agradecería que discutiéramos este tema en privado. Creo que esto es algo que solo le concierne a nuestra familia.
La molestia brilla con claridad en sus ojos marrones antes de ceder. Enfoca su atención en Carla, acariciando su mano con delicadeza buscando tranquilizarla, mientras ambas se comunican a través de miradas. Al instante, la escritora deposita un beso en su mejilla y se mantiene aleja en silencio. — ¿Es cierto eso? ¿Tu padre es quien ha estado asechándome todo este tiempo? — cuestiona, en un tono que no concuerda con su evidente irritación.
Trato de liberar la tensión que se acumula entre nosotras, mostrándole que esta situación me desagrada tanto como a ella. — Es verdad — admito —. Wilmer te siguió el rastro desde que decidiste abandonar la ciudad, aunque pronto se dio cuenta de que iba a tardar mucho en hallarte por sí mismo y recurrió a un detective privado para encontrarte.
— ¿Cómo sabes todo esto, Nina? — pregunta, permitiéndome vislumbrar su creciente preocupación.
Intento relajar mi postura corporal para no parecer una amenaza. Inhalo hondo, repasando las indicaciones de Annabelle en mi mente y me limito a seguirlas al pie de la letra. — No omitiré nada al respecto solo porque se trate de mi padre, si eso es lo que te preocupa — aclaro —. Estoy aquí para decirte lo que sé.
— De ser así, quiero saberlo todo — responde, irguiéndose en la silla.
No me permito vacilar una milésima de segundo, antes de decirle la verdad. —Wilmer invadió tu privacidad desde mucho antes de que decidieras abandonarlo. Todo comenzó desde esa noche en la cual ustedes dos decidieron reunirse en el Lennox y él logró interceptarlas — el chico que me abrió la puerta pone una taza de café humeante frente a mí y me relajo lo suficiente como para otorgarle una sonrisa afable antes de volver a hablar —. Annabelle tenía un par de ideas, una que otra conjetura de cómo había conseguido obtener tu ubicación exacta esa noche. Sin embargo, no concreto nada al respecto hasta semanas después de que te fuiste.
