Emma
Habían pasado un par de semanas desde que había empezado a trabajar en el restaurante, con ello las semanas de exámenes y aunque finalmente había terminado los exámenes, me sentía agotada. Entre el trabajo en el restaurante y el estrés de las evaluaciones, apenas había tenido tiempo para respirar. Por suerte, había podido reparar mi laptop, y quedo lista justo a tiempo para los exámenes, sobrevivió y yo también... apenas, con todo el cansancio de las últimas semanas.
Durante ese tiempo, Charles y yo habíamos empezado a llevarnos mejor. No podía decir que éramos amigos cercanos, pero su actitud hacia mí había cambiado. Ahora era más amable, y aunque seguía lanzándome comentarios que me hacían sonrojar, había algo en su comportamiento que me hacía sentir cómoda, me causaba un sentimiento extraño, no sabía si podía confiar completamente en él.
Era mi día libre en el trabajo, así que, después de terminar mis clases, decidí quedarme un rato en la cafetería del campus para relajarme y disfrutar de un café, Victoria había ido a una cita con su novio, y los demás supongo estaban descansando o trabajando. Estaba revisando algunos apuntes cuando una voz conocida me interrumpió.
—¿Emma?
Levanté la vista y, para mi sorpresa, vi a Charles de pie frente a mí. Llevaba una mochila al hombro y una expresión divertida.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, incrédula.
—Estudio aquí, aunque como estoy en últimos semestres solo llevo una clase. Hoy pedí permiso en el trabajo, ya que tenía que resolver un asunto pendiente. ¿Tú qué haces aquí tan tranquila? Pensé que estarías en casa recuperándote de los exámenes aprovechando que es tu día libre.
Sonreí, encogiéndome de hombros.
—Intento relajarme un poco antes de ir a casa. ¿Ya te vas?
—Estaba por irme, pero ya que estamos aquí... ¿Te gustaría ir a cenar? Yo invito.
Me quedé en silencio por un momento, sorprendida por su propuesta. No parecía una invitación romántica, sino más bien una forma de pasar el rato. Después de todo, nos habíamos acercado últimamente, y no quería ser grosera, así que decidí aceptar.
—Está bien, pero solo si es algo rápido, quiero regresar temprano a casa para descansar —respondí con una sonrisa.
—Perfecto. Conozco un lugar cerca. Vamos.
Charles
Llevé a Emma a un pequeño restaurante cercano de la universidad, que siempre me gustó por su ambiente relajado y no solía estar muy concurrido. Durante la cena, Emma parecía más relajada que de costumbre, me sorprendió verla en otro aspecto, me había acostumbrado a verla con su uniforme y siempre apurada, de cierta manera lucia más linda. Comenzamos hablando de cosas triviales: las clases, el trabajo, e incluso alguna que otra anécdota del restaurante.
—¿Y tú qué estudias? Nunca me lo dijiste —preguntó Emma mientras comía.
—Administración de empresas. Aunque lo estoy tomando a mi ritmo. No soy tan aplicado como tú, eso es evidente —dije con una sonrisa, y ella rio.
—¿Por qué administración?
—Porque algún día quiero abrir mi propio negocio. Tal vez un restaurante con mi hermano—respondí, sorprendiéndome a mí mismo con lo fácil que era hablar con ella.
Emma pareció interesada, pero antes de que pudiera responder, la conversación dio un giro más personal.
—¿Y tú? ¿Por qué Matemáticas?— pregunté curioso
—Es complicado, pero realmente me gustan y me apasionan. Son muy difíciles, sí, pero después del primer semestre aprendí a verles la belleza, y ahora las encuentro en todas partes —dijo riendo, y pude notar cuánto le fascinaban.
No podía dejar de mirarla mientras hablaba. Había algo en su manera de ser que me atraía más de lo que quería admitir.
Después de cenar, la acompañé a la parada del autobús. Charlábamos mientras caminábamos y al llegar ella fue la primera en hablar.
—Gracias por la cena, Charles. Fue... agradable.
—El gusto es mío. Deberíamos hacerlo más seguido. Me gusto pasar tiempo contigo fuera del trabajo.
Ella sonrió tímidamente antes de subir al autobús. Me quedé allí, viendo cómo el vehículo se alejaba, preguntándome en qué momento había empezado a importarme tanto. No sé qué estaba pasando, temí que empezara a sentir algo real por ella, ya que ese no es mi estilo, ya no sabía si era un reto personal o realmente me empezaba a interesar. Lo que sí se es que el juego empezaba a ser interesante.
James
Esa noche, cuando llegué a casa, encontré a Charles en el sofá, con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Algo en su expresión me puso en alerta. Era extrañamente sospechoso, así que decidí preguntar.
—¿Qué hiciste ahora? —pregunté, parándome frente a él, cruzándome de brazos.
—Nada malo, hermano. De hecho, tuve un buen día
—¿Y qué lo hizo tan bueno? ¿No solo fuiste a la universidad?
—Así es, y ahí me encontré por sorpresa con Emma. y bueno, la llevé a cenar—respondió como si no fuera gran cosa.
Sentí cómo la sangre me hervía.
—Charles, ¿cuántas veces tengo que decirte que no cruces esa línea? Emma no es...
—¿No es qué? —me interrumpió, con un tono desafiante.
—No es alguien con quien deberías jugar. Ella trabaja para nosotros. Más importante, está a mi cargo. Esto no es un juego, Charles. No quiero que renuncie solo porque tú jugaste con ella.
Charles me miró fijamente durante unos segundos antes de suspirar.
—No estoy jugando, James. En serio creo que me está empezando a gustar.
Su confesión me dejó sin palabras. Sabía que Charles era impulsivo, pero nunca lo había visto hablar en serio sobre alguien. Esto solo complicaba las cosas. No sabía si debía creerle o solo lo decía para que no lo molestara. Decidí creer en él.
—Entonces, más te vale no lastimarla. Porque si lo haces, no voy a quedarme de brazos cruzados.
Charles solo asintió, pero su sonrisa despreocupada había desaparecido.
Emma
Esa noche, al llegar a casa, le conté a Victoria lo de la cena con Charles.
—¿Y qué tal? —preguntó con una sonrisa curiosa.
—Fue agradable. Hablamos mucho. Pero... no sé. La verdad me divertí mucho.
—Cuidado, Emma. Charles no es precisamente el chico más confiable. Recuerda lo que dijo Erick, espero no te enamores de él.
—Lo sé. Solo fue una cena. No significa nada. Y ni siquiera me gusta.
Pero mientras decía esas palabras, no podía evitar sentir que algo estaba cambiando. O más bien, que estaba empezando a sentir algo.
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Amor a la Carta
RomanceLa vida universitaria de una chica promedio y el conflicto entre dos hermanos, es algo que no debería mezclarse. Amor, traición y venganza es algo "común" en la vida juvenil.