Capítulo 5

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Emma

El fin de semana había llegado, y el restaurante seguía en marcha. Los fines de semana debía trabajar tiempo completo, me desperté temprano, con flojera como siempre, y me dirigí a la cocina donde Victoria ya estaba desayunando.

—¿Cómo amaneciste? —me preguntó mientras vertía jugo en un vaso.

—Bien, aunque algo cansada. Hoy será un largo día de exhaustivo trabajo —respondí mientras me preparaba una taza de café.

—No olvides tomarte un descanso, ¿eh? —dijo Victoria con una sonrisa, siempre tan preocupada por mí.

Le sonreí, asintiendo.

—Lo sé, lo sé. Pero no prometo nada —bromeé mientras me alistaba para irme.

—Suerte, amiga. Cuídate mucho, y si necesitas algo no dudes en llamarme—me dijo antes de despedirse.

Termine de desayunar, me prepare y salí de casa con la sensación de que el día sería tranquilo. Al llegar al restaurante, el ambiente estaba más relajado de lo habitual. No había la misma presión de un día de semana, y el lugar aún no se llenaba de clientes. Era temprano después de todo. Mientras me cambiaba en los vestuarios, vi a Emily, quien me sonrió y se acercó.

—¿Cómo va todo? —preguntó mientras se ajustaba su delantal.

—Bien, hoy parece que será más tranquilo —respondí, notando que no había el mismo bullicio en la cocina.

—Aún es temprano, así que es normal, ya sabes más tarde el lugar se llena y habrá mucho trabajo

—Ciertamente, espero que no más que entre semana—dije esperanzada

—Por lo regular si es más que entre semana, pero esperemos que no—dijo sonriendo

Emily era un poco mayor que yo, con una personalidad amable y cálida. Al terminar de cambiarme la alcance en la cocina. Mientras trabajábamos, tuvimos más tiempo para conversar.

—La cocina es enorme, ¿verdad? —comenté, mirando a mi alrededor mientras movía algunos utensilios.

—Sí, y el almacén está aún más grande. Te acostumbrarás, aunque al principio puede ser un poco abrumador, después de todo ya has visto que el lugar es popular —respondió Emily con una sonrisa.

Curiosa, decidí preguntar por el almacén. Poco después, la señora Nora me pidió que fuera a buscar algo allí. Al llegar, noté que el almacén estaba lleno de estantes llenos de ingredientes, cajas y utensilios. También había una pequeña oficina al fondo. Me sorprendió un poco el lugar, pero me sentí cómoda al instante.

Allí, conocí a Manny, un hombre de unos 30 años que estaba organizando algunas cajas. Junto a él estaba Lucas, el gerente del restaurante, el hombre que me había entrevistado y contratado.

—Hola, ¿tú eres Emma, verdad? —saludó Manny con una sonrisa.

—Sí, mucho gusto —respondí, extendiendo la mano.

—Encantado —dijo Manny estrechando mi mano

—Hola, Emma. Espero que todo esté yendo bien hasta ahora —dijo Lucas tocando mi hombro de manera amable

Le sonreí y asentí, agradecida por su cordialidad.

—Todo va bien, gracias —respondí antes de regresar a la cocina con lo que me había pedido la señora Nora.

Al regresar, encontré a Nora ocupada con un pedido. Me acerqué para entregarle las cosas.

—Aquí está lo que me pidió —dije, esperando alguna respuesta.

Nora apenas levantó la mirada de lo que estaba haciendo. Asintió con la cabeza y murmuró un seco "gracias" antes de seguir con su trabajo. Definitivamente, no era muy habladora. No había tenido oportunidad de conocer a los demás, ya que cuando llegaba, todos estaban ocupados en sus tareas.

El chef no había llegado aún. La cocina estaba más tranquila, lo que me permitió tomar un pequeño respiro. Me sentía relajada, disfrutando de la calma antes de que llegara la hora pico y hubiera trabajo de sobra. Decidí aprovechar para comer un poco, antes de que el lugar se llenara de clientes. Fui al pequeño comedor del personal y me senté en una mesa para comer en paz.

