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"Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad

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"Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad." —Julio Cortázar.

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Canción sugerida: The fray - Look after you. 

Annabelle.

Cuando tenía tan solo ocho años de edad vi la necesidad de cerrarme al mundo, apenas podía soportar el contacto humano y comunicarme con otras personas. La muerte de mis padres fue el episodio más traumático por el que he pasado en mi vida, sin embargo, en aquel momento me perdí en un océano de incertidumbre y rabia contra el mundo, incluso contra Dios. Sentía que no merecía sobrevivir a lo que ellos no pudieron y fui incapaz de abrirme al amor de otras personas, puesto que me sentía indigna de ser amada. También sabía que si permitía que alguien me amara tarde o temprano podría terminar perdiéndole irremediablemente.

Crecí siendo una niña muy reservada, la cual únicamente se comunicaba con su círculo social más cercano, es decir: mi familia. A pesar de ello, ese progreso fue paulatino. Mi única amiga era Nina, mi pequeña prima menor. Ella fue el primer rayo de luz que atravesó mi oscuridad, como una bola demoledora deshizo el muro de contención que había puesto a través de mi corazón y me halló. Tiempo después, fue su madre, Amanda, quien pudo hallarme también. Ella fue la mujer más considerada y amorosa del mundo, mi segunda madre, gracias a ella pude salir del abismo profundo en el que me encontraba, enterrada por el dolor, sin embargo, mi tío Wilmer siempre fue diferente. Él parecía un hombre reservado, pero conmigo fue un padre amoroso, paciente, honesto y entregado. A pesar de no ser mi padre biológico, me trató como a una más de sus hijas, nunca me negó absolutamente nada, jamás me juzgo o me obligó a ser alguien que no era. Incluso después de la muerte de Amanda, la cual nos impactó a todos como una bomba atómica, él siguió siendo un hombre honorable, un caballero que no me desamparó en tiempos de adversidad y cuidó de mí cada día, inclusive ahora que soy una mujer adulta.

Mi tío Jonathan, hermano de mi madre, a pesar de todo el amor que me tenía, de la entrega y de la incondicionalidad que siempre lo conformó; no podía cuidar de mí. Primero, porque en esos tiempos ni siquiera estaba en la capacidad de cuidar de sí mismo. Por lo que contar con Amanda y Wilmer fue como haber obtenido dos ángeles de la guarda dispuestos a mantenerse a mi lado.

Puedo suponer que no fue fácil hacerse cargo de una niña de ocho años, con un trauma, problemas del habla y la personalidad, con tendencia autodestructiva, pero jamás los vi quejarse. Tampoco llegaron a alzarme la voz, golpearme o tratarme de mala manera. Siempre fueron más de lo que merecía.

Mi tío constantemente perdonó mis errores, me aconsejó sabiamente y me acompañó en cada proceso. Ambos aprendimos importantes lecciones estando juntos y ahora no podía mirarlo a la cara porque estaba traicionándolo de la forma más atroz. Todos esos años se los estaba retribuyendo de la peor manera, siendo una mentirosa, una traidora. No podía mirarme al espejo sin sentirme de cierta forma asqueada por lo que estaba haciendo, sin embargo, luego miraba a Demetria a los ojos y toda esa culpa parecía evaporarse por el amor que le tenía, fuertemente arraigado.

MY DANGEROUS PASSION. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora