Emma
La noche caía lenta y tranquila sobre la ciudad mientras salíamos del restaurante. Había sido un día largo, pero extrañamente tranquilo. No muchos clientes, no demasiadas órdenes complicadas. Sin embargo, mi mente no estaba en paz. Charles había insistido nuevamente en acompañarme a casa, y aunque en otro momento lo habría rechazado, esta vez no pude encontrar la fuerza para hacerlo. Después de todo Erick decidio tomar vacaciones y me quede sola.
Lo había estado evitando desde que me robó ese beso la última vez, algo entre nosotros había cambiado. Había pasado días analizando lo sucedido, intentando entender por qué no lo había rechazado de inmediato o por qué mi corazón latía más rápido cuando estaba cerca. Pero lo que más me preocupaba era cómo James lo había presenciado. Su reacción, aunque aparentemente tranquila, me había dejado más confundida que nunca. No podía decir que estaba sintiendo o talvez lo seguía evitando, y por el momento era lo que prefería.
Charles caminaba a mi lado, tan relajado como siempre. A pesar de su actitud despreocupada, podía sentir que me observaba de reojo de vez en cuando. Decidí romper el silencio.
—Gracias por acompañarme otra vez. —dije, casi en un susurro, sin atreverme a mirarlo directamente.
—No tienes que agradecerme, Emma. Es mi deber, asegurarme que llegues a salvo a casa.—respondió con una sonrisa fácil, como si fuera lo más natural del mundo.
Sus palabras me hicieron sonrojar ligeramente, y agradecí que la noche ocultara mi rostro.
—Es curioso... —comencé, sin estar muy segura de por qué estaba diciendo aquello—. Nunca imaginé que tú y James fueran tan diferentes.
Charles levantó una ceja, claramente intrigado.
—¿A qué te refieres? —preguntó, con una pizca de diversión en su voz.
—No lo sé. James es tan... serio. Y tú eres más relajado, más... —busqué la palabra adecuada— accesible. A veces me cuesta creer que sean hermanos.
Él soltó una pequeña carcajada.
—Sí, bueno, siempre ha sido así. Desde que éramos niños, James era el responsable, el que lo hacía todo bien. Yo, en cambio, siempre fui el que se metía en problemas.
Su tono era ligero, pero había algo en su mirada que reflejaba un dejo de melancolía.
—¿Eso les distanció? —pregunté, genuinamente interesada.
Charles se encogió de hombros.
—Tal vez un poco. Pero, ¿sabes? A pesar de todo, siempre lo he admirado. Es alguien en quien puedes confiar. Aunque a veces... siento que vive demasiado atrapado en sus propios estándares.
Sus palabras me sorprendieron. No esperaba esa sinceridad de su parte.
—¿Eso nunca les causó problemas? —insistí, genuinamente interesada.
—Claro que sí. —respondió, encogiéndose de hombros—. Pero eso es normal entre hermanos, ¿no?
—Supongo que sí, aunque puede que te haga sentir que eres su sombra, debe ser difícil vivir así. Pero creo que tú tienes algo que James no tiene.
—¿Y qué es eso? —preguntó, mirándome con genuina curiosidad.
—No lo sé... Tal vez tu manera de hacer que la gente se sienta cómoda. —admití, sintiéndome un poco avergonzada de ser tan honesta.
—Entonces, ¿Te sientes cómoda conmigo?—dijo con una sonrisa traviesa
—Supongo que sí, pero eso no es a lo que me refería—dije nerviosa, no sabía qué estaba diciendo
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Amor a la Carta
RomanceLa vida universitaria de una chica promedio y el conflicto entre dos hermanos, es algo que no debería mezclarse. Amor, traición y venganza es algo "común" en la vida juvenil.