Poco después, Charles entró al comedor. Me puso nerviosa verlo, pero al contrario de lo que esperaba, no se acercó a mí de manera invasiva. En lugar de eso, se sentó en la mesa contigua y comenzó a hacerme preguntas simples, como si estuviera interesado en mi día o cómo me sentía trabajando allí.

—¿Todo bien con el trabajo? —me preguntó mientras sacaba su teléfono.

—Sí, la verdad es que hoy ha estado tranquilo —respondí, tratando de relajarme.

Charles asintió y sonrió. En lugar de la actitud coqueta de siempre, parecía estar actuando de manera más tranquila, casi amigable.

—Me alegra escuchar eso. No es fácil adaptarse a un sitio nuevo —dijo con tono relajado.

Su actitud era diferente a la de los otros días, y me sentí un poco más cómoda. Durante un rato, compartimos una conversación amena, sin las tensiones de antes. Aunque aún sentía una pequeña reserva hacia él, algo en su comportamiento me hizo pensar que tal vez no todo era tan complicado como había imaginado, o que tal vez era una estrategia, pero decidí no darle muchas vueltas.

Justo cuando la conversación comenzaba a fluir más naturalmente, vi por la ventana del comedor que James había llegado. Pude verlo desde lejos, caminando hacia la entrada de la cocina. Se detuvo un momento al ver a Charles y a mí juntos, y observó la escena a través de la ventana que daba hacia el estacionamiento de descarga, los baños y los vestuarios.

No supe qué pensar al respecto, pero una sensación extraña recorrió mi cuerpo. Sabía que James se tomaba su trabajo muy en serio, y si algo no le gustaba, no dudaba en mostrarlo.

Charles parecía no darse cuenta de la mirada de James, pero yo sí. La tensión estaba en el aire, aunque no quería hacerle más caso. Decidí cortar la conversación y volví a concentrarme en mi comida, esperando que la hora pico no llegara demasiado rápido, o el chef me llamara la atención.

James

Llegue de comprar la despensa y los ingredientes de la seman, al estacionar la camioneta del restaurante, y caminar hacia la entrada, desde la ventana del comedor, observé cómo Charles se sentaba cerca de Emma, riendo y hablando de una manera que no me convenció. La última vez que vi esa expresión en su rostro, sabía que se estaba sintiendo cómodo y estaba logrando algo. No me gustaba. No me gustaba verlo tan cerca de ella. Me tomé un momento para mirar la escena con más detenimiento. 

Era extraño porque Emma no parecía incómoda, lo cual fue lo único que me tranquilizó. Estaba conversando con él de una manera relajada, algo que me sorprendió. Pensé que ella lo evitaría, que vería a Charles por lo que era. Pero no, allí estaba ella, sentada frente a él, con esa expresión tranquila en su rostro. Quizá solo estaba siendo tímida o es un poco ingenua, parece lista y no creo que caiga en sus juegos, pero, ¿Cómo podía estar tan a gusto con él si antes parecía evitarlo?

Me quedé allí, observando desde la ventana, cuando vi a Charles sonreírle de una manera que me hizo pensar que, en efecto, estaba logrando algo. Emma era una adulta, y Charles no era ningún peligro... aún. Pero algo en mí no podía evitarlo. Algo dentro de mí me decía que tenía que poner atención. No podía dejar que Charles jugara con ella. Por lo regular, siempre que entra una chica nueva, él se enrolla con ella, consigue lo que quiere, la bota y ellas terminan renunciando, lo cual ha sido un problema porque falta personal. Estaba pensando demasiado en ella, en que me molesta, no debería molestarme, solo espero no cause problemas.

Tomé una respiración profunda y me dirigí a la entrada, decidido a mantener las cosas en orden en la cocina. Pero mientras caminaba hacia allí, no podía sacarme la imagen de Emma hablando tranquilamente con Charles. Algo me decía que este día, tranquilo en apariencia, podría estar marcando el comienzo de algo más complicado.

Amor a la CartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